La habitación estaba iluminada a más no poder, la fría ventisca entraba por los ventanales y envolvía a las dos personas en ella, sin embargó, estas no hacían nada para evitarlo, tan solo permanecían en un silencio profundo.
Narcissa estaba quieta, observando atentamente a Draco, sintiendo que si despegaba la vista por un instante, este desaparecería. El imperceptible sonido de la puerta abriéndose lentamente la distrajo un poco, pero continuó con la mirada fija en su hijo.
—¿Como sigue Draco? —pregunto el castaño apenas entro a la habitación del susodicho.
—Igual que hace una semana, sin reaccionar. —farfulló con voz desesperanzada Narcissa, levantándose de su lugar para dejar que William lo examinará.
El castaño se sentó a un lado de la cama, Draco continuaba con la mirada perdida al frente, su pecho subiendo y bajando lentamente era el único indició de que aún permanecía con vida, ni siquiera se inmuto cundo su brazo fue tomado por el otro.
—Veamos entonces. —saco su varita y la paso un par de veces por el cuerpo de Draco, asintiendo conforme con cada pasada. —El pulso esta estable, su magia no muestra ningún signo de alteración, lo que quiere decir que la rosa no ha crecido, tal como lo teníamos planeado. Las pócimas de Severus sin duda son excelentes para reducir su crecimiento.
—¿Entonces porqué aún no reacciona? —pregunto Narcissa en un hilo de voz.
—Supongo que es normal, nunca antes se había realizado este tipo de operación, sacando la rosa pero asegurando que quede un poco de ella para que crezca y no pierda sus sentimientos, sin duda, es una idea muy loca pero similar a las cirugías que se han realizado antes. Su estado catatónico se debe a que su magia aún lo esta asimilando, pero estoy seguro que tarde o temprano volverá en si.
Narcissa asintió disconforme y acompañó al otro a la salida en silenció —Si usted lo dice entonces así debe de ser.
—No debe preocuparse, fue idea de todos. Deberia confiar mas en nuestras habilidades, pero aún más en la terquedad de su hijo, si él dijo que definitivamente saldría de esto entonces así sera. —exclamo sonriente, alejándose hacia los jardines de la mansión, donde se encontraba paseando Severus.
La pelinegra regreso a la habitación de Draco, apoyándose en la puerta detrás de ella mientras observaba la apariencia etérea y distante de su Dragón. Contuvo sus sollozos y se acerco hasta él para cepillar su cabello rubio.
—¿Sabes? Tu padre ha dicho que estaba planeando cambiar al lado de Dumbledore. Dice que de esa forma tanto tú como yo estaremos seguros, con todo esto que paso abrió los ojos y ya no se deja engañar por él. —susuro quedamente mientras acariciaba la cabeza rubia y mecía consigo el cuerpo de Draco —Pero ahora solo nos falta que tú estés con nosotros, que sonrías y saques de sus cabales a tu padre con tus comentarios sarcásticos como lo hacías antes.
—...si hago eso... padre sin duda me matará.
Narcissa alejó rápidamente a Draco de ella para verlo a los ojos impactada, observando que el brillo de los orbes grises había vuelto, no con la misma intensidad, pero ahí estaba. Regreso a sus brazos a Draco, abrazándolo fuertemente y llorando de alegría. El ojigris sólo se dejo hacer, con la mirada un poco distante pero correspondiendo el abrazo.
°•°
Dentro de Malfoy Manor, en lo más íntimo de los salones residía un increíble invernadero, con las flores y plantas mas exóticas que una familia sangre pura podria poseer. En una esquina un poco alejada de las demás, una rosa roja refulgia con orgullo ante las otras rosas, los pequeños capullos de sus retoños se encontraban a sus lados, asegurando ser en un futuro un hermoso rosal.
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Dulce Agonía.
FanfictionHarry termina siendo ayudado por quien menos pensó, Draco Malfoy. Y aunque ya lleva años sin molestarlos, nunca imagino verlo en ese lugar y en esas circunstancias. Sin embargo, en el camino descubre la extraña enfermedad que carcome el corazón del...