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Habían pasado ya unas horas de que la criatura se hubiese adherido a Draco como una segunda piel en su tobillo izquierdo, no dispuesta a alejarse. El rubio tan solo le dejo hacer, después de todo tenia planeado llevarla a su lugar de origen una vez terminada esa travesía.

Las cosas ya estaban guardadas pulcramente y cuatro personas se encontraban eliminado cualquier indicio de que hubiesen estado ahí. En algún punto de la inspección, Harry se acerco hasta el rubio para molestarlo un poco, ya que descubrió, le divertía de sobremanera hacerlo, más por el hecho de que a su parecer, el ojigris se esforzaba por no dejar ver sus emociones para que no flaqueara su fachada de sangre pura estirado.

Draco por otra parte, se sentía abrumado por la atención repentina del pelinegro, y más porque a pesar de que le alegraba tenerlo cerca no era capaz de demostrarlo completamente, puesto que sus sentimientos estaban en un letargo constante con las pociones que tomaba, las cuales cumplían al pie de la letra su objetivo.

Una picazón muy conocida para Draco se presento en su traquea, recorriendo todo el camino hasta posarse en su garganta. Alcanzó a último minuto sacar el paño que utilizaba para esconder los pétalos o capullos que salían de su garganta.

Sintió en su mano la textura de algo redondo después de toser, un claro signo de que se trataba de un capullo casi completo, sin verlo siquiera arrojó el paño y estando en el suelo lo incendio sin reparo.

—¡Malfoy! ¿Qué sucede? —Harry llegó corriendo a su lado, preocupándose visiblemente al ver la tez mas pálida de lo normal del rubio. —¿Estas bien?

—Estoy bien cof, cof..Potter solo,
...algo enfermo. —articulo con esfuerzo, al sabor metálico era cada vez mas notorio en sus papilas gustativas.

Al no saber que hacer, Harry alzo la mano, y titubeante la paso por la espalda que temblaba por los espasmos de la tos contenida, dando un suave masaje de forma circular. Ante esto, el dolor y picazón de la  garganta de Draco pareció mermar por unos segundos, y fue justo el momento que aprovechó para tomar sus medicamentos.

El de lentes observó en primera fila como unas pastillas de varios colores eran depositadas rápidamente en la boca del rubio, para después ser tragadas con ayuda de una poción negruzca. Siguió fielmente la gota que se derramo por el labio inferior, recorriendo el corto camino de su babilla para después trasladarse a la garganta blanquecina, la manzana de adan se balanceaba conforme el ojigris pasaba saliva trabajosamente, en un movimiento que tenía encantado a Harry.

—Ya estoy bien, Potter. —hablo dirigiendo la mirada gris opaca a la verde avada, perdiéndose momentáneamente en ella. Harry tan solo asintió débilmente, aún en trance. —¿Podrias...Ya puedes dejar de sobar mi espalda...

Harry parpadeo un par de veces y apartó la mano como si le quemara,  nervioso sin saber la razón dijo lo primero que se le vino a la mente —Tú...Tú ¿Porqué quemas tan elegante paño?...

—...Tengo más como esos, Potter. —notó la mirada complicada del ojiverde y sintió unas enormes ganas de  darle algo de su propia medicina —Incluso si quieres, puedo regalarte uno. Para que me recuerdes con fervor cuando todo esto termine. —agregó insinuante, soportando las ganas de doblarse en el suelo por el dolor en sus pulmones y corazón.

—...Ya tengo uno realmente. —Susurro quedo, sonrojándose levemente.

—¿Qué dijiste? No te escuche, Potter.

Pese a que estaba avergonzado por no devolverle aun el paño blanco, que en su defensa solo quería lavar correctamente para entregarlo, no dejo de mirar el rostro cansado del otro —...¿Cómo te sientes?

Dulce Agonía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora