LVI

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Hannie: ¿Quieres ir al cine?

Ji Sung y yo acudimos a la función de media noche después de que salgo del trabajo y los dos juntos vamos al cinema del centro comercial más cercano, elegimos una extraña película de horror sobre posesiones en una prestigiosa comunidad católica en Europa y entramos a la sala después de una larga, aunque no lo pareció tanto, fila en el puesto de dulces y palomitas. Sentados uno al lado del otro saltamos y jadeamos con cada aparición paranormal de los fantasmagóricos antagonistas en la pantalla.

—Ése no me lo esperé.

Durante el filme compartimos comentarios, risas, sustos, golpes y pellizcos molestando al otro. Cuando intento meter la mano en el cubo de palomitas, Han mete la suya al mismo tiempo, en lugar de volverse un cuadro romántico, se convierte en una estrategia para impedirme tomar mis palomitas hasta que le arrojo las que logro tomar y él las arroja de regreso a mí. Dicha travesura hace que una persona de adelante nos calle.

A media película ya tiene su cabeza recargada en mi hombro, mi cabeza en la suya y nuestras manos entrelazadas sobre el posa manos entre las sillas. Otro ente en la pantalla que parecía una inmóvil e inofensiva estatua salta al protagonista con un gemido estridente, lo que nos hace saltar también. Siento su cabeza chocar con mi mandíbula.

—Oww.

—Lo siento, bebé —ríe dándome cortos besitos en la zona—. Hey, ¿quieres uno?

De debajo de su chaqueta saca un paquete de gomitas de gusano abierta.

—¿Cómo lo metiste? —Hablamos entre susurros.

—Tengo muchos bolsillos dentro de la chaqueta —Ruedo los ojos y río junto a él recibiendo sus gomitas en la boca, lo hago que recueste la cabeza sobre mí de nuevo siendo que la posición era muy cómoda, pero si cabeza no duró mucho en mi hombro cuando vuelve a levantarse—. Deberíamos intentar eso de besuquearnos durante una película —susurra.

Le miro extraño.

—Tienes metas muy raras.

—¿Vas a cumplirlas conmigo o no? —Me alejo fastidiándolo cuando trata de besarme y como reprimienda lanza la bolsa de gomitas a mi regazo fingiendo enojo, antes de que se aleje de mí le como a besos la boca y entonces se separa abochornado— Voy al baño —dicho aquello se levanta y se va por el pasillo.

Presto atención a la película como no lo hice en los últimos cuarenta minutos. Un par de personajes deambulan por los acueductos conectados a la cañerías bajo las iglesias con una linterna encendida en cada mano. Estoy listo para cualquier emboscada, pero fallo en el intento de no ser asustado cuando de las aguas emerge una mujer cubierta en larvas, gusanos y vestiduras desgarradas. Mientras veo al ente corretear a los protagonistas por los conductos como de las gomitas de Ji Sung y bebo de mi refresco notando que no lo había hecho hasta ese momento, llevo otra gomita a mi boca y me percato de que se está moviendo. No. Un momento. ¿Por qué se mueve?

Suelto un resuello al bajar la mirada y encontrarme con una lombriz viva entre mis dedos y la suelto enseguida. No sé exactamente donde ha caído, la solté por inercia. Llevo la vista al empaque y en ella veo un conglomerado de lombrices vivas retorciéndose unas contra otras. Suelto la bolsa y ésta cae al piso haciendo a los gusanos desperdigarse sobre él. El aliento se me ha escapado del alma y los ojos se me saltan de las cuentas al ver ese nido de insectos bajo mis pies.

—Ya volví —escucho a Ji Sung a mi izquierda colándose entre los asientos y llega a mi lado—. Oye, dejaste caer mis gomitas —se queja con los hombros caídos viendo hacia el suelo.

Bajo la mirada. Los gusanos son gomitas otra vez.

ManonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora