A LOS 80 AÑOS

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Las arrugas cubren nuestros cuerpos.
El patio está lleno de hojas otoñales, en la mesa un té, lo llevas a tus labios, siempre brillantes por el cacao.
Justo a tu derecha, una mirada atenta a como deleitas ese té.
Nuestras mecedoras se mueven al compás.
Dices que tienes arrugas por toda la cara, cosa que no te gusta.
Pero mi respuesta siempre es la misma:
"Estás preciosa, estás llena de poesía como años atrás desde que te conocí."
Tu sonrisa vuelve a tu rostro.
"Tu alma y corazón sigue siendo los mismo en los que me fijé."
Digo de forma final a la vez que terminas el té.

Imagina esto a nuestros 80 años, dime que no es una fantasía llena de ternura.

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