Rosa pálido.

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La semana pasa lentamente. Mis pensamientos me llevan instintivamente a Sean, que está junto a Aaron en las prácticas de football. ¿Qué pensará cuando está junto a él? ¿Querrá matarlo por hacerme sentir tan mal? ¿Aprovechará la más mínima oportunidad para golpearlo en medio del campo?

La cicatriz apenas se ve en mi mejilla ahora, pero el dolor sigue plasmado en mi memoria. Recuerdo como paso de ser su cálida mano rozando mi piel a convertirse en su puño golpeándome. Aaron es voluble, explosivo, quizás hasta salvaje, pero aun así me vuelve loco pensar en él. Es como un jaguar, indomable, sin reglas, se rige por el instinto y las emociones. No se sea eso correcto, pero así es él, seguro de lo que hace y lo que piensa, incapaz de dar un paso atrás y pedir disculpas, o eso pensé. Jamás creería que lo vería en mi puerta y que me diría que lo sentía, sin embargo se tragó su enojo. No sé qué pensar.

Quedé de verme con Sean en el cine. No puedo esperarlo en las gradas del campo de football, Aaron podría verme y no sé cómo podría reaccionar, así que camino. Cada uno de mis pasos acalla el enjambre de pensamientos en mi cabeza, me ayuda a pensar de manera calmada. Los pantalones entubados que traigo puestos se estiran y se aprietan contra mis piernas, contra mi piel rozándome ligeramente como lo hace Sean, como lo hacía Aaron. El aire frío me acaricia la cara y recuerdo el aliento de los dos al besarme. La gente camina a mis lados y me pregunto si ellos también pensarán en mil cosas a la vez como yo.

Llego al cine y veo las películas, no hay gran cosa: las mismas películas hollywoodenses llenas de efectos especiales y fantasía. Llenas de mentiras en mi opinión. Miro a mi reloj para comprobar el horario, pero unos brazos fuertes me abrazan la cintura y unos labios se cierran entorno a mi cuello, cerca de un chupetón de colores que indica que tengo dueño: Sean.

-Hola, amorcito. Llegaste temprano-huele a jabón y loción Perry Ellis. Seguramente se duchó antes de venir a verme. Es un detalle muy bello-, ¿qué película quieres ver?

-Hola, cielito. Pues no sé, la que tú quieras, yo soy tuyo.

-Uhmm…-mira la cartelera aun abrazándome, transmitiéndome su calor-¿Qué te parece 'Escándalo Americano'? Está nominada al Oscar, creo.

-Sí, me agrada la idea. Ten-extiendo un billete doblado para que pague, Sean cierra los ojos y lo aparta con la mano.

-Nada de eso, me rehúso.

-Bueno, pero entonces yo compraré las palomitas.

-Tú quieres que te deje otra marca en el cuello, ¿verdad?

-Lo cierto es que sí-me acerco a él y paso discretamente mi mano sobre su entrepierna y aprieto un poco su miembro. Sean se aleja de mí riendo.

-Eres un loquito.

Lo acompaño a la caja y pagamos los boletos, después vamos a la dulcería y compramos solo unas palomitas y un refresco al cual Sean le pone dos popotes.

-Podemos hacer como en las películas, donde los novios beben del mismo vasito con popotes, ¿qué te parece?

Sus ojitos son de cachorro entusiasmado. Me trago las ganas de agarrarlo a besos en medio del pasillo porque sé que no podré detenerme. Una vez que empiezo soy como un conejo.

-Me parece perfecto, amor.

Entramos a la sala. Faltan tres minutos para la función y aun así está semi desierta. Nos sentamos hasta atrás y nos acomodamos, levantamos los reposabrazos y nos juntamos. La proyección comienza y me adentro en la película, pero no pasa ni media hora cuando pierdo el hilo de la trama y por lo visto Sean también ya que sus ojos se entrecierran y se apoya sobre el puño de su brazo.

-¿Te está gustando?-pregunto en un susurro.

-No, para nada, no me sorprende que la sala esté vacía.

Una idea me asalta la cabeza y sé que no me abandonará. Comienza a tomar forma y fuerza y sopeso si sería adecuado decírsela a Sean.

Me arriesgo.

-¿Quieres… no ver la película?

Sus ojos resplandecen a pesar de la poca iluminación de la sala. No respondo, solamente se limita a besar mis labios con dulzura, sin prisa, a sentir cada uno de sus movimientos, a amoldar los suyos contra los míos. Me acaricia el cabello y su mano llega hasta mi cuello, baja poco a poco hasta quitar mi playera y dejar mi hombro expuesto. Siento como mi erección crece con cada uno de sus movimientos, pero no me arriesgo, no quiero llevar esto más allá, no quiero estropearlo todo.

Sus labios siguen calmados contra los míos. Su lengua poco a poco busca el camino para adentrarse en mi boca, su mano baja más y llega a mi abdomen y después un poco más, un poco más. Me tiene donde quiere, en este momento podría pedirme que me lanzará al vacío y yo lo haría sin pensarlo siquiera.

-Shhh-me dice y lo único que se oye en el silencio sepulcral del cine es el sonido de mi bragueta bajarse. Su mano sigue el camino y toma mi erección sobre mi trusa rosa pálida. No espera demasiado y mete su mano y me agarra el miembro completamente erecto y húmedo. Suelto un gemido y me tapo la boca con ambas manos cerrando los ojos. Espero unos segundos para abrirlos. Nadie nos mira, todo sigue como si nada.

Sus dedos masajean la piel que me cubre la glande, poco a poco me comienzo a derretir en el colchón por tanto placer. Sus dedos, ahora llenos de presemen, bajan más, acarician mi escroto y llegan a mi boy pussy.

Primero mete su índice, y siento como se mueve dentro de mí, como poco a poco entra. Su dedo hace círculos dentro de mí y tengo que volver a taparme la boca para no pedir más a gritos. Después entra el dedo corazón. Como es más largo, llega más profundo. Toca toda mi tibia cavidad, dilatándola, haciéndola más grande para que su verga pueda entrar más rápido y más fácil. Después no me mete un dedo, sino dos, el anular y el pulgar. Siento punzadas de placer en mis testículos que ruegan por atención, pero no me toco, aun no. Sus dedos luchas por entrar hasta que lo consiguen. Siento como si me hubieran abotonado porque sus dedos entran a presión. Una vez dentro se mueven, tocando mi interior, abriéndolo, haciéndome suyo. Tocan uan parte que lanza ondas de placer a mi cuerpo, que me estremecen, que crean cortos circuitos en mi sistema.

Mi punto G.

Abre los dedos en forma de flor y todo se oscurece. Mis ojos se cierran, mis músculos se relajan, mi respiración se acompasa.

Solo puedo sentir como, poco a poco, un líquido caliente me recorre el pene, el escroto, el abdomen y los muslos.

Las luces se encienden paulatinamente y Sean trata de sacar los dedos, pero no puede. La gente comienza a levantarse y yo ruego para que salga de mí, entonces da un fuerte tirón y sale. Me ayuda a levantarme y salimos como si nada.

Caminamos en la gélida noche, las farolas nos alumbran con su frío brillo blanco y nos guían a casa de Sean. Vamos tomados de la mano, como debería ser siempre.

Cuando estamos en los escalones de su puerta, Sean me besa y me dice muy serio.

-Bueno, ya tuviste acción, ahora me toca a mí. ¿Estamos?

-Estamos-asiento con la cabeza.

Abre la puerta y entramos. Me preparo para lo que sea que quiera hacerme.

Estoy ansioso.

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