friable | ʲᵘⁿᵍᵏᵒᵒᵏ

𝔣𝔯𝔦𝔞𝔟𝔩𝔢 ; 1

Ryunah abrió los ojos cuando escuchó que la voz de Yoongi le hablaba muy a lo lejos, entre sus sueños. No supo qué le dijo, en realidad no entendió nada de lo que le dijo, ella simplemente accedió y volvió a hacerse bolita entre sus cobijas. 

―¡Min Yoon puto Gi! ―gritó ella cuando sintió que su trasero golpeaba el suelo. 

―Levántate ya, apestosa, se te hará tarde y Jimin no tarda en irse. 

El mayor salió de la habitación de su hermana con una sonrisa en los labios, realmente amaba molestar a su pequeña hermana. 

―¿Pudiste levantar a la fiera? ―preguntó Jimin con una sonrisa mientras terminaba de comer el desayuno que el alfa le había preparado. 

Yoongi viró los ojos ―. Si termino con un ojo morado será por ti, después no dudes cuánto te amo, eh. 

El omega rió, dándole un manotazo ―. Recuerda por qué lo estamos haciendo, Yoonie, ya hablamos de esto. 

El mayor hizo una mueca, le dolía un poco tener que recordar el por qué hacían eso por su hermana menor ―. Simplemente espero que funcione. 

Tiempo después, Ryunah y Jimin se encontraban entrando en el edificio que le pertenecía a Jimin y sus asociados. Ella se la había pasado mirando por la ventana por mucho tiempo, hasta que llegaron finalmente. 

―No es tan malo, Luna, yo te enseñaré a hacer todo, ¿de acuerdo? ―habló Jimin con voz dulce, esa que siempre usaba con ella para poder tranquilizarla cuando se veía un poco tensa. El auto olía demasiado a sus hormonas, a Jimin ya no le molestaba, ya se había acostumbrado a su agrio olor a limón y canela. 

No muchos omegas tenían ese olor tan típico, tan ácido. Esa era la razón por la cual ella se alejaba de los demás, el porqué estaba acostumbrada a usar supresores como vitaminas diarias. Una vida así, según ella, no era vida. Menos aún después del accidente. 

Los dos bajaron de la camioneta del omega mayor y caminaron juntos hacia el interior. Demasiadas personas saludaban al rubio con una sonirsa o con una venia, a cada uno de los empleados, Jimin les saludó con un gesto alegre. Se detuvo hablando con algunas otras personas acerca de temas y con cada uno, el mayor la presentó. 

―Ah, ella es demasiado linda, ¿qué edad tienes, dulzura? ―preguntó Gain, una de las diseñadoras. 

―Diecinueve ―respondió ella, sin ánimos. Simplemente hablando de manera monótona. La señora ni se inmutó, en su lugar solo sonrió más. 

―Cualquiera diría que realmente eres una Min ―sonrió la señora. Ella alzó la ceja, confundida ―. Ah, sí, tengo el placer de conocer a tus padres, ellos son buenas personas, además, sus hoteles son los más duales. Me gusta descanzar a veces en un bosque y también a veces me gusta impresionar a mis inversionistas. 

Jimin sonrió orgulloso por sus suegros, la familia Min eran dueños de una cadena prestigiosa de hoteles, Yoongi era uno de los herederos, a parte de Jungi, quien también se encargaba del negocio familiar, pero en el extranjero. 

―Sí, ahora será mi asistente mientras que Hyebeom está enferma ―respondió Jimin con una sonrisa triste y con la mano en la cabeza de su menor.

La señora sonrió ―. Ahhh, te irá bien, el trabajo de asistente de Park Jimin no es tan difícil, es solo llevarle su latte y recordarle qué es lo que tiene que hacer en el día. 

―Creo que hice algo muy malo, porque estos dos me están castigando estando aquí ―respondió ella sin una pizca de humor, pero que sí hizo reír a los dos mayores. 

Luego de que la señora le diera muchos más ánimos y la invitó a que si tenía dudas fuera hacia su departamento de diseño, se despidió con un movimientos de las manos y los dejó solos. 

Ambos comenzaron a caminar en dirección hacia la oficina del omega mayor quien simplemente continuaba explicándole cada uno de los lugares que había en los cinco pisos de su edificio. Park Jimin tenía no solo una empresa de modelaje, sino una de aquellas en donde entrenaban algunos chicos que quisieran entrar a esa industria y también había una pequeña sección en donde un pequeño equipo diseñaba ropa. 

Eran demasiados los departamentos que Jimin le había estado contando conforme le mostraba cada piso, pero él sabía que su pequeña omega podría aprendérselos y adaptarse a cada uno de ellos. Era una Min, por ende tenía una mente excepcional. 

―Y esta es mi oficina ―terminó por decir el mayor ―. Sé que no es muy grande, pero me encanta la vista, además, desde aquí puedo ver a todo mi equipo. ¡Oh! Este será tu escritorio. 

Ryunah asintió mientras miraba el lugar. Debía aceptar que su cuñado era demasiado bueno en la decoración, era modernamente minimalista con toques industriales. Ryunah no podía estar más orgullosa de su hermano mayor, el arquitecto detrás de toda esta decoración, ella suponía que fue el trabajo más fácil, pues, aunque ellos aún no lo supieran, eran destinados y leer la mente de su omega era muy fácil para el alfa. 

―No puedo decir que escogiste a un buen decorador sin denigrar a mi hermano mayor, pero... ―Jimin la empujó ligeramente de manera jugetona ―, hiciste un buen trabajo escogiendo a mi hermano como arquitecto, Jimin-ah. Fue como el destino que llegaras a sus pálidas y feas manos. 

El omega mayor rió un poco al escuchar las palabras de su cuñada ―. No seas pesada, los dos amamos a ese baboso. 

―Sí tú lo dices ―canturreó ella, sonriendo levemente. 

Esa sonrisa hizo que algo en el pecho del omega mayor se apretara. Él realmente amaba a su cuñada y lamentaba un poco el hecho de haberla conocido en una época no tan buena. 

Luego de aquello, el mayor le mostró su agenda, le indicó que tenía una junta dentro de poco y que podía ajustarse en su nuevo escritorio. Después de eso, regresó a la oficina e hizo unas llamadas hacia algunos inversionistas. 

Una vez que ella se quedó sola detrás de su nuevo escritorio, suspiró pesadamente. Las cosas no están siendo tan malas, pensó poniendo ambas manos en sobre el escritorio antes de escuchar una notificación venir de su móvil. Una sonrisa apareció en sus labios cuando el mensaje de su hermano mayor apareció con una imagen de un gatito con un sombrero de fiestas.