Narra Trevor:
Nos bajamos del coche y entramos juntos al cementerio, Lily me miró y cogió aire para después soltarlo lentamente. Desde la última vez que vino, dos jueves atrás, y que nos encontramos me había dicho que quería venir más veces. Según Lily se sentía mal por no haber venido antes tanto como quería pero que ahora se veía con más fuerzas para venir y, como a mí no me importaba, a partir de ahora iríamos juntos los jueves al cementerio.
-¿Quién primero?
-Tú, venga. - dije a la vez que le frotaba los brazos para darle ánimos y porque ese día hacía especialmente frío.
Me aparté y me fui un poco lejos para no escuchar nada. Habían pasado unos minutos, de los que no llevé la cuenta, cuando vi llegar a Lily a mí.
-Ya he terminado. - dijo con los ojos llorosos.
-Vale, pues voy. - dije mientras me alejaba.
Cuando llegué allí me acerqué y deposité sus flores favoritas.
-Hola amor, ¿sabes? He hecho caso en lo que decía en tu carta y estoy yendo al psicólogo, solo para que me ayude. Entiendo perfectamente lo que dice en tu carta pero sabes que eso es demasiado para mí. No puedo olvidarte, simplemente no puedo, porque eras, eres y serás lo mejor que me ha pasado en la vida. Porque gracias a ti vino Jak que sabes que es lo único que todavía me mantiene en pie y con ganas de seguir. Dentro de poco le tendré que dar tu carta, parece mentira que ya hayan pasado cinco años de todo. Te amo Cath, siempre, y sigue cuidando de nosotros como estás haciendo mi vida.
Me quedé un rato en silencio incapaz de seguir por el nudo que se había desatado en mi garganta y que había roto en forma de cascada por mis ojos. No sabía cuánto tiempo había pasado cuando escuché unos pasos a mi lado, creía que sería Lily y que vendría a decirme que estaba tardando mucho pero sin embargo al lado mía tenía a una chica de unos catorce años con unas rosas en las manos. Venía sola o eso parecía y se paró un poco antes de llegar a mí. No me vio o no me quiso mirar pero al momento de pararse y mirar el nombre que estaba inscrito empezó a llorar, lloraba con tanto dolor que me fue inevitable no acercarme. Al principio sólo me acerqué un poco y ella cayó de rodillas mientras seguía sacudiéndose por la fuerza con la que estaba llorando. Solo sabía repetir las palabras lo siento una y otra vez. No quise mirar el nombre que estaba inscrito porque me parecía invadir su privacidad y tampoco quería ponerle la mano en el hombro o algo parecido, ya que no la conocía de nada. Aún así se movía y lloraba con tanto dolor que no podía irme y dejarla así y menos cuando no había nadie cerca que pareciese ir con ella. Estuve un rato detrás de ella, solo esperando a que acabara para comprobar que dentro de lo posible estaba bien o algo parecido. Tardó un rato pero después dejó de moverse, de llorar, y solo quedó de rodillas mirando la lápida.
-¿Quién eres? - preguntó y yo me sobresalté.
No respondí ya que no sabía si esa pregunta iba dirigida a mí, así que decidí alejarme poco a poco.
-Te he hecho una pregunta. - dijo ahora girándose hacia donde estaba yo.
Ahí me pude fijar en la cicatriz que le surcaba toda la mejilla, era como una línea y aunque ya era cicatriz no parecía que pasase años de eso.
-Creo que no nos conocemos, solo estaba dejando flores cuando te he visto y me has preocupado.
-Nadie se preocupa por mí, no tienes por qué hacerlo.
Al hablar parecía mucho más mayor de la edad que le echaba.
-Oye, no hables así.
-¿Así como? Solo estoy diciendo la verdad.
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No me des las gracias.
Novela Juvenil-Prometo cuidarlo, te lo juro por mi vida. Fue lo último que alcanzó a decirle antes de que se la llevaran de una vez. Si ya estaba roto de dolor, cuando vio como se la llevaban creyó que su mundo se había acabado. La vida es muy injusta con algunas...