verity;

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Cam no aparecía por ninguna parte y yo estaba cansada de absolutamente todo en esta noche. La conversación con Wallace me había robado más energía de la que pretendía, pero sería una mentirosa si no aceptara que disfruté profundamente echarle aquel trago encima.

Se sintió liberador, fue un gesto gigante.

¿Qué es un pequeño trago en la cara? No es nada comparado con todo lo que planeaba hacerles, no es nada comparado con una rodilla fracturada, y se ha recuperado de ambas cosas.

Me preguntó si yo me he recuperado de aquel incidente en los vestidores. La respuesta aún me persigue al mirarme en el espejo, es como si pudiera ver allí los moretones en mi cuello causados por la cuerda, eso había sanado, mi imaginación era la que me jugaba una mala pasada en cada momento.

Pero el resto continuaba siendo una herida abierta, punzante, filosa.

Un arma que cortaba de adentro hacia afuera.

Wallace me saca de mis casillas, me remueve más que cualquiera porque jamás he superado el hecho de haberle perdido. Otra herida.

Subo al baño porque he comenzado a sentir nauseas.

Me siento allí, trato de respirar y cuando he recuperado un poco el semblante me lanzo agua a la cara con suavidad, para despertar un poco, para espabilar. Para mirarme fijamente y llenarme del valor que necesito en este momento.

He ignorado todo esta noche. He apretado los hilos de mi corsé, como si mi vida se mejorara por la estrechez de mi cintura. He respirado con dificultad y he querido salir corriendo.

Veo como me miran, veo que comentan. Me doy cuenta en ocasiones, de que soy la única chica que se queda sentada sola cuando una canción exige una pareja para bailar. He tragado saliva y he ignorado eso, estoy perdiendo, me estoy perdiendo a mí misma cada vez más.

Y a pesar de eso, ni siquiera estoy triste. La chica en el espejo me ha devuelto una imagen reconfortante.

Puede que ahora todos sepan quién he sido, pero jamás volveré a ser aquel niño débil y temeroso. Tengo la valentía suficiente para enfrentar esta casa, sus integrantes, sus villanos.

No pelee por años con mi propia alma para que un estúpido video me regresé al hueco en donde estaba hundida. Nunca más, trabaje demasiado para hacer ese abismo algo propio, para convertirme en el abismo.

Cuando miró detrás de mi me doy cuenta de que no estoy sola.

La silueta de un chico me devuelve la mirada desde atrás.

Dallas me mira con los ojos entrecerrados, pequeños y curiosos. Dallas quería salir conmigo, según lo que yo sabía. Leah estuvo insistiendo en qué debería salir con él, en que era un buen tipo, que sería un prospecto genial y así podríamos tener citas dobles.

Pobrecita.

—Estás muy bonita—dice, e inmediatamente puedo ver que está borracho. No impresionantemente ebrio, pero alegre, ligero.

Le dedico una sonrisa falsa. Dallas tiene un atractivo interesante, es demasiado alto, tiene las orejas un poco grandes y la mandíbula definida.

Sonrío superficialmente.

—Gracias—respondo, sin mucho ánimo.

—Lo digo en serio—dice, con la voz ronca y nerviosa. Casi parece como si tartamudeara. Me provoca un poco de ternura, y compasión. A pesar de su estatura y complexión, parece inofensivo. No me mira como si fuera carne, y eso debo de dárselo a su favor.

Entonces decido que es una oportunidad perfecta para practicar unas cuantas cosas que he aprendido.

—¿De verdad? —digo, él me observa y parpadea varias veces, yo sonrío en el espejo.

Dallas asiente, y se acerca un pasó. Tiene una manera cuidadosa de moverse, incluso ebrio.

—De verdad—dice.

Lo miro directamente a los ojos, su mirada tranquila no me genera ninguna emoción.

—¿Me harías un favor, Dallas? —le digo suavemente, alargando el tono y las palabras, suavizando y colocando el tiempo un poco más lento. Observó como sus ojos destellan con curiosidad, luego asiente—Tengo algo en el bolsillo trasero, pero estoy un poco mareada como para soltar el lavamanos, ¿Lo alcanzarías por mí? —he terminado con una sonrisa.

Veo como traga saliva, desconcentrado. Nervioso.

—Claro—dice luego. Y acerca su paso un poco más hacia mí, siento como su mano me recorre un poco la cintura disimuladamente, mientras recorre el camino hasta mi bolsillo, yo no he dejado de observarme en el espejo. Sonrío lentamente. Después de todo, quizá este chico habría bailado conmigo cuando me quede sola.

Sus dedos agarran el objeto con lentitud, su reflejo grande en el espejo no me hace sentir ningún temor, me hace sentir poderosa. Llena una parte superficial dentro de mí que ha querido conquistar la feminidad a través de los ejemplares masculinos, es un sentimiento vacío, sin sentido. Pero no lo ignoro, no lo niego. Aunque lo haya evitado, había olvidado lo divertido que podía resultar, lo fácil que es sonreír, lo grande y suficiente que te puede hacer sentir un gesto como generar atracción. Te valida, es como si alguien aparte de ti te gritará que tienes toda la razón del mundo, y eso da poder.

No iba a renunciar tan fácilmente a ello.

Dallas alzó mi labial y me lo colocó en la palma de la mano, ha rozado un poco mi mano con su dedo, le sonreí. Y él me ha observado directamente a los ojos, en su mirada he encontrado deseo y algo desconocido para mí, una mirada que no conozco, que no entreveo, que no leo.

Levantó una ceja, no apartó la mirada y siento su cuerpo cerca, su pecho casi me roza la espalda y puedo darme cuenta de cuando respira. Puedo acelerar su respiración. Quiero ver cuanto se contiene, quiero ver cuál es su límite. Presiono suficiente, muevo exactamente la cabeza y le doy una imperceptible señal. Él la toma. Traga saliva y mueve sus manos hasta agarrar mi cintura, tiene las manos frías y ásperas, grandes y un poco rasposas. Pero su agarre es firme. Sonrío cuando me ha dado la vuelta para que quede frente a él, tengo que alzar la cabeza para poder observarle el rostro. Tiene los ojos encendidos, luce desconcertado y quizá hasta nervioso, un niño pequeño en un envase gigante. Me sostiene con firmeza, pero es inusualmente delicado.

Y me besa. Me besa y mueve sus manos por mi cuerpo, pero soy yo quién lo esta guiando.

Mentiría si dijera que fue malo, quizá solo un poco inesperado. Nada fuera de lo común, pero es una sensación agradable, el deseo, el contacto. No había sentido a nadie tan cerca desde hace mucho. El beso es largo y sincronizado, Dallas sabe como besar, pero falla en provocar nada más allá de lo físico. Sus manos temblorosas se detienen en mi cintura y tamborilea los dedos levemente.

Me separó para respirar y él coloca la cabeza hacia atrás, respira profundo. Suspira. Yo me volteo para quedar nuevamente de cara al espejo, y él me mira desconcertado, con una expresión de sorpresa, quizá placer.

Retomo nuevamente mi tarea en el espejo, me paso los dedos levemente por los labios, quitó la pequeña tapa de mi labial y comienzo a delinear de nuevo todo. Dallas me observa como algo que acaba de descubrir, carraspea detrás de mí antes de hablar.

—¿Quieres qué...te lleve a tú casa, o algo? —pregunta, con amabilidad.

Sonrío hacia él, trató de no sonar demasiado irónica.

—He pedido un taxi—le digo.

Guardo mi labial nuevamente en el bolsillo trasero, antes de salir completamente del baño, me acercó a él, y he tenido que ponerme de puntillas para poder alcanzar su rostro aún cuando tengo puestos unos zapatos de tacón alto. Le doy un beso corto en la mejilla, superficial. Y luego salgo del baño con tranquilidad.

Antes de desaparecer en la escalera, observó nuevamente al baño, Dallas sigue parado en su sitio.

Mis labios le han quedado marcados en la piel. 

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⏰ Última actualización: Apr 02, 2020 ⏰

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