Relato 17.

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Heterosexual confundida.

Este es el título que se me atribuyó hace por lo menos 3 meses atrás. ¿Quién me lo dio? Mi propio padre.Vivo en una casa llena de estereotipos. La mujer está para la casa y los hijos, y el hombre para trabajar y hacer lo que quiera. La figura masculina no limpia ni cocina, eso es cosa de mujeres. Ahora bien, ¿Y ese título por qué es? Verán, en una conversación, un poco inquietante, le confesé a mi progenitor mi bisexualidad. Adivinen qué dijo. Dijo que no, que no era así. Se tomó unos segundos para pensar, usando su pequeña mente cerrada y retrógrada, y me cambió su versión agregando que yo en realidad estaba confundida. ¿Cómo una persona tan ajena a mí podía saber tan bien lo que me pasaba? ¿En qué cabeza cabe que eso pueda suceder? Porque evidentemente en la mía no. Era obvio que no sabía de lo que hablaba, después de todo no sabia como me sentía, que me gustaba, tampoco quien era. En esta casa las cosas se arreglan con golpes, gritos y si hay algo que noté este último tiempo es que logré poco a poco romper con esos estereotipos impuestos por mi propia familia, incluso los propios. Estoy muy orgullosa de haberlo hecho, tanto que no me arrepiento de nada y no puedo callarme más mi forma de ser, pensar y actuar.Papás, estoy cansada de discutir con ustedes porque no aceptan nada de lo que pienso o me gusta. Realmente lo estoy, y mucho más de lo que pueden imaginar. Lo que quiero hacer de mi vida o la persona con la que quiero estar por el resto de ella no tendría que ser motivo de discusión. Espero que algún día entiendan que no soy lo que quieren, y que nunca lo voy a ser. Ah, y también que no soy una contadora heterosexual confundida, que no sabe nada de la vida ni lo que quiere, soy una bailarina bisexual y sé muy bien lo qué quiero, con quién y cómo.

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