Angel Of The Morning {Eddie Kaspbrak & Lectora} It 1 & 2 - Finalizada

#13 Luces de la muerte

Recordaba haber estado en completa paz con la nariz metida en un buen libro. No había nadie en casa más que ella. Sin embargo. Cuando escucho el sonido de vasos que se rompían al caer contra el suelo, ella tembló. Había colocado el libro boca abajo en su cama cuando se fue acercando a la salida al pasillo. 

Un silencio inminente. 

Con un tanto de temor fue bajando los escalones. Molesta al sonido de sus pasos que sus zapatillas provocaban. Aunque no parecía haber nadie más que ella en la casa. Se encontró de pie en la cocina donde había unos dos vasos exactamente esparcidos en pedazos por el suelo. Lo primero que pudo pasarse por su cabeza es que tenía que ser un gato callejero que se adentro en su casa y que al romper aquello se espanto.

La idea que le causaba escalofríos era que un ladrón estuviese junto a ella. 

Se quedo quieta por unos momentos. Intentando escuchar el sonido de pasos. O respiraciones. O percibir la presencia de otra persona. Por ello su cerebro automáticamente paso en la idea de que tenía que ser un simple gato. 

Pero cuando dio media vuelta se encontró cara a cara con Pennywise. Posando su mano en el cuello de ella. 

—Ya veras (t/n)... vas a tener miedo, mucho miedo. 

Luces. Luces brillantes, eso era todo lo que fue capaz de mirar en esos instantes. Dejando de luchar. Sus ojos (c/o) tornándose de un tono casi blanco, lo último que fue capaz de observar fueron esas luces, sus oídos escuchando el inminente sonido de los gritos bañados en terror.  

El primero en enterarse de la desaparición de (t/n) fue Eddie. Se entero por la madre de ella, en como al llamar a su casa como de costumbre contesto su madre. Entre lagrimas indicándole que (t/n) había desaparecido. Con ello pudo sentir como se asustaba, temiendo inmediatamente lo peor de toda la situación. Llamando de forma rápida al resto del grupo.

Todos sabían que (t/n) no podría desaparecer solo porque si. 

—¿Cómo es que está flotando? — pregunto Richie con confusión y sorpresa —.

Las miradas de todos se posaron en la chica que estaba en el aire sobre ellos. Con su mirada perdida. Como si ni siquiera supiera que ellos se encontraban ahí. En como por dentro solo podía observar aquellas imágenes. Gritando por dentro. Llorando. Atrapada en una simple pesadilla eterna. 

—Tenemos que bajarla — había dicho Beverly —.

—Ayúdenme — pidió Eddie —.

—¿Estás preparada para entrar en Neibolt? 

Le había preguntado Beverly a (t/n) prontamente. Estaban de pie afuera. Caminando. Ambas estaban caminando al lado de la otra con prisa para detener a Bill que estaba decidido por adentrarse en soledad a Neibolt. 

—No... 

Menciono. Con sus manos temblando notoriamente. Sus ojos vidriosos ante los recuerdos que no podía bloquear de esos gritos. Se encontró mirando a Eddie en esos momentos. Completamente temerosa de que lo que más temía se volviese realidad. Porque si era de esa forma, no sabría que iba a hacer consigo misma. 

—Tú puedes hacerlo, (t/n) — le animo Ben —.

—No puedo... 

—(t/n) — le animo incluso Richie —, una y otra vez nos has dicho sin palabras que eres capaz de cualquier cosa. Incluso de matar a una persona para defender a tus amigos. 

Y con ello Eddie se acerco, una de sus manos posándose sobre la mejilla de ella. 

—Eres la mujer más valiente que conozco, puedes hacer cualquier cosa, todo lo que te propongas. Vamos a matar a ese maldito payaso, y estoy seguro de eso porque estarás a mi lado, y yo estaré contigo. 

—No quiero perderte... — susurro ella llorando —. 

—Si estas a mi lado... ¿Qué podría pasarme? 

(t/n) se lanzo a sus brazos. Con fuerza. Casi arrojando al hombre al suelo. Esas imágenes se repetían una y otra vez en su cabeza. Llorando por ese miedo horrible. No sabia como evitarlo. Solo... que tenía que evitarlo. 

—Prométeme que no harás ni una locura, Eddie. 

—Por ti yo...

—Por favor...

Ante el sonido de la voz desesperante de ella y rota fue incapaz de continuar diciendo lo que iba a decir. El era capaz de cometer cualquier locura con tal de mantenerla a salvo, tanto como ella, no quería perderla. 

—Lo prometo, amor.