LXXXIV

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Su mano cae en el agua. Un silencio sepulcral inunda de repente la habitación. Todas mis fuerzas parecen desvanecerse.

Han.

Con temblor lo tomo por la espalda y levanto su cuerpo, empiezo a llorar cuando veo su rostro. Sus ojos cerrados, sin vida, sus labios entreabiertos. Con lentitud lo acomodo entre mis brazos para abrazarlo, su piel está tan fría. Sigo sollozando cuando me recargo en la pared de la tina.

Ya todo se terminó, amor, ya no temas.

Ya todo terminó.

ManonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora