LVIII

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—¿Hola? —Silencio. La tienda está vacía— ¿Hay alguien aquí que pueda atenderme?

—¡Ya voy! ¡Ya voy!

Salgo corriendo del baño con las manos desinfectadas y la camisa fuera de los pantalones. Atiendo a la señorita que aguardaba impacientemente en la caja y cobro con prisa sus compras, no recibo un agradecimiento de su parte cuando la despido. Doy un suspiro alargado mirando el techo. Me doy la vuelta y veo a Ji Sung recargándose en la pared, chupones adornan su cuello y el cabello revuelto le cubre los ojos, sube su bragueta y esconder las manos detrás del cuerpo con una sonrisa juguetona. Ruedo los ojos y aguanto una sonrisa cuando estoy de espaldas a él.

ManonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora