Samuel Hoskins se hallaba en la silla, la misma donde hace unas horas se sentaba Jessica Hills. Podían sentir sus nervios dentro de sus propios cuerpos, le temblaban las manos y el miedo se derretía en sudor. Era un hombre de 56 años, pelo negro con algunas canas apenas visibles en su barba. Tenía rasgos de mexicano, pero según sus papeles, era americano.
Louis le pasó la cuarta botella de agua que pidió. El hombre la aceptó con una sonrisa—que terminó como una mueca— y se la bebió de un tiro. Dejó la pequeña botella, ahora vacía, a lado de todas las otras.
—Ahora sí—habló Harry.—Señor Hoskins..
—Samuel por favor, no señor, me hacen sentir viejo—interrumpió.
—Es porque lo está—respondió el rizado quien recibió un codazo en el brazo de Louis en respuesta. Harry se sobó y quejó, el novato rodó los ojos.
—Samuel Hoskins, usted era integrante de los Mortem por la información que nos han entregado—esta vez habló Louis. Recargó los codos en la mesa y juntó las manos, dejando el mentón sobre ellas por unos segundos antes de volver a alzar la cara.—¿A qué se dedicaba?
—Dejemos las formalidades, ¿quieren?—dijo con una sonrisa Duchenne.—No creo que haya tanta diferencia de edad entre nosotros.
—Bueno tenemos 25 y 27 años, usted tiene más del doble así que claramente lo hace mayor. Además, es parte de nuestro trabajo usar un lenguaje formal a todo tipo de personas, así que si quisiera callarse y responder las preguntas nos ayudaría mucho— Louis giró los ojos con discreción y tomó el puente de su nariz, con la mano libre apretó la pierna de Harry haciéndolo retorcerse.
—Claro, y-yo lo siento—contestó Hoskins antes de aclararse la garganta.—Yo me dedicaba a la entrega de gente, cuando los comerciantes mandaban a las ventas con sus respectivos dueños, yo era uno de los que entregaba a las casas de los mismos.
—A ventas se refiere a...—incitó Louis.
—Comercio de personas, sí.
—Hills dijo que usted tenía cuentas pendientes con ellos, ¿qué es lo que les debe?—Harry inclinó los codos en la mesa, acercándose a Samuel logrando intimidar un poco. Tuvo que respirar profundo antes de continuar.
—Yo nunca quise saber lo que exactamente hacían con esas personas aunque, claro, yo ya tenía una idea de lo que sufrían—estiró el cuello de su camisa y carraspeó la garganta.—Diablos, ¿me pueden dar otra botella?—se agachó Louis a tomar la caja de cartón que yacía en el piso, sacó una botella de ella y se la entregó al señor. Hoskins repitió esa mueca y, de nuevo, la bebió de un tiro.
—¿Mejor?—preguntó Harry, quien ya se le colmaba la paciencia. Se notó la irritación en su voz, por lo que inconscientemente Louis le palmeó la espalda con suavidad. Harry frunció el ceño, no por el gesto, sino porque lo calmó un poco.
—S-sí solo...es difícil recordarlo—dejó la botella de plástico junto a las otras.—Hacía una de mis entregas como cada martes, era un jovencito de unos 16 años, su nombre es Eloy. Lucia vulnerable y asustado, claro, ¿quién no lo estaría estando en su lugar? No era la primera persona que el comprador hacía un pedido, y pude ver lo que hacía con aquella pobre mujer. Dios...
Apresurado, tomó otra botella de la caja y la bebió toda.
—Miré al chico, que al igual que yo, fue cómplice de ver lo que ese hombre haría con él una vez que tocara el timbre. Estaba aterrado, podía ver en sus ojos como desearía estar muerto. No pude imaginarme al pequeño sufriendo así que me lo llevé y al mismo tiempo escapé de ellos.
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M O R T E M.
RomanceESTADO: T E R M I N A D A. Harry Brown es un policía y detective con algunos años de experiencia. Aunque habitaba en el pequeño pueblo Stockbridge en Massachusetts, era bastante reconocido en el área gracias a su arduo trabajo y facilidad para resol...