Capítulo XXI

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Han pasado unos seis meses desde que vi a L por última vez, desde la última vez que hablamos... y, aun así, su persona ocupa la mayor parte de mi tiempo. Veo algo y quiero contarle, pero no puedo. Si él no me habló, es por algo. Probablemente me odie y siga enojado. Milo dice que no. Hablamos todos los días, me gusta tener un amigo de una edad más cercana a la mía. Se siente normal a pesar de hablar mediante programas que modifican la voz y que tengamos que usar otros nombres códigos por seguridad. Milo siempre habla conmigo cuando L no está cerca. Me cuenta un poco sobre cómo está, o qué está pasando en su día. Sobre sus casos, o su posición, no puede hablarme; pero realmente no me importa. Prefiero no saber en que trabaja para no preocuparme... ni donde está para no hacer una estupidez...

Ya llevo unos meses viviendo en Tokio, incumpliendo el protocolo y a escondidas, un día, me escapé hacía cierta comisaria en la que sabía que trabajaba cierta persona... No es que haya hecho una investigación técnicamente ilegal en la base de datos del país a la que tengo acceso por el caso en el que estoy trabajando ni nada por el estilo. Me quedé parada frente a la puerta sin hacer nada un par de días. Ya habían pasado años, pero podría reconocer a ese idiota por su andar torpe donde sea... Además de la foto actualizada en esa búsqueda técnicamente ilegal que definitivamente nunca pasó. Uno de esos días de mirar de lejos, me notó allí parada. Al principio, estaba confundido, pero luego, cruzó la calle hasta donde estaba... sin mirar los autos que pasaban, por suerte, no pasó nada. Finalmente, se me acercó, confundido comenzó a hablar:

- ¿Qué haces aquí? ¿Cómo es que me encontraste? ¿Cómo está... - miró hacía ambos lados, bajó la voz hasta hacerla un susurro y se tapó los costados de la cara con las manos- L?

- Hola para ti también, Matsuda.

- No puedo creer que estés aquí, ¿pasó algo?

- Solo... estaba por la zona y... quería saber cómo iba todo supongo.

- Te vi los otros días allí parada, pero no sabía si podía venir a hablarte... han pasado años... Si quieres, podemos ir a hablar a un bar que hay aquí cerca y...

- Preferiría si fuera un café...

- ¡Tengo el lugar perfecto! Vamos.

Seguí a Matsuda por calles diminutas, repletas de carteles, hasta un edificio. Subimos un par de pisos en una lata de acero con música relajante hasta un pasillo que daba a una puerta. Cuando la cruzamos, me encontré con una chica vestida de rosa, con orejas de gato y unos guantes que simulaban patas de gato a juego con su vestido y su delantal blanco con volados. Nos dio la bienvenida con onomatopeyas de gato unidas a las palabras y nos explicó cómo funcionaba el cat café. Nos dijeron que podíamos quedarnos un turno, unas dos horas. Matsuda habló con la chica que nos indicó una mesa alejada, detrás de un gran poste para gatos. No había ventanas y la poca gente que estaba allí estaba distraída con los gatitos, que, por cierto, eran adorables.

- ¿Vienes mucho aquí? - Dije divertida mientras me sentaba. - Parece que eres un cliente habitual.

- Mis hijas aman los gatos, me hacen pasear por todo este tipo de lugares. Mi esposa también se emociona bastante cuando venimos. Solo con verla feliz...

- Espera, ¿estás casado y tienes hijas? - Bueno, si sabía su cambio de estado civil por la investigación que no llevé a cabo, pero es raro escucharlo de él. - Se siente raro... ¿Estás casado con...

- No, no. Es una chica que fue mi compañera y nos reencontramos... y terminamos casándonos... Ya era hora. Ya no soy un niño... Mis hijas son hermosas, tienen... - Nos interrumpió la mesera, ambos hicimos nuestro pedido. Matsuda estaba inquieto, algo incomodo. Estoy segura de que quiere preguntar por L, pero no sabe cómo hacerlo. - Y... ¿te gusta el lugar?

- Ah, sí. Es lindo. Siempre quise una mascota... pero, no soy la mejor para tener una.

- Mis hijas me rogaron, bueno, la mayor, hasta que adoptamos un gato... Mi esposa quería más, yo le dije que estábamos muy ocupados para mas mascotas. Así que llegamos a un acuerdo y ahora tenemos cuatro gatos y un cachorrito, se lo regalamos para navidad a la menor que decía que necesitábamos un perro policía, como su padre... - Matsuda pasó un rato hablándome de su familia, yo lo dejé seguir para evitar ese tema incómodo. Era muy raro pensar que Matsuda ya tenía una familia feliz, que era un... ¿hombre? - Y... ¿tú? Bueno, - Volvió a bajar la voz. - lo que puedas contarme, claro. Si no puedes, está bien... solo...

- Trabajando... todo como siempre.

- ¿Y L?

- No lo veo hace meses, tampoco he hablado. Supongo que está bien, debe estarlo.

- Ah... Creí que estarían juntos... - Me sentí algo triste por su comentario. - digo, ya no son niños... Y siempre se notó... bueno, ya sabes... que... y como los dos... no quería. Eh... perdón, olvida que dije nada.

- No te preocupes. Las cosas nunca van a funcionar entre nosotros, somos muy diferentes. Ambos tenemos nuestros... problemas. Es difícil...

- No quiero entrometerme ni sé cuál es la situación completa, pero no son tan diferentes. Los dos son increíbles detectives. Trabajan bien juntos...

- ¿Juntos? Era mas bien una competencia. Siempre es así con nosotros...

- Bueno, pero yo creo que harían linda pareja.

- No lo sé, puede que tengas razón. En otra vida... No quiero entretenerte más, deberías volver con tu familia y yo, al trabajo. Antes de que salgan a buscarme. - Bromeé. - Fue un placer hablar contigo.

- Esta bien, vamos. - Fuimos hasta el ascensor. - Estaba pensando... - oh, no. Aquí vamos. - ¿Cómo me encontraste? Me trasladaron por trabajo a este lugar y...

- Bueno, detalles... Ya sabes, solo... pregunté.

- Ah, ya veo. Bueno, yo tengo que ir para este lado y, probablemente, tampoco pueda llevarte hasta tu puerta. Igualmente, fue un placer haberte visto. Si tienes un minuto, ya sabes como encontrarme.

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⏰ Última actualización: Nov 03, 2021 ⏰

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Ilógico (Ilegal e Insípido: Tercera parte) [Death Note]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora