Capítulo 7 "Buenos días, chicas"

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Ya es mitad de semana, son las 10:23 am, estamos mi hermano, Abigail y yo recostadas en el sofá de la sala de estar, ¿Lo peor?, hace un frío de la mierda. Después de removerme un poco en mi lugar, mi amiga empieza a despertar.

- ¡Buenos días, dormilona! - Espeté un poco adormilada.
- Buenos días. - Dijo Abi poniéndose una mano en la cara, debido a que le molesta la luz del día.
- Buenos días, chicas. - Responde mi hermano con voz ronca, si Nathan le hablara así a cualquier chica, sin afán de ofender, pero ya la tuviera en su cama. - No quiero que tomen las cosas con un doble sentido, pero nunca había dormido con dos chicas.
- ¡Nathan!. - Respondo yo, dándole un pequeño golpe en la cabeza. - ¡Más respeto, por favor!. - Me alegra que ya no esté como ayer.

Y hasta ahora me doy cuenta de que mi hermano está en la cocina, ruego porque haya hecho el desayuno, porque en este momento no tengo ganas de hacer nada, y no porque esté triste, sólo tengo flojera.

- ¡A desayunar, porque los panqueques se enfrían!. - Dijo Nathan.
- ¿Hiciste el desayuno?. - Pregunté un poco confundida, pues mi hermano no es del tipo de los que cocinan.
- ¿Me vas a reprochar que nunca hago de comer, o vendrás a degustar mis deliciosos panqueques?. - Me preguntó.
- Está bien, tú ganas. - Le respondí.
- Más te valía. - Dijo con una cara de satisfacción.

Enseguida me volteo para despertar a Abi, que otra vez, está durmiendo.

- Abigail, el desayuno está listo. - Le avisé.
- Más te valía, porque vaya que estoy muriéndome de hambre. - Espetó.
- Agradécele a Nathan, él lo preparó. - Dije estando orgullosa de mi hermano.
- ¿No quemó la cocina? - Respondió en tono de gracia.
- Apúrate, ya está servido.

Las dos nos paramos del sofá y nos dirigimos directamente a la cocina. Al cruzar la puerta, un delicioso aroma a panqueques invade todo el espacio.

- El desayuno está servido, chicas. - Nos avisa mi hermano.
- Huele delicioso, Nathan. - Le dice Abigail a mi hermano.
- Gracias, pero mejor concéntrate en el desayuno, Abi. - Espeta mi hermano con una cara de autosuficiencia.
- Estúpido. - Dice mi amiga en voz baja, para que Nathan no la escuchase.
- Pude oírte. - Dice mi hermano.
-Ese era el plan. - Contraataca Abigail.

En el fondo todos sabemos que ese no era el plan.

- Bueno ya, dejen de pelear y hay que desayunar. - Digo esto mirando a mi hermano.

Sobre la encimera, hay tres platos de panqueques, uno para cada uno, y una jarra con jugo de naranja, sinceramente, se ve delicioso. Nos sentamos en los taburetes y empezamos a degustar del desayuno preparado por mi hermano.

- Té quedó delicioso. - Mi voz suena un poco anormal, debido a que tengo la boca llena.
- ¿Le quedó delicioso? - Pregunta Abigail haciendo muecas al comer.
- ¡Sí!, te quedó buenísimo. - Digo yo mirando a Abigail, haciéndole señas para que dijera que estaba bueno, aunque fuera todo lo contrario.
- ¡Es verdad, es el desayuno más bueno que he probado en toda mi vida!. - Dice sarcásticamente mi amiga, con la boca llena y dando arcadas, pues el desayuno sabía horrible.

Necesito buscar alguna excusa para no comer esto, si sigo, estoy segura que vomitaré aquí mismo.

- Está delicioso, pero como que el helado de ayer me dejó muy llena, no tengo mucho apetito, pero gracias hermano, esta muy rico tu desayuno, para la siguiente, me tocará a mi hacerlo. - Digo, librándome de comer esa porquería.
- No te preocupes, Summer, si quieres, yo puedo hacer el desayuno. - Me dijo muy confiado de sí.

Oh no.

- No hermanito, yo lo hago, no quiero que te pase algún accidente quemándote o algo por el estilo. - Dije - Pero Gracias de todas formas hermanito.

Antes de que Nathan pueda decir una palabra, jalo velozmente a Abi del brazo, y me la llevo hacia mi habitación.

- Gracias por el desayuno, Nathan. - Grita mi amiga cuando estamos corriendo escaleras arriba.

Abi y yo llegamos a mi alcoba y cerramos la puerta, nos quedamos recargadas ahí por un momento, para escuchar si mi hermano no nos estaba persiguiendo, al percatarnos de que él no estaba tras la puerta, las dos de un movimiento nos aventamos a mi cama.

- Gracias por sacarme de ahí, si comía un bocado más, juro que hubiera vomitado ahí mismo. - Escuchó decir a Abigail, que está intentado tranquilizar su respiración.
- De nada, yo también estaba a punto de irme corriendo al baño a vomitar esa porquería de desayuno. - Espeto mientras veo cómo mi pecho sube y baja, mientras mi respiración vuelve a ser normal.
- Sin duda alguna, es el peor desayuno de mi vida. - Dice Abi...
- Concuerdo contigo.

Cinco minutos después, nos quedamos profundamente dormidas, no nos juzguen, pero algo que tenemos mi mejor amiga y yo en común, es que adoramos dormir, si fuera un hobbie, sin duda alguna sería el nuestro.
Desperté removiéndome de entre mi cama, sentí un cuerpo a mi lado y abrí los ojos rápidamente, al percatarme de que era Abigail, la desperté, revisé mi reloj y me di cuenta de que eran las siete de la tarde, me pregunté cómo podíamos dormir tanto, al no encontrar respuesta, muevo a mi amiga para que se despierte.

- Abi, es súper tarde, tu mamá debe de estar muy angustiada por ti. - Le digo en tono de preocupación.
- Mi mamá salió de viaje, Summer, estoy yo sola en mi casa. - Me contestó.

Pienso en lo que me dijo, es verdad, me contó que su madre se fue de viaje una semana a la India, y pues no creo que su padre esté en casa, pues es dueño de una empresa que colabora con la de mi padre, Abi tiene un hermano de la misma edad que el mío, pero él decidió estudiar en otro país, y se fue.
Después de regresar a la realidad, le digo a Abi:

- Necesito hacer algo, salir, ya no quiero estar encerrada en mi casa. - Mi voz suena como de reproche.
- Vamos a beber un poco. - Me contesta ella.
- Solo diré que sí porque tengo ganas de beber. - Contesto.

Ustedes se preguntarán, ¿Mis padres me dejan beber?, y yo les responderé, no tengo ni la menor idea, nunca me han dicho que si puedo, pero nunca me han dicho que no, y pues disfrutaré mientras pueda.

- Amiga, levántate para que nos cambiemos para poder irnos. - Le digo a Abigail.
- Está bien. - Contesta con una sonrisa en la cara.

Mi mejor amiga y yo somos casi de la misma talla, entonces podemos ponernos ropa de la otra sin problema alguno.
Después de cambiarnos, nos dignamos a salir, sólo falta lidiar con mi hermano mayor, pues él es mi única autoridad.
Si salgo él lo debe saber, pues tiene que estar al tanto de todo lo que yo hago, es como mi padre, y de algún modo, se lo agradezco.

Te Romperán el CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora