No te voy a mentir, a esta edad ya sí estamos viejos.
Dí mi paso a la gran ciudad, titubeante y con dificultades, sí, pero lo dí. Me contrató una empresa ferretera como contador así que me pude establecer bien en la gran ciudad. Me empecé a convertir en ti, de cierta manera, ahora era yo quien iba en las festividades a casa de sus padres y regresaba a los pocos días.
Cuando lo hacía, en navidad y las luces se veían hermosa en las afueras de las casas, hacía cual niño y miraba atento a tu casa para ver si estabas por allí, mas no aparecías.
En realidad, tu casa se encontraba solitaria, poco después me contaron que ahora eran tus padres quienes iban a visitarte, así que te dejé de ver en esos momentos. Pasaron los años y aparecieron los benditos teléfonos.
Compré uno para mí, otro para mis padres y listo, la tarea estaba hecha. Pensé en dejarte mi número, o pedir el tuyo a tu padre, aunque nunca me di la oportunidad de hacerlo.
Sabes que mi valentía necesita impulsos y ya en ese momento sentía que lo había perdido.
Cuando eres joven piensas en muchas cosas, sin embargo hay unas cuantas constantes que siempre se repiten: el amor y el futuro. El futuro ya estaba en mis manos, aquello que por tanto tiempo temí estaba frente a mí y bueno, no me sentó tan mal. En el otro ámbito... el amor también tienes sus constantes, una chica (en mi caso) que te hace sentir bien y se vuelve el estereotipo ideal para querer estar con ella en cada minuto de tu vida, que te inspira a ser mejor, te hace sentir bien, te ayuda cuando estas mal y no paras ni un segundo de dejar de pensar en ella, bueno, no creo que tenga que mencionar quién era esa chica para mí.
No mentiré, ya en ese momento no tenía mucho en qué pensar, la vida de adulto es aburrida por muchos motivos y te da solo un par de cosas en las cuales pensar: el trabajo y el dinero para pagar cuentas, los domingos en los cuales descansar y que tu equipo gane.
Esa era la lista que tenía en mi mente, se volvió tan monótono que pensar en algo más era descabellado, buscar una manera de distraerme imposible, así que ya notarás la sorpresa que me llevé aquel domingo en la tarde cuando mi teléfono fijo empezó a sonar.
Un escritor famoso alguna vez comentó que si algo era para ti el universo haría todo lo posible para que lo tuvieras, sabes que los nombres siempre me fueron difíciles pero eso es lo de menos.
Él dijo esto y en ese momento yo lo estaba confirmando, el universo conspiró contra todo para que de niño te viera llegar a mi casa, para que las tardes de navidad se hicieran en un compás armonioso de juegos y charlas hasta ser todos los días de cada día. El mundo por su parte hizo que nos alejáramos, tomamos caminos diferentes, con vidas distintas y caóticas a su andar, pero teníamos al universo de nuestro lado y ese sonar del teléfono hizo que reviviera en mí algo que no sabía que perdí, las ganas de estar contigo.
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La Rutina del Girasol
RomantizmUn día cualquiera de navidad, mientras la rutina lo sumía en la televisión, tocaron a su puerta, y desde ese momento el niño al que le interesaba solamente pasar el día a día, encontró una nueva obsesión. Pasaban los años, y casi tan religiosamente...