Parte 19 "Un hermoso milagro del AMOR / Bienvenidos Ates, Yildyz y Deniz"

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Capítulo 51 (perspectiva de Sanem)

Parte 19 “Un hermoso milagro del AMOR / Bienvenidos Ates, Yildyz y Deniz”

No había palabras para describir todo lo que sentía mi cuerpo. Estaba destrozada de todas las formas imaginables. Aun así, no sentía ningún dolor, más bien me sentía como una caldera que explotaba de todas las emociones que la llenaban. Estaba viendo los tres pares de ojos más hermosos que había visto; unos eran de un café tan profundo e hipnotizante, que parecían consumir todo lo que había alrededor, los otros eran de un azul grisáceo tan chispeante como refrescante que sentía electricidad crepitar a mi alrededor y los últimos, eran unos enormes ojos de color chocolate derretido que parecían derramar la paz y la bondad de la que estaban hechos.
No había duda, le sostenía la mirada a las tres personitas más maravillosas que había visto en mi vida. Tengo que parpadear varias veces para que las lágrimas no hagan borrosa mi visión, no quería perderme ni un segundo de lo que estaba frente a mí. Ellos me regresan la mirada con curiosidad, como si supieran exactamente quien soy y estuvieran esperando a ver qué haría yo con eso.
- Hola… - susurro con la voz entrecortada por las lágrimas – ¿me recuerdan? Soy mama…
Esa afirmación choca en mi mente con fuerza. YO ERA MAMA. Una bomba de fuego explota dentro de mi dejándome sin aire, inhalo profundamente para calmar a mi acelerado corazón ante la realidad que tenía frente a mí, apenas puedo creer que me encuentre en este momento después de haberlo soñado, añorado y esperarlo por tanto tiempo.
Ahora entendía todo, no quedaba duda de que este amor era tan fuerte que robaba más allá de mi aliento, hacia vibrar mi piel de una manera tan fuerte que sentía que en cualquier momento estallaría y me hacía llenarme de pánico, todo al mismo tiempo.
Este no era el mismo amor que el que sentía por Can, esto era completamente distinto. A Can lo había amado antes de conocerlo, como a ellos, pero ahora entendía que a pesar de que amaba su libertad, que me había disculpado por querer encerrarlo dentro de lo que yo quería, sabía que siempre iba a buscar que se quedara conmigo. Tal vez sonaba egoísta, pero era la verdad, en cada separación, en cada pelea y en cada malentendido, durara el tiempo que durara, había querido que el volviera a mí, lo había llamado desesperadamente para que se quedara porque creía con fuerza en nuestro amor. Todas esas excusas que me había dicho a mí misma siempre, como la publicación de mi libro o en trabajar siempre cerca de él, habían sido con el propósito de que no se fuera, de que estuviéramos juntos, que se quedara para siempre a mi lado. Y él lo entendió, y se quedó.
Ambos fluíamos de la misma manera porque entendimos todo lo que significaba el amor que nos teníamos uno al otro, pero con nuestros hijos era diferente. Sabía que no importaba el dolor, desde ahora en adelante sería capaz de destrozarme el corazón una y otra vez con la única condición de que ellos estuvieran bien, iba a pasarme cada segundo de mi vida esforzándome para convertirlos en las mejores personas, iba a convertir cada aliento en mis pulmones en palabras dulces y de motivación para que ellos avanzaran, con cada caricia los empujaría a lograr sus sueños y objetivos… aunque fuera lejos de mí.
La mayor prueba era lo que acababa de hacer. Ya no podía controlar cuanto los protegería, lo que comerían o lo que verían, ya no estaban dentro de mi dónde los mantenía seguros y a salvo. Tenía mucho miedo, eran tan tan tan hermosos, tan pequeños e inocentes que el solo hecho de pensar en que alguien podría lastimarlos, incluso yo misma o Can, me hacía desgarrarme el corazón. Mi alma dolía solo de pensar en cualquier cosa que podría lastimarlos y aun así estaba llena de felicidad porque ya podía sostenerlos en mis brazos.
Can era el amor de mi vida, pero estos bebes, nuestros hijos, eran MI vida. Nadie sabía esto, antes de que volviera Can, había escuchado decir a Yguit por teléfono que habían encontrado a un hombre ahogado cerca de las costas de Nueva Zelanda, tenía rasgos muy parecidos a los de Can. Sentí un dolor espantoso en ese momento, no pude escuchar más y salí de ahí, yo no iba a vivir en un mundo donde el no estuviera así que había formado un plan en mi cabeza para ir tras el… tenía todo planeado, todo perfectamente establecido en mi mente, sería la última presentación de mi libro y acabaría con todo. Pero el volvió. Por mí.
Pero ahora que era mama, ahora que todo este amor tan fuerte estaba consumiéndome iba a aferrarme a la vida junto con Can para que nada les faltara. Daría todo de mi para ayudarlos a crecer, no permitiría jamás que nadie los lastimara y cuidaría con fervor a NUESTRA FAMILIA para ellos. No estaba cansada, no estaba fastidiada, más bien me sentía llena de energía para enfrentarme al futuro, para pelear más fuete de lo que lo había hecho y estar ahí SIEMPRE que me necesitaran, no importaba cuantos problemas enfrentáramos, el amor que sentía por ellos fluyendo en mis venas era tan potente que me hacía recordar a cada instante que este era el sueño que había tenido desde niña y por ellos yo que era capaz de cualquier cosa.
- ¿Saben lo mucho que los amo? – pregunto. Parpadean varias veces haciéndome sonreír. – los amo más que a nada en el mundo. Papa y yo siempre los vamos a amar, cuidar y proteger.
Ates bosteza y como por acto reflejo sus hermanitas lo siguen, eso era muy curioso.
- Sanem… - levanto la mirada. Can se asoma y entra cerrando la puerta lentamente. – ¿Cómo te sientes?
*¡¿Qué clase de pregunta esa esa?! ¡¡TRES BEBES ACABAN DE ABRIRSE PASO POR NUESTRO CUERPO!! AGH! Hombres…
- Estoy bien… - respondo sacudiendo la cabeza. Sentía tantas cosas que no podía dejar de llorar.
- Son hermosos… - susurra sentándose a un lado de mi en la cama. Limpia las lágrimas de mis mejillas, acomoda el listón en mi cabeza y besa mi frente. Sonrió ampliamente. – igual que tu…
- ¿Hay mucha gente afuera? – pregunto. Había escuchado algo de que habían llegado cámaras y reporteros, Can había tenido que salir a dar explicaciones, con lo que le gustaba hacerlo.
- Mucha, pero les di la versión corta no te preocupes. No tienen que saber todo. – me guiña un ojo. ¿Cómo alguien podía ser tan guapo? Ya quería llorar otra vez…
- ¿Tu estas bien? – pregunto. Sabía lo tenso que las cámaras lo ponían, era como un niño con exceso de azúcar, no se podía estar quieto.
- Perfectamente. No te preocupes por mí, tu eres la que hizo todo el trabajo… - susurra sosteniendo con una mano el enorme cojín verde donde los trillizos están acostados, el soporte hace que descanse mi brazo. Sus ojitos están entrecerrados como si se fueran a dormir.
- No lo habría hecho sin ti – respondo sonriendo. Era tan dulce cuando se preocupaba por mí y hacia esa tierna carita.
- Pero a mí solo me toco la parte divertida… - susurra cerca de mi oído mordiendo levemente el lóbulo de mi oreja. Todo mi cuerpo tiembla llenándose de calor.
- ¡Can! ¿Como puedes decir eso frente a los niños? – lo regaño. Este lado divertido y seductor de Can aun me ponía tímida a pesar de que me encantaba. Suelta una risa que hace los bebes abrir sus ojitos.
- ¡Shh! – me calla con un dedo en mis labios – vas a despertar los bebes.
- Pe… - me interrumpe apretando mis labios con un pellizco. Ruedo los ojos.
Por un tiempo no decimos nada solo observando a los bebes parpadear levemente hasta dormirse, el fino movimiento que hacíamos con el cojín al fin los había dormido. Podía sentir la gran avalancha de momentos como este, llenos de felicidad, amor, risa y plenitud que se venían por delante. No podía esperar.
- Gracias. – me dice Can. Volteo para verlo, pero el observa a los bebes. Una ligera sonrisa adorna sus facciones.
- ¿Por qué? – pregunto curiosa. Voltea a verme, su mirada hace su embrujo dentro de mi cabeza otra vez, me atrapa dentro de ese mágico universo donde solo existimos él y yo.
- Por amarme tanto, por el mejor regalo que ese amor me pudo dar. Por no rendirte nunca, por hacerme el hombre más feliz del mundo, por dejarme amarte y por siempre estar aquí. Te amo. – sonrío sintiendo lagrimas caer por mis mejillas.
- Te amo – contesto. Acerca su frente a la mía, inhalamos al mismo tiempo y sonreímos, se acerca a mí y cuidadosamente acerca sus labios para besar los míos. Eso me hace llorar más.
*Está bien, lo perdonamos. Pero que quede claro que el cómo se le ajusta ese pantalón no tiene nada que ver…
Me rio. Can me devuelve la sonrisa y agito mi cabeza. A veces era muy difícil estar en dos realidades al mismo tiempo.
Una enfermera entra para llevarse a los bebes, entro en pánico, pero me explica que es para una revisión de rutina. Can me promete que todo estará bien, sus manitas tienen sus nombres en una pequeña etiqueta y yo necesito descansar. No quería aceptarlo, pero cada vez me costaba mantener mis ojos abiertos.
- No te preocupes cariño, Ates Divit-Aydin, Yildyz Divit-Aydin y Deniz Divit-Aydin estarán bien cuidados. Ya son una sensación y nos aseguraremos de que todo esté bien, pero antes, se ven tan hermosos, déjenme tomar una foto… - Can acepta y le pasa su celular. Nuestra primera foto como familia.
Can pone una mano sobre la mía y voltea a verme. Veo su amor saliendo a raudales de sus ojos, la felicidad del momento rodeándolo como un aura y nuestro futuro juntos reluce en una promesa con esa hermosa sonrisa. Juntos, el conmigo y yo con él, para siempre.
- Te amo… mi albatros… - susurro cerca de él.
- Te amo… mi Erkenci Kus… - responde con un roce en mi nariz. Ambos nos observamos un momento más, después bajamos la mirada observando la más hermosa prueba de ese amor. Ates, Yildyz y Deniz.

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Erkenci kus Capítulo 51 (perspectiva de Can)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora