14.

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—Estamos aquí. —el vaho salió visiblemente de la boca de Hermione producto del clima tan frío —Sigo pensando que lo mejor era haber tomado poción multijugos.

—Sabes que no vendré al lugar donde nací como otra persona, no cuando es la primera vez que regreso.

Hermione le dirigió una mirada complicada al pelinegro, para después apegarse a su brazo y comenzar a caminar en el blanco camino que les regalaban las calles del valle de Godric Gryffindor.

Detrás de ellos, un atento Draco observaba con precaución a su alrededor, sus bellos de la nuca estaban crispados y sabia que no se debía al viento helado que calaba su piel, si no al pensamiento de poder caer en una trampa del enemigo. El par delante de él lucían por de más relajados, un poco precavidos pero no tan al pendiente de su alrededor como él, suponía que se debía al hecho de que ellos ya estaban acostumbrados a esa presión y sentimiento de peligro, cosa que él, en sus cortos 17 años nunca había experimentado.

Lo más cerca a esa incertidumbre fue cuando correteó al pavo real albino de su padre, y no creía que fuese un buen ejemplo puesto que en ese momento estaba tanto divertido como preocupado.

—Mira, están festejando.

La voz de la castaña lo hizo ver a la casa iluminada por las múltiples luces navideñas, cuya luz al reflejarse en la blanca nieve daba la impresión de estar en la bruma de un sueño. Y como tal, los recuerdos de las festividades del yule y demás surgieron como una película a través de la atiborrada mente de Draco. E inevitablemente su mirada platinada se poso en el pelinegro que miraba embelesado la escena, se preguntó como es que el pasaba estas fechas normalmente y si es que alguna vez pudo disfrutar al menos de un fuego familiar, pero con el trato que recibía de sus parientes, era improbable.

Los ojos grises se despegaron de Harry para observar a su alrededor, sentía la nuca caliente como si le estuviesen taladrando con la mirada, sin embargo no era como que podía ir e investigar todos los recovecos oscuros que los rodeaban, no era seguro. En unos cuantos pasos estuvo cerca de los otros dos, se planto justo al lado libre del pelinegro, su mano picaba por tomar la contraria que lucia solitaria y helada, sin embargo se contuvo de hacer algo como eso.

—¿Creen que mis padres estén ahí? —la pregunta de Harry desconcertó un poco a ambos, pero al ver el mismo lugar que el otro sintieron un tirón en el pecho.

—Echemos un vistazo. —susurro con voz queda Draco, empujándolo suavemente

Adentrándose al cementerio la castaña se separo para curiosear por su cuenta, mientras que Draco y Harry buscaban entre las lapidas cubiertas de nieve, cada uno con sentimientos encontrados.

Caminaron unos cuantos metros hasta adentrarse casi a la mitad de dicho lugar, Harry se detuvo de golpe al haber divisado las primeras letras de un apellido, ocasionando que Draco se apegará a su espalda y tomara su cadera en un intento de estabilizarse para no derribar al otro.

—Aquí...—murmuro apenas audible el pelinegro, estrechando inconscientemente la mano helada del rubio, tomando a este por sorpresa que claramente no expresó.

Al ver el rostro de perfil de Harry, Draco noto el dolor reflejado en su mirada, lo cual produjo un revoltijo dentro de su pecho, no debería sorprenderse por lo que Harry lograba despertar de su corazón casi marchito, puesto que era inevitable el hecho de que sus sentimientos afloraran aún sobre el medicamento cuando estaba junto a la persona que amaba, después de todo, siempre ha sido Harry el que lograba sacar de él lo que nunca creyó que poseía.

Harry se inclino lo suficiente para quitar con su mano la nieve de la lápida que tapaba los nombres de sus padres, sin ser capaz de soltar la mano ajena. Dándole un pequeño apretón a la mano del pelinegro, Draco saco su varita y creo un pequeño ramo de margaritas blancas y amarillas, además de un par de velas blancas en el pie de la lápida.

Dulce Agonía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora