Andar en canoa era lo peor, lo bueno de todo era que estábamos en el mar y no en los rápidos.
Hacíamos carreras en canoa y debo admitir que es un buen ejercicio para los brazos. Me dolían tanto que apenas podía moverlos. Y los del equipo contrario se burlaban de nosotros por ser los mas lentos pero no soy una persona atlética, como pizza todos los domingos y odio si quiera tener que levantarme para hacer algo. Así que eso era injusto.
La abuela estaba tan aburrida que se había quedado dormida con un libro sobre su cabeza. Y yo deseaba ser ella, ya que esta actividad había sido idea de mi madre, la cual gritaba desde el otro extremo que siguiera el ritmo que llevaban porque los estaba retrasando.
Así que me levante, me quite el chaleco salvavidas dejando al descubierto un bikini negro que ella me había comprado y obligado a ponerme escondiendo todos mis otros trajes de baño, y salté. Nade hasta la claraboya y todos los de mi canoa gritaron en señal de victoria. Los demás decían que no era justo pero nunca se había aclarado que teníamos que llegar con canoa, lo habían dejado a la imaginación.
Y ganamos.
Estaba ansiosa por comer algo, fui a la orilla y entre a la casa donde algunas de mis tías ya estaban sirviendo lo comida.
Tome un plato y me senté en la silla. Lo demás llegaron después y se convirtió en una reunión de familia en donde todos contaron chistes y hubo tantas carcajadas que el jugo de mango salió por mi nariz.
Al anochecer Luis y yo nos retiramos, estaba tan agotada que me quede dormida en cuanto sus brazos arroparon mi cuerpo.
ESTÁS LEYENDO
Diario de una Homosexual.
RomanceMi diario. Mi vida. Sobrevivir bajo las adversidades de la sociedad. ¿Fácil? Ni de lejos. ¿Imposible? Un poco. Ni la leas, ve a la nueva versión que está en mi perfil, esa es mucho mejor, besos.