No logro concentrarme en nada. Tardo más de una hora en avanzar una página de mi libro. Camino de un lado a otro en mi habitación como si estuviera perdido. Mi mundo se vuelve oscuro. La escuela se hace una carga menos puesto que al día tengo, por mucho, cuatro horas de clase. Veo a los días de antes, dónde tenía que preocuparme por exámenes y ensayos y tareas, ya muy lejanos. Un enorme mar nos separa y eso me entristece un poco, pero algo me dice que esto me hace crecer, porque lo que nos ayuda a madurar, no son la experiencias, es el dolor.
No veo a Sean en casi todo el día y los únicos momentos que tenemos para nosotros son los momentos en los que hablamos por teléfono. No quiero hablarle de la charla con el policía, él sabe que le oculto algo, pero de verdad no quiero, sería ponerle una carga más sobre sus hombros, un lastre innecesario.
-…Así que me puse a ver una película, los chicos del equipo no está de humor como para salir o jugar un pequeño partido-su voz se oye mecánica por el cable que conecta nuestros teléfonos.
-Sí-respondo pensando en mil cosas a la vez, sin prestarle atención.
-¿Sí…qué?
-Qué sí, que está feo eso que se hayan dispersado tanto cuando deberían estar más unidos.
-Ah, sí, pero pues un solo hombre no es un equipo, sino yo mismo jugaría o buscaría alguna otra liga, que sé yo-su voz me tranquiliza. Sean es mi salvavidas en este agitado océano, es a lo único que me puedo asir, lo único que me mantiene a flote.
-Puedes jugar conmigo.
-Oye eso sería lindo, podría lancerte el balón y correr por el parque, por cierto, te debo ese helado.
-No me refería precisamente a jugar a la pelota, si me entiendes-le digo medio en broma medio en serio-, pero me gustaría ir por un helado. Olvidar todo lo que está pasando.
-¿Qué está pasando?
-Eh… el… el estrés de la escuela.
-Sí, no sé porque los días son más cansados cuando no tienes nada que hacer que cuando tienes clases, pero no importa, ya pronto son vacaciones. ¿Quieres ir mañana por ese helado?
-Sí, eso me gustaría.
-Ok, entonces paso a tu casa a las doce, ¿ok?-me dice y mi cara se ilumina al imaginarme junto a él caminado del brazo por la calle.
-A las doce. Lleva tu balón, te mostraré que también sé lanzar.
-Claro, amor, claro. Nos vemos.
-Nos vemos.
Me quedo sobre el colchón viendo al techo. La luz que Sean trae a mi vida quiere ser consumida por los problemas que acarreo. Son estos momentos en los que desearía fumar para poder tranquilizarme. Escucho música hasta las cuatro de la mañana que es cuando me quedo dormido.
El timbre de mí casa me despierta de un sueño con teléfonos que se convierten en víboras. Tengo sudor en la frente, pero no recuerdo el sueño. Bajo los escalones de dos en dos y llego a la puerta.
-¿Quién es?-pregunto aunque sé la respuesta.
-Pizza Hut.
-¿Quién?
-Soy Sean, abre ya.
Abro la puerta y me encuentro con un enorme ramo de girasoles frente a mí.
-Para mi príncipe de su humilde lacayo-dice Sean inclinándose en una rodilla.
-¿Qué es esto?-pregunto con una enorme sonrisa tomando el ramo.
-Una disculpa por haber actuado como un imbécil el otro día. De verdad, lo siento, bebé. Tanto estrés, tantas noticias difíciles de digerir… Perdóname.

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Eres mío
Novela JuvenilCoby es un chico de cabello blanco acosado por el peor chico de la escuela hasta el punto que llega a ser su esclavo... sexual. Coby se debate entre la espada y la pared al conocer a un chico que lo hace sentir feliz y protegido. ¿Elegirá Coby al br...