Al día siguiente, en la escuela, procuré alejarme de todos. Me escondí de las pocas personas con las que hablaba y cuando los profesores me veían en los pasillos yo entraba en el baño temiendo que me preguntaran de mi mejilla.
Cuando la campana sonó, tomé mis cosas y salí disparado. Aun siento punzadas en mi mejilla que llegan hasta el ojo. El dolor es como si con cada palpitación, en lugar de sangre, mi corazón bombeara plomo.
Estoy a punto de tomar el camino a mi casa cuando siento una mano en el hombro. Doy un salto y me estremezco pensando que es Aaron, que me quiere hacer suyo de nuevo, que quiere hacerme su perra enfrente de todos para que vean lo sumiso que soy. Mis manos tiemblan al voltear, pero no es Aaron. Gracias a Dios.
-¡Coby! Quería invitarte a co… ¡Por Dios! ¿Qué te sucedió en el rostro?
-Nada, Sean-quiero decirle la verdad pero sé que irá contra Aaron y no quiero eso-, ¿a dónde quieres ir?
-Dime la verdad, Coby. ¿Quién te hizo esto? ¿Fue Aaron?
-No, no, no fue él. Fui yo, me tropecé y me golpee en una mesa.
Su mirada me indica que no me cree. Él sabe que fue Aaron y que yo no lo admita le duele, le lastima porque sabe que estoy mintiendo.
-Quería saber si querías ir a comer-su tono es seco y sin emoción.
-Claro, ¿A dónde quieres ir?
-Caminemos y veamos que se cruza en el camino.
Sean y Aaron son tan distintos, y aun así siento emociones muy similares por cada uno. Sean es más tierno y más lindo, me consiente y se preocupa por mí; Aaron es salvaje y rudo, pero seguro de sí mismo. Me hace sentir seguro tenerlo a mi lado porque soy su hembra y un macho siempre defiende a su hembra… o eso creía.
Caminamos por la acera hasta llegar a un pequeño establecimiento de emparedados. Pido un panini de pavo y queso y un té helado de menta. Sean pide algo mucho más masculino, un sándwich de Roast Beef y una Coca Cola. Antes de que pueda sacar mi cartera, él ya ha pagado y se dirige a una mesa. Yo lo sigo como una buena cachorra y me siento a su lado.
Su mirada seria se clava en la mesa, sin expresión.
-¿Estás molesto?-pregunto tomando su brazo.
-Sí.
No me esperaba esa respuesta. Me esperaba el típico "no, todo está bien", pero eso ha sido mucho más directo. Al parecer no todos son como yo que esconde los sentimientos.
-¿Por qué?
-Por tus mentiras.
-Sean, por favor no te molestes. Por favor.
Su silencio me tortura hasta que llega nuestra comida. El olor a pan recién horneado y a queso derretido me inunda los pulmones haciéndome sentir un poco mejor. Comemos en silencio.
-Fue… fue Aaron-digo por fin.
-Lo sabía.
-Cree que aun soy su… puta. Cree que le pertenezco y que soy suyo aun después de haberme dejado tirado en las duchas.
-¿Y lo eres?
No sé que responder. Quizás sea un pésimo amante y una pésima persona, pero tiene algo, algo que me atrae y me hace pasar por alto todo lo que me hace. Además me gusta ser dominado por un macho enorme como él, sentirme menos y nadie nunca me había cogido tan rico como él. Incluso ahora, al pensar en su masiva verga entrando en mí y sintiéndola sobre la piel de mi estómago me pone cachondo.

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Eres mío
Ficção AdolescenteCoby es un chico de cabello blanco acosado por el peor chico de la escuela hasta el punto que llega a ser su esclavo... sexual. Coby se debate entre la espada y la pared al conocer a un chico que lo hace sentir feliz y protegido. ¿Elegirá Coby al br...