Soledad

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Annie se fue directo a su habitación por ordenes de su padre para después cerrar la puerta con llave.

La niña comenzó a llorar cada vez más, se acercó al pequeño agujero que le servía como ventana y solo miraba lo que ella llamaba cielo con tristeza mientras sollozaba, esto no tuvo que pasar.

Estaba encerrada y no sabía hasta cuando la dejaría salir.

Pasaron varios días y Annie no comía, no comía absolutamente nada, por más que su padre le ofrecía, ella no aceptaba nada.

---- : Annie, tienes que comer algo  Su padre insistía preocupado

Annie : No quiero...no tengo hambre   Nunca lo miró, siempre que él entraba ella miraba hacia la ventana o se volteaba hacia el otro lado dándole la espalda si es que estaba recostada en su cama de piedra

---- : Tienes que entender...que si algo te hubiera pasado yo...    Se acercó a ella dejando la comida en su cama, quedando detrás de ella.

Tomó su cabeza y la dirigió a su pecho, abrazándola.

---- : Eres lo único que tengo Annie

Annie : Él no es malo...   dijo en un hilo de voz

---- : Nadie te lo garantiza

La pequeña chica se deshizo de los brazos de su padre y lo miró enfadada.

Annie : No tengo porqué mentir, es la verdad, él es bueno, lo sé y él mismo me lo demostró indirectamente

---- : Annie..

Annie : ¡Es la verdad! ¡Pero obviamente nadie me va a creer porque no lo han visto!    Volteó su mirada de nuevo a la ventana, entristeciéndose de nuevo

Annie : De todos modos no vale la pena que me crean o no...no puedo mostrarlo y tal vez cuando vuelva a salir...él tal vez ya haya muerto   Sus lágrimas volvieron a derramarse y combinarse de nuevo con el mar salado.

Su padre se compadeció de la pequeña sirena frente a él, sabía que le había afectado ese castigo pero así tenía que ser, según su cuidado.

Se alejó de ella y dejó la comida en la cama, cerró la puerta, ésta vez no con llave.

Annie se dirigió a su cama, dejó los platos servidos en el piso y se recostó, quería seguir llorando y ahora...ni siquiera podía salir a ver a sus amigos para que la distrajeran un poco...no podía hacer nada ahora. Solo miraba la luz que traspasaba el agua y la ventana de su cuarto, observando como los plancton nadaban por la luz.

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