19 de Septiembre.

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Eran las siete.

Estábamos en frente de tu casa.

Estaba enfundada en un vestido rojo, suelto desde la cintura hasta la rodilla, el cabello en una trenza francesa, obra tuya. Y unos tacones.

Tacones...

Había aprendido a caminar con ellos apenas hoy.

Tu vestías un vestido negro, suelto desde los hombros hasta los muslos. También tacones y tu hermosa melena rubia suelta en pequeños tirabuzones.

Tocamos al timbre y nos abrió una mujer rubia, cabello hasta los hombros y un vestido blanco.

Era elegante y siniestra a la vez.

"Hola, Gemma. ¿Quien es esta señorita que te acompaña? ¿A que hora llegara tu novio?"

Preguntó estirando el cuello, buscando a alguien inexistente.

"Mamá, ella es Celaena. Y ella... Ella es mi novia"

La mirada de la mujer nos recorrió a ambas. Después se detuvo en mí. Me miró varias veces. Y después soltó una carcajada.

"Es broma, ¿no?"

Primer golpe.

"No, mamá, es completamente enserio"

"¿En serio, Gemma? ¿Tanto quieres llamar la atención presentándote aquí con esta muchacha y diciendo ser tu novia? Tu padrastro esta ahí adentro junto con su hija. No puedes hacer esto."

Segundo golpe.

"Esto no es llamar la atención, mamá. Yo quiero a Celaena. La quiero mucho. Y si la he invitado a venir es porque me importa. Ahora, si me disculpas, tenemos una cena pendiente."

"Tu no entras a esta casa si no es con un novio apropiado. No una mujer."

Tercer golpe. Las lágrimas se a galopaban en mis ojos.

"Entonces, vámonos, Celaena. Al parecer no somos bienvenidas."

"Gemma. Gemma. Regresa aquí en este precisó instante. Vas a entrar en esta casa y cenaras. ¿Queda claro?"

"Solo si es con ella."

Me tomaste de la mano y después de la cintura.

Tu madre nos fulminó con la mirada.

"Pasa ya y cierra la boca."

Entramos. Nos dirigimos a un comedor donde estaban sentadas dos personas.

Un hombre. Cuarentón sin duda alguna. Y una chica, de cabello negro y ojos azules.

Nos sentamos enfrenté de ellos.

Tomaste mi mano sobre la mesa.

Intenté soltarme pero fue inútil.

Eras pequeña pero fuerte.

"Hola Eric y Lizbeth. Les presentó a mi novia, Celaena."

Los dos se quedaron con la mandíbula hasta el suelo.

Nos saludamos.

Tu madre llego y se sentó, notablemente de mal humor.

Hablamos.

Comimos.

Y aveces, cuando no había tanta tensión reíamos.

Cuando estaba a punto de levantarme con la escusa de que era demasiado tarde, tu madre me hablo.

"¿Y bien, Celaena, tu madre sabe de tu orientación sexual? ¿Ya conoce a Gemma?"

Le respondí segura.

" Si, señora, mi madre esta al tanto de ello y también conoce a Gemma"

La pregunta fue extraña. ¿Donde creí que se estaba quedando su hija? ¿En la calle? Había pasado los últimos días conmigo.

"Oh, ¿y ella también es homosexual?"

Reprimi una carcajada.

"No, mi madre es completamente heterosexual."

Me miró mal.

"Bien, tal vez algún día podamos invitarla a cenar. ¿Que tal el sábado? Celebraremos nuestro aniversario. Esa seria una buena idea. Dile a tu madre, a las siete, aquí.De gala."

Oh, oh...

Mi madre puede se vergonzosa sin proponérselo.

Diario de una Homosexual.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora