La fiesta, parte 2.
Saludar a Leah me sigue costando mucho. No podría negarlo más, me siento mal por lo que le hice a ella y a Cam, incluso a Parker.
Estoy sentada con una bebida y sin compañía, quizá quiero pasar así el resto de mi vida después de todo. He perdido de vista a Cam, me preocupa que se vaya sin mi o piense que le he dejado solo a propósito. No sé porque me preocupa, me recuerda a mi hermano e incluso me recuerda a mí, pero el es una mejor versión de lo que yo fui.
Volteo un poco la cabeza cuando diviso una cabeza rubia tomada de la mano de un chico, es Lyla, aparentemente ahora sale con Mason y toda su vida es aún más perfecta.
Me pregunto si Wallace estará aquí.
Decido no seguir el instinto de supervivencia y me acerco tranquilamente a ellos. La mirada de Mason recae sobre mí y me analiza de arriba abajo como si algo en mi parpadeara, imagino lo que buscan sus ojos, indicios del pequeño niño que solía dormir ocasionalmente en la colcha azul de debajo de su cama. Ninguno de los dos cabería más en esa colcha, mucho menos en esta habitación y empiezo a creer que ninguno de nosotros este hecho para convivir en este mundo juntos, sin embargo, ellos se toman de la mano con amor y yo no tengo nada más que mi propia sombra para abrazar.
Mason ha dejado de observarme para cuando me paro frente a ellos, voltea la mirada avergonzado.
—Hola—digo con una sonrisa. '
Mason responde primero.
—Hola, Verity—siempre tan educado, tan despreciable—¿Cómo has estado?
Lyla observa la situación y le aprieta la mano que tiene sujeta. Asumo que están saliendo, lo cual debe haber tomado demasiado tiempo en cuajar.
—De maravilla, igual que ustedes, por lo que veo—respondo.
Ninguno dice nada. Yo suelto una carcajada.
Felicitaciones, pensé que nunca darían el paso—digo después de un momento.
Lyla se remueve, pero habla.
—Si te vas a alejar de nosotros hazlo completamente, está actitud pasivo agresiva es insoportable—dice.
—¿Alejarme yo? Si los mejores para ello son ustedes—digo.
—Basta—responde Mason—Todos nos hemos equivocado, quizá nosotros no hayamos sido los mejores amigos, pero tú eres una mentirosa, te has convertido en algo que desconozco y no pienso permitir que no estés reprochando cada dos por tres como si no tuvieras la culpa de nadaMason acaba la frase con un suspiro y yo me retiro unos cuantos pasos.
Sé que tiene razón, sé que estoy frustrada y estoy tratando de desquitar toda mi rabia en alguien. No los puedo lastimar, tampoco deseo hacerlo, aunque no sé como parar.
No digo nada más, solo observo apagadamente un momento y luego me he retirado, casi derrotada por sus palabras.
Soy culpable de muchas cosas.
En vez que quedarme con la culpa, la he desechado casi instantáneamente porque no sirve para nada sentirme culpable. No marca ninguna diferencia, sentirme culpable no va a devolver los años que he perdido odiando, sentirme culpable no va a traer de nuevo a mi mejor amiga para que pueda abrazarla sin ningún temor.
Afuera la noche es completamente tranquila, la noche ignora lo que yo siento, yo debería hacerlo también. Quisiera ignorar las miradas acusatorias, quisiera ignorar los rostros, quisiera no ver como algunas personas han empezado a tratarme diferente desde el día cinco del espectáculo. El maldito cinco.
Aprieto los dientes para no llorar.
Mi respiración se pierde cuando la voz de alguien me interrumpe.
—¿Un trago? —dice.
Y la mano de Wallace esta extendida hacia a mí como si pudiéramos juntarnos nuevamente solo con aquel gesto amable. Como si no hubiera un abismo entre nosotros.
Sin embargo, me lanzó a él. He cerrado los ojos y he entumecido todo mi juicio. Tomó lo que sea que me ofrece y le doy un trago largo, aunque me quema la garganta, es Vodka.
—Si puedo decirlo, Verity, es la primera vez en 2 años que me pareces un ser humano—dice con tranquilidad, y da un sorbo.
Suelto una risa, falsa, como yo.
—¿Qué te he parecido siempre, entonces? —preguntó, pero no lo miro, no alzo la mirada porque sus ojos me hacían débil de pequeña.
Él sonríe.
—Una figura de porcelana, una caricatura. Estaba esperando—dice, y se acerca un poco a mí—que te rompieras, que te apagarás. Y entonces así podría verte de verdad.
No digo nada, soy otro trago. Un trago amargo, algo roto, mi cascarón ha desaparecido y ahora todos pueden ver la horrible criatura que se ha escondido siempre ahí debajo.
Antes de que pueda continuar diciendo cosas que terminen de romperme, apagó sus intenciones con el vaso de alcohol que tengo en la mano.
Le echó el trago encima, directo en la cara.
Y luego me voy caminando.

ESTÁS LEYENDO
La generación del odio.
JugendliteraturCam es un chico común de instituto que esta enamorado de su mejor amigo, pero pronto descubrirá que el amor significa mucho más que aquello con lo que se ha conformado. Verity es una chica popular, engreída y manipuladora que no permite que nadie s...