Destino

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—Vamos a casa.—Sugirió Lauren.

—Si, empieza a dolerme un poco la cabeza.—Concordó Camila.

Cogidas de la mano volvieron a casa, Camila pensó mucho en el camino en que debería hacer con su relación, si realmente esto valía la pena o no.

Tras la visita de los padres de Camila, la semana pasó de forma veloz, la castaña la pasaba en el trabajo y la ojiverde trataba de descansar y seguir las indicaciones de Camila para recuperarse, hoy iban a quitarle las molestas vendas, al parecer por un tiempo tendría que usar gafas pero estaba bien, en cuanto a la relación todo había quedado estancado, se trataban lo mejor que podían pero evitaban a toda costa ponerse románticas.

Camila le iba a quitar las vendas.

—Puede que lo veas todo borroso al principio, pero es normal...—dijo Camila cortando la venda.

—¿Y si no veo nada?

—Si no ves nada, tendré que cargar contigo toda la vida.—dijo Camila, tratando de bromear.

—No es gracioso.

Lauren abrió los ojos lentamente y comenzó a ver la silueta de su exnovia.

Camila esperaba frente ella, quería ver de nuevo esos ojos esmeralda.

—¿Qué tal?

La visión se le aclaraba lentamente a Lauren.

—Bien...Veo a un ángel.—susurró con una sonrisa encantadora.

Camila recordó lo que le había dicho la primavera vez, y no pudo evitar sonreír ante el recuerdo.

Lauren podía ver cada detalle del rostro de la castaña, era mas hermosa de lo que recordaba.

—Echaba de menos tus ojos.—Le dijo, tomando su rostro.

—Y yo los tuyos...—Camila sonrió apoyando sus manos sobre las de ella.

—Ya no tendrás que cargar conmigo.
¿Qué te parece?

La ojiverde se sentía aliviada de algún modo.

—No eres una carga.—La doctora negó.

Se levantó y comenzó a hacer una receta, una enfermera entró dejando una cajita.

—Aquí tienes tus gafas, tendrás que utilizarlas durante un mes y aplicar estas gotas.

—Dios, si la prensa me ve con gafas perderé todo el estilo.—Se quejó Lauren, luego tomó las gafas y se las puso mientras esperaba la receta— ¿Ya puedo tomar ese avión para volver a casa?

Camila quiso dejar a un lado su lado profesional y ser egoísta, decirle que no, que aun tendría que quedarse, pero sabía que no podía retenerla, de espaldas a ella contestó con un hilo de voz.

—Si...ya puedes irte.—le respondío, entregándole la receta.


—¿De veras?—Lauren, en realidad no se quería ir—¿No me hará daño volar?

—Bueno...teniendo en cuenta que te la acabo de quitar, sería bueno que al menos esperaras un día. Pero eso ya es decisión tuya, a partir de ahora ya tienes el alta, por lo que ya no soy tu médico.

Camila no quería mirarla, si se iba a ir prefería que lo hiciera ya, porque no sabía lo que podía hacer.

—Pues...quizá debería quedarme un par de días mas, ¿Tu que crees? confió en ti.

Infielmente enamorada (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora