Sean me cuenta a grandes rasgos como fue todo. Aaron ya les había dicho a todos que era su perrita y su puta, entonces los demás querían que compartiera con ellos mí… mi cuerpo. Cuando llegué a las duchas los demás jugadores me vieron como un montón de machos en celo y me montaron todos.
Sean se sintió mal por mí y me llevo a su casa para quitarme el semen que tenía encima y dentro de mí, por lo que me dijo Sean, fueron unos cuantos litros que se disolvieron al contacto con el agua tibia de la tina.
-¿Cómo te sientes ahora?-me pregunta. Estamos sentados en los sillones de su sala mientras comemos los hot cakes que preparó.
-No… no sé. Me siento triste, supongo. Yo quería a Aaron, me hacía sentir lleno-lo miro a los ojos y suelta una risita-, no en ese sentido… bueno, sí, pero entiéndeme. Yo lo quería de verdad, me gustaba como me hacía sentir, no sé.
Sean unta un hot cake con mermelada de frambuesa y se lo come casi de un bocado antes de añadir:
-Lo sé, me pongo en tu lugar y creo que debe ser horrible que la única persona que te mueve el corazón ahora no esté, que se haya ido por gusto, porque simplemente no lo satisfacías.
-¿Podemos cambiar de tema? Por favor-siento ese cosquilleo detrás de los ojos. Lágrimas-No me siento bien hablando de Aaron en estos momentos.
-Sí, sí claro, disculpa.
Comemos en silencio hasta terminar los hot cakes. Me levanto y recojo todos los platos y los lavo mientras Sean se queda sentado. A pesar de sentirme fatal aun me gusta sentirme sumiso y un poco inferior a los chicos lindos.
-Si te quieres duchar otra vez al lado de mi cuarto está la regadera. Tercera puerta a la derecha. Te dejaré un poco de ropa sobre la cama.
-Gracias, pero ¿a dónde irás?
-Por unas compras, no tardo.
Termino de secarme las manos cuando la puerta de entrada cierra en clic. Subo escalón a escalón y entro en la regadera. El agua es demasiado caliente, así que espero a que se enfríe. Me miro un segundo en el espejo y veo lo que soy: un simple chico con cabello blanco.
El agua recorre mi cuerpo y mejora mi ánimo con cada gota. Uso un poco del shampoo de Sean. En la etiqueta dice Para Hombres y eso es Sean. Un hombre. Alguien a quien siento que le pertenezco por salvarme y no dejarme atrás. Alguien a quien quizás pueda gustarle. Al fin y al cabo, me cogió como todos los demás. Trato de recordar quién era, pero fueron tantas erecciones, tanto semen, tanto placer que se me nubla la mente.
Salgo y entro en el cuarto de Sean que huele a desodorante y a muebles de piel. Me siento en el borde de la cama y veo la ropa que me dejó. Una simple playera que dice Jack Daniel's sin mangas y un pants negro que se entuba en las piernas. Comienzo a vestirme pero noto algo: no hay ropa interior. Pienso mirar en sus cajones pero eso sería mal educado, recorro el cuarto con la vista y me detengo sobre su silla.
Su suspensorio de football.
Lo tomo entre los dedos y lo sopeso. Es blanco y luce limpio. Lo agarro y no puedo evitar olerlo un poco. Huele a sudor, a macho, un poco a semen, pero nada desagradable, de hecho, me excita. El hecho de que este pedazo de tela este pegado a su escroto y a su pene me pone caliente. Mi mano baja el elástico del pants y comienzo a masturbarme con el olor de Sean.
-Vaya, hiciste justo lo que pensé-su voz me interrumpe y mi erección desaparece.
-Sean, perdón, perdón, no te oí llegar y no tenía ropa interior y pensé…
-No te puse ropa interior por una razón-se acerca hacia mí un poco con una bolsa en la mano. No se ve enojado, pero sus ojos tienen un brillo, un brillo que ya he visto antes, en los ojos de Aaron-. Y esa razón es que, cuando estés en esta casa, no usarás ropa interior.
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Eres mío
Teen FictionCoby es un chico de cabello blanco acosado por el peor chico de la escuela hasta el punto que llega a ser su esclavo... sexual. Coby se debate entre la espada y la pared al conocer a un chico que lo hace sentir feliz y protegido. ¿Elegirá Coby al br...