-¿Qué haces en mi cuarto?
-Vine a visitarte-los ojos de Dom son igual de rojos e incandescentes que el cigarrillo que tiene encendido. La negrura de la noche hace que su silueta apenas resalte-¿No puedo?
-No… no, no puedes, vete de aquí.
-¿Escuchas eso?-el silencio se hace pesado e impenetrable-Escucha.
-Sal de aquí.
-Shhhh…-el sonido de algo rascando la madera, de algo arrastrándose hacia mí llega claro y conciso-, ahora lo escuchas, ¿cierto?-Dom se abalanza sobre mí, puedo sentir como sus enormes manos me inmovilizan. Su amargo aliente inunda mi cuerpo y cubre todo con su desagradable esencia-. Nunca te dejaras esta condición, estás encadenado a ella y tú solo aventaste la llave donde no pudieras alcanzarla-su risa es horrible y me rodea como si tuviera cien bocas, su voz se torna cavernosa y profunda, como si en su garganta solo existiera un enorme agujero-. Estás encadenado a pesadillas y tristeza.
-¡Déjame, suéltame! ¡Ayuda! ¡Ayuda!-mis movimientos son lentos, es como nadara en miel. Grito tan fuerte que lastimo mi garganta, pero mi voz es apenas audible, un murmullo. Siento un dolor increíblemente agudo en el brazo, como si me inyectaran plomo hirviendo, el dolor nubla mis movimientos y mi cabeza. Veneno.
-Estás condenado, muchacho.
-¡Déjame en paz! ¡¿Qué más quieres?! Estoy solo, mi vida ya no vale nada, perdí todo lo que alguna vez pude amar, ¿qué más quieres de mí?
-Lo que estés dispuesto a ofrecerme.
Despierto en una maraña de sábanas y almohadas. Mis brazos y espalda están congelados y mis almohadas en el suelo. Corro a encender una luz. Reviso mi cuarto por todos lados y suelto un suspiro de alivio al comprobar que no hay nadie. Miro mi brazo en busca de alguna mordida o de alguna marca, pero no tengo nada.
Pesadillas, de nuevo.
Tiendo mi cama mientras el cielo se aclara poco a poco. Extiendo las cobijas y después me siento en el colchón. Han pasado meses desde que visité a Sean en la prisión y aun así mi mente no me deja en paz. Me tallo los ojos con los puños y me preparo para… ¿para qué? No pienso ver a nadie ni nadie piensa verme, pero es mejor a no tener nada que hacer. Cuando no hago nada mi mente me juega malas jugadas que me hacen pensar y pensar hasta que me ahogo, además quiero comprar… algo, algo en el centro comercial.
Tomo un baño y me visto. Cuando llego al centro comercial doy unas vueltas mirando los escaparates y las tiendas, observando la poca gente que hay y las fuentes echando agua. El corazón me palpita fuerte, como si fuera hacer algo malo, aunque no sea así.
Sí lo es, deja de engañarte.
Paso a paso me acerco a la tienda. En la entrada hay un enorme oficial con un audífono blanco cayendo por su oreja. Un enorme cristal del tamaño de la pared muestra botellas con líquidos amaderados y ambarinos, transparentes y turbios. Whisky, Tequila, Coñac, Anís, Ron… infinidad de alcohol a mi disposición.
En algún lugar leí que las pesadillas se van cuando te emborrachas lo suficiente, que el alcohol mata a los espíritus de la noche, pero en otro lugar también leí que tomar es una puerta sin fondo, un escape de cobardes.
Tu vida es bastante turbulenta para que encima te hagas este daño.
En el fondo sé que es malo, pero me convenzo de lo contrario. Quiero olvidar, tirarme en la cama y dejarme dormir, dejar de pensar. Quiero, por una vez, dejar de ser yo, que el mundo gire sin mí.
Cuando doy un paso hacia adelante, una voz me detiene.
-¿Coby?
Volteo para saber quien queda en el mundo que se acuerde de mi nombre.
![](https://img.wattpad.com/cover/27661382-288-k528331.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Eres mío
Ficção AdolescenteCoby es un chico de cabello blanco acosado por el peor chico de la escuela hasta el punto que llega a ser su esclavo... sexual. Coby se debate entre la espada y la pared al conocer a un chico que lo hace sentir feliz y protegido. ¿Elegirá Coby al br...