Ella es una mafiosa y no una cualquiera, la mas poderosa y temida. Regresó para cumplir un objetivo: Vengarse de los que un día le hicieron daño, los hermanos Miller.
Pero uno de ellos es el más hipócrita y mentiroso de los tres. Él es el rey y sus...
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Do re mi—Blackbear
| VICTORIA'S POV |
Mi corazón se detuvo y la respiración me falló por unos segundos. Santiago había disparado a un árbol que se encontraba muy cerca de mí y después bajó el arma para guardársela en el pantalón.
—Tienes que irte. Ahora—empezaron a escucharse pasos dentro del edificio—No tienes tiempo, Lilith. A unos quince kilómetros aproximadamente encontrarás una carretera y podrás parar a un coche para que te lleve hasta el gimnasio donde Luca te llevaba a pelear—mi cara empalideció—Sí, sé todo lo que has soportado y tenido que hacer mientras estabas retenida pero eso ahora no importa, tienes que irte.
Se escucharon más pasos cerca nuestro y supe que tenía que irme.
Estaba a punto de empezar a correr cuando su voz me detuvo.
—¡Espera!—me sujetó de la muñeca—Llévate mi arma. Es por tu seguridad.
Sacó su arma y cuando estuvo a punto de darmela se quedó pensativo y, sin previo aviso, quitó el seguro del arma y se disparó en el brazo.
—¡Eres idiota! ¿Qué has hecho?—no podía creer que se hubiera disparado a él mismo—¡Estás enfermo!
—Soy el único que no bebió de más ni se drogó. Si te escapas y salgo ileso, sospecharán que te he ayudado y todo lo que he hecho para que confiaran en mí, se iría a la mierda—hizo una mueca por el dolor en su brazo—Me matarán si descubren que no hice nada para impedir que escaparas. Diré que me disparaste con alguna arma que conseguiste y luego me golpeaste la cabeza, dejándome inconsciente. Luca mentirá e inventará algo, ya que pensará que le robaste el arma en el gimnasio y no puede decir que desobedeció al jefe llevándote a peleas clandestinas.
Analicé rápidamente todo lo que estaba diciendo y detecté un cabo suelto.
—¿Fingirás estar inconsciente?—sonreí con burla—Descubrirán que no es así, en la mafia no se chupan el dedo.
—Tienes que golpearme—respondió—Golpéame con el arma en la cabeza.
—¿Qué? Claro que no haré eso.
—Tienes que hacerlo—ordenó—Pero antes de que lo hagas quiero decirte que esperaré a que vengas a por mí. No le temo a la muerte y si lo que he hecho es imperdonable para ti, adelante. Te esperaré y no podré resistencia, pero algún día entenderás porque hice todo esto.
—No hay tiempo—los pasos se escucharon más cerca. Me puso el arma en la mano y esperó a que lo golpeara—¡Maldita sea, Lilith! ¡Golpéame! ¡Maldita sea, hazlo! ¡Recuerda todo ese odio que me tienes y golpéame de una...!—antes de que pudiera acabar, ya estaba tendido en el suelo con una línea de sangre que bajaba por su frente.
No lo pensé dos veces y, sujetando con fuerza el arma, me dispuse a correr hacia aquella carretera.
