9. Conciliación

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-Alex-

La escena del beso duró solo unos instantes, ya que Sam apartó a la chica de un empujón.

—¿Por qué hiciste eso? Ni si quiera te conozco —le recriminó él a la chica con un tono de voz algo elevado.

—Porque me gustas —respondió ella sin inmutarse.

La expresión de Sam era una mezcla perfecta entre sorpresa y disgusto.

—Eso no te da ningún derecho de hacer ese tipo de cosas —La miró de una manera fría—. Perdón por el empujón.

Después de decir su frase de malote, Sam se giró hacia la dirección contraria de la chica dispuesto a irse de allí.

Dirección en la que convenientemente me encontraba yo.

No alcanzó ni a dar dos pasos cuando su mirada se encontró con la mía. Sam se veía sorprendido de verme, y mi expresión en ese momento no creo que haya sido muy diferente a la suya.

El tiempo pareció congelarse, y nuestras miradas se conectaron como siempre lo hacían. La cara de Sam denotaba pánico, estaba completamente congelado, sin ser capaz de decir una sola palabra.

Nos miramos por lo que pareció una eternidad. Ninguno se atrevía a hacer el primer movimiento.

Y entonces sin previo aviso corrí. Me fui a toda velocidad por donde había venido.

Escuché a un desesperado Sam gritando mi nombre y correr detrás de mí.

Ni si quiera sé porqué estaba huyendo de él. Simplemente mi cuerpo fue dominado por un impulso bastante estúpido. Seguí corriendo con todo lo que tenía, estaba cansado y debido a ello mi velocidad fue disminuyendo considerablemente. Sentí como Sam se acercaba cada vez más a mi, quería que me atrapara.

Cuando por mi mente cruzó el pensamiento de que no podría aguantar mucho más, Sam me agarró firmemente por el hombro, obligándome a parar. Me detuve sin luchar, me sentía exhausto, mi pecho subía y bajaba debido a mi respiración agitada. Escuché como él respiraba agitado detrás mío también.

Estábamos en una esquina de la escuela, junto a una pared y bastante apartados de los demás, no se lograba escuchar a absolutamente nadie cerca.

El agarre de Sam se intensificó.

—Alex, yo... no quería hacerlo, en serio...

—Lo sé —lo interrumpí—. Vi la parte en la que casi la tiras al suelo —reí.

Me miró fijo, con una mezcla de alivio y vergüenza en su mirada.

Entonces hizo algo que no me esperaba para nada.

Me abrazó.

Me rodeó con fuerza, uniéndonos lo más posible, sus brazos firmes en mi espalda y cintura, y una leve diferencia de altura se hizo notar entre nosotros. Fue tan repentino que no supe qué hacer, pero pasados unos segundos finalmente devolví el abrazo con la misma o más intensidad. Me encantaba abrazarlo, jamás lo dejaré de hacer.

—¿Por qué corriste? —me interrogó. Su voz amortiguada por el abrazo.

Apreté el agarre.

—La verdad es que no tengo idea.

En realidad, sabía perfectamente el por qué.

Odio la idea de verte con alguien más.

Pero no podía decirlo.

Hubo un pequeño silencio, un silencio cómodo.

Decidí hablar otra vez.

NO HOMO BRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora