Capítulo 9: Que empiece el juego

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"Todo el mundo es como la luna: tiene un lado oscuro que no muestra a nadie."

Mark Twain

| MALECK'S POV |

Los chicos y yo veíamos como Victoria golpeaba una y otra vez el saco de boxeo.

Últimamente recibía muchos mensajes de Christian, le decía en donde estaba y con quien, le enviaba fotos suyas y más cosas que la alteraban, para complicar más las cosas su mafia había logrado emboscar una entrega de drogas bastante importante a la que no asistimos.

— Te vas a hacer daño, para ya—Victoria no hizo caso a la advertencia de Karol.

— Victoria, pa...— Teo fue interrumpido.

— ¡Dejadme en paz!— espetó Victoria y se fue del gimnasio de la mansión dejándonos ahí con las palabras en la boca.

Estaba frustrada, pero no entendíamos porque no lo mandaba a matar y ya, sus ganas de hacerle pagar con sangre iban a acabar con ella.

| VICTORIA'S POV |

Necesitaba quitar toda la rabia de mi cuerpo y... ¿que mejor manera que con él?

Salí de la mansión, era como salir de una cárcel, desde que los mensajes aumentaron, Maleck contrató más vigilancia y me seguían a todas partes.

Caminé como una hora y en mi  trayecto, el sonido de notificaciones llegó a mis oídos.

— Joder...— susurré con rabia. Era otro mensaje de Christian.

Lancé el móvil lo más lejos que pude y con fuerza para que se rompiera.

— ¡Que te den hijo de puta!— grite lo más que pude.

Aceleré mi paso hasta llegar a un edificio, entré y ahí estaba otra vez esa rubia polioperada.

— Hombre, tu por aquí— dijo Samanta, la recepcionista— Vienes a repetir ¿no?— la ignoré y subí por las escaleras, sabía que ignorarla era mejor que pegar a esa zorra.

Me detuve en la segunda planta, caminé por el pasillo y aquí estaba de nuevo, en su puerta, dispuesta a desquitar toda mi rabia con él, como ya había hecho varias veces. 

Toqué la puerta y escuché unos pasos antes de que la puerta se abriera.

— Gatita...— dijo con un tono seductor.

No dije nada, solo me abalancé contra él y empecé a besarle, no preguntó ni dijo nada, solo se dispuso a seguir mi beso, cerrar la puerta  de su departamento y llevarme hasta su habitación.

— Ahhh— empezó a masajear mi parte más sensible y desvestirme.

Entramos a su habitación y me tiró en su cama, la ropa no hacia falta y en menos de un suspiro ninguno estaba con ropa.

Se abalanzó contra mí y pude notar su gran erección en mi vientre.

— Sabes que Teo me dijo que no siguiéramos ¿no?— dijo entrecortado.

— Dios que le den a Teo— me apegué a él hasta chocar su sexo contra el mio— ¿Seguimos?— soltó un gruñido.

— Claro que si gatita...— se adentró en mi de una manera desenfrenada.

Me llevaba hasta las mismísimas estrellas, me besaba, tocaba de una manera que me hacía olvidar de todo.

Sus estocadas eran fuertes, con deseo y cada vez más dentro.

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