Capítulo 24 "¿Acaso hay otra opción?"

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Narra Max.

Despierto con un dolor de cabeza infernal, pero mi aflicción reduce un poco cuando me percato de quien está entre mis brazos.
La verdad no recuerdo mucho de lo qué pasó anoche, pero algo que no olvidaré fue como Summer durmió acurrucada conmigo.
Sin duda una de las mejores noches de mi vida. Hace algún tiempo también pude haber dicho eso, pero con otro sentido, hoy, me siento algo distinto, pues no tuve que follar con Summer para que dormir junto a ella no fuera genial.
Suenas como un loco enamorado.
¿En serio?...
Es eso a lo que más le temo, a entregar todo de mí, a volver a confiar, a volver a amar y que la otra persona simplemente no lo reconozca y no le importe, dejándome en el camino, estando enamorado y con el corazón roto.
No creo que Summer pueda hacerme eso, ella es tan linda y tierna (cuando no está enojada) que simplemente romper el corazón de algún chico no va con ella. Y además, como yo, ella ha sufrido en el amor, no creo que ahora quiera convertirse en la que haga daño.
La luz del día se filtra por la pequeña ventana del baño, haciendo que éste se ilumine por completo.
De pronto, como si lo hubiera olvidado y recordado repentinamente, desperté muy vacilante a la chica que estaba a mi lado, debido a que Nathan en cualquier momento bajaría por una pastilla para el dolor de cabeza, Summer se removió un poco de su lugar, dejándome ver su precioso rostro.

- Cinco minutos más. - Fue lo único que dijo, recostando su cabeza en mi brazo derecho.
- Nena, que más daría yo por tenerte así más de cinco minutos, pero lamentablemente tu hermano podría bajar y encontrarnos en esta situación. - La removí un poco para después acariciar su cabello.
- Maldito Nathan. - Dijo abriendo sus hermosos ojos verdes.
- Concuerdo contigo, nena. - Le dije para que de una vez los dos, queriendo no hacerlo, nos separáramos para dirigirnos a la cocina por una buena pastilla para mi dolor de cabeza.

Salimos del baño y nos dirigimos a la cocina, en donde tenía que agachar la cabeza para no mirar el sol que se filtraba por las ventanas y que mi dolor de cabeza no aumentara aún más.
Tal vez no fue una muy buena idea beber tanto anoche.

- ¿Podrías darme una pastilla para este puto dolor de cabeza que tengo, Summer? - Dice Nathan entrando a la cocina, con una de sus manos en su frente y la otra en un intento fallido de tapar el sol.
- Primero van a desayunar algo, mis queridos amigos ebrios. - Musita Summer, con una sonrisa en los labios. Joder, muero por besarla. - ¿Dónde están los demás? Si haré desayuno para ustedes dos, también será para los demás.
- Seguramente James está dormido y los demás deberían estar por bajar. - Le responde Nathan en el justo momento en el que Andrew, Connor y Tyler cruzan la puerta de la cocina.
- Buenos días, estúpidos. - Habla Connor, saludándonos con la mano. - Buenos días, preciosa. - Saluda ahora a Summer, revolviéndole el cabello. Maldito hijo de...
- Buen día, Connor, veo que alguien amaneció de buen humor hoy. - Espeta Summer terminado de servir el jugo de naranja.
- Pues sí. - Responde éste.
- Buenos días, chicos. - Nos saluda ahora Andrew. - Buen día, pequeña. - Saluda a Summer. Ésta se limitó a sonreírle. Joder, ¿Acaso hoy era el puto día en el que todos le dirían lindos apodos a la chica que me gusta?.
- ¿Qué hay, chicos? - Nos mira Tyler. - Hola, enana. - Dice saludando a Summer. Uno más y juro que golpearé a todos los que le dijeron cosas lindas. - ¿Cómo les fue ayer? - Vuelve a encararnos Tyler.
- De la mierda. - Se me adelanta Nathan. - Nos pasamos de cervezas.
- Totalmente de acuerdo. - Concuerdo con Nathan. - Pero no me arrepiento de absolutamente nada. - No puedo evitar sonreír. Y al girar la cabeza veo que Summer imita mi acción.

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Narra Summer.
Unas horas después...

- Joder, imbéciles, son las cinco de la tarde y no hemos comprado ni mierda para la puta fiesta de mañana. - Dice mi hermano entrando a la sala muy paranoico.
- Mierda, chicos vamos al centro comercial, ¡Ya!. - Dice Andrew, levantándose del sofá en el que estaba sentado.

Te Romperán el CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora