Capítulo IX

229 36 11
                                    

Luego de unos minutos, algo tambaleante, me levanté y me quité la ropa. Me miré al espejo que dejaba ver todas mis imperfecciones. Las cicatrices de mis piernas, las estrías por los cambios de peso tan bruscos, los pechos muy caídos para mi edad, las ojeras, los labios secos, me miré la nuca y vi donde me habían cocido una pequeña cicatriz. Y todo el daño que no podía ver pero sabía que también estaba. Particularmente hoy, me odiaba. Me odiaba profundamente. La ropa sudada me daba ganas de vomitar. Me metí rápido en la ducha, y decidí bañarme sentada porque tenía miedo de resbalarme y romperme la cabeza. No tengo miedo de morir, la verdad. Pero cada vez que lo pienso, Gun viene a mi cabeza. No puedo hacerle eso. No después de todo lo que hizo por mí. A veces, me pregunto si a él le gustaría que le dijera papá. Realmente, lo considero más mi padre que al verdadero. Después de todo, la familia también puede elegirla uno.

Pero, a veces, me pregunto qué hubiera pasado si él no hubiera incendiado la casa y... a mi madre. Abracé mis piernas. Nunca hubiera terminado en Wammy's House. No hubiera conocido a L, a Gun, a Milo, a Watari... a nadie. Mi vida sería completamente distinta. Seguro sería una chica de veintiocho años pensando en casarme y tener hijos. Hijos puede que no... No lo sé. Saliendo de compras con mi grupo de amigas. Riéndonos de estupideces. Comentando que horrible era la situación actual... Probablemente, sería una idiota... pero qué feliz sería. Supongo. No es que ahora tampoco lo sea. No sé cuál prefiero. Probablemente, ninguna.

Salí de la ducha. Comencé a secarme, pensando lo desagradable que era mi cuerpo mientras pasaba por todas las marcas. Miré a mí alrededor y salí para vestirme con una toalla puesta como vestido. Al abrir la puerta, vi a L apoyado en el marco de la puerta del baño durmiendo. Se veía tan tranquilo. Como si nada hubiera pasado. Decidí ignorarlo. Pasé por arriba de sus piernas y fui a sacar ropa de mi closet. Cada tanto volteaba a mirarlo y nunca lo vi moverse ni nada. Llevé la ropa en mis brazos y me fui a vestir al baño. Si llegara a despertarse, no quería que piense estupideces ni me viera. Al menos, que me recuerde más joven y menos demacrada. Tampoco debería haber estado ahí en primer lugar...

Salí con un suspiro y cerré la puerta detrás de mí. Me puse en cuclillas para quedar cara a cara con él. Su pecho subía y bajaba lentamente. Por la posición de la cabeza se le marcaba mucho más una de sus clavículas... Suspiré. Qué mal gusto tengo... Miré a la ventana para pensar en otra cosa, estaba amaneciendo a juzgar por la luz que se colaba. Sentí la necesidad de correrle un mechón de cabello que se le caía sobre sus ojos, pero no lo hice. Con la voz más baja que pude emitir, hablé:

-Sé que no estás dormido.

L abrió los ojos sin entender cómo lo había descubierto. De la sorpresa, me caí hacía atrás y me quedé mirándolo anonadada. Yo tampoco entendía cómo lo supe. Creo que no lo sabía, simplemente adiviné. L se empujó de la pared y comenzó a levantarse. Hubiera jurado que sus mejillas estaban rosadas. Cuando llegó hasta arriba, con un pie movió la manga de su jean como rascándose el tobillo. Sus ojos viajaron por todo el lugar y con un suspiro se agachó un poco y me extendió una mano. Mis ojos iban desde su mano hasta su cara.

-Deja que te ayude a levantarte. -Estiré mi mano sin tocar la suya y esperé a que él me tomara la mano como le pareciera apropiado. Lo hizo con toda su mano y me ayudó a incorporarme.- Si no te sientes bien, no vengas a trabajar. -Agregó otra mano a nuestro agarre y con un suspiro las soltó.- Cuídate.

Lo acompañé hasta la puerta como si quisiera asegurarme de que se fuera. Todavía podía sentir el calor se sus manos en la mía. Él abrió la puerta y salió mirando hacia atrás una vez. Entonces, fue cuando noté a Benjamin hablando por teléfono cubriéndose la boca. Cruzamos nuestras miradas. Le sonreí y dejé la puerta entreabierta. Él entró y me preguntó cómo estaba y que me había ocurrido. Le di un par de respuestas genéricas pero en su cara pude ver la insatisfacción con ellas. Lo invité a sentarse en mi cama. No quería estar sola. Entonces, entró Milo por la puerta mientras decía:

Ilógico (Ilegal e Insípido: Tercera parte) [Death Note]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora