XLI

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—Ah, es aquí otra vez. ¿Tienes alguna especie de fetiche raro con hacerlo en el inmobiliario? —dices con burla mientras te conduzco a la tarima del teatro. En respuesta solamente ruedo los ojos hacia ti y ríes. Sí, ya estás acostumbrado a soltar este tipo de chistes sexuales.

—Sube —indico, pero te ayudo a subir a la tarima de todas maneras.

Te paseas por la superficie observando en una vista panorámica el escenario, la cama y el escritorio se conservan en el mismo lugar donde los hallamos la última vez. Subo detrás de ti.

—¿Crees que ya hayan notado que hay algo raro en las sábanas- —Corto tu charla colocando la rosa que tomé del escritorio justo en frente de ti y la miras desconcertado— ¿Y esto?

—Para ti —respondo. La tomas vacilando y la tocas por los pétalos, me tienes estafermo observándote con esa imagen de niño descubriendo una rosa por primera vez.

—Oh, genial.

—Ha pasado un mes —digo tanteando las palmas sudorosas de mis manos.

—¿Un mes? ¿Desde qué? ¿Desde que te la chupé, desde que nos besamos o desde que tuvimos sexo?

Claro, como dije, solamente él sabe arruinar el momento.

—¿Sabes qué? Devuélvemela.

—¡No! Es mía.

Alejas la flor ocultándola en tu pecho cuando trato de tomarla, cada vez que salto en un nuevo intento huyes de mí y tengo que perseguirte, ríes haciéndome reír. Finalmente te atrapo y te encierro en mis brazos acercándote al centro del escenario y me miras tan inocentemente teniendo la rosa pegada a los labios y la nariz.

Estoy tan nervioso. Vuelvo a aquellos años en que solía verte a través de un cristal sin que te dieras cuenta, y ahora, estás aquí, frente mío. ¿Puedes escuchar el latir de mi corazón? Porque estoy por desfallecer. Las palabras están atoradas en mi garganta, no importa cuántas veces las haya repasado, mi mente está en blanco.

Cualquier rastro de nerviosismo desaparece cuando me golpeas en los labios con la rosa. Ríes tan dulcemente que me es imposible molestarme contigo. Tus ojos me miran con ese destello tan resplandeciente, tan dilatados, quiero pensar que no estoy en un sueño.

Me inclino a besarte siendo inmediatamente secundado. Han, nunca podría cansarme de tus labios. Tan bonitos, tan brillantes. Quiero respirar tu aroma cada que me levanto por las mañanas, quiero abrigarte cada que te sientas frío y desamparado. Te admiro cual estrella y te deseo cual amor imposible. Te doy la vida de mil y un maneras sin esperar nada a cambio. Me es inútil el oxígeno cuando estoy contigo. Fuiste mi sueño, y serás mi sueño hasta que muera.

Sí, creo que todo eso y más dije con ese beso.

ManonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora