20. Rencores

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-Alex-

Lentamente, en silencio caminé hacia donde desapareció el sonido. Mi corazón latía a toda velocidad y mis ojos estaban hinchados después de llorar, pero aún así seguí adelante.

Vi la puerta cerrada, como había oído antes. Después de un momento de duda, avancé unos pasos para observar mejor. Me dirigí a la sala.

Al bajar la mirada vi sangre, y junto a ella estaba recostada mi mamá. Tenía algo clavado en el pecho, de ahí  fluía líquido rojo. Me miraba, su cara expresando terror absolutos. Sus ojos, a diferencia de antes, eran opacos.

La vista era bizarra, espeluznante, pero no podía apartar la mirada. La escena se grababa a fuego en mi mente en ese mismo momento.

Grité.

♡♡♡

Al volver mi consciencia, me di cuenta que estaba gritando.

Me detuve y respiré con dificultad, mi cuerpo dolía a cada pequeño movimiento. Mientras mi mente se aclaraba, el dolor se hizo cada vez más notorio; especialmente desde mi cabeza y cuello, donde sentía un dolor agudo e irritante.

Traté de tocar mi cuello para comprobar su estado, pero fui incapaz de moverme.

Respiré profundo y lentamente el mareo y confusión se fueron disipando. No podía ver, al principio me asusté pero después supe que tenía algo cubriendo mis ojos. Al carecer de la vista, me concentré en sentir el estado de mi cuerpo. Dolía, cada parte de él dolía.

Estaba sentado en una silla, sentía algo atando mis muñecas y tobillos a esta, probablemente una cuerda. Mi boca estaba libre, no me habían amordazado. Después de tener una idea general sobre mi estado, me concentré en los sonidos a mi alrededor. Pero estaba en completo silencio.

Recordando mis últimos momentos de consciencia, sabía lo que me había ocurrido. Es más, el solo saber que estaba atado a una silla era suficiente para darse una idea.

Tenía miedo, mucho miedo. Mi corazón aumentaba la velocidad a cada segundo, y un sudor frío corría por mi espalda. No podía respirar bien, y mi mente no funcionaba correctamente, traté de tranquilizarme diciendo que tener miedo no resolvería nada, pero esta situación era simplemente demasiado aterradora.

El hecho de tener los ojos vendados era lo que más me incomodaba, ya que me sentía demasiado vulnerable. No sabía dónde estaba, y tampoco me podía hacer una idea de mi ubicación si no podía ver a mi alrededor. Intenté liberar mis manos pero fue inútil, las ataduras sobre estas estaban demasiado apretadas. A cada intento de liberarme sentía como estas penetraban en mi piel, causando un ardor insoportable.

Al final me rendí a la idea de liberarme, sin embargo no a la de escapar. Después de mucho tiempo finalmente logré mantener la calma y pensar con racionalidad. Después del incidente en el que casi me secuestran investigué todo lo posible sobre formas de escapar o salvar mi vida de diferentes situaciones, así que ya tenía varias ideas en la cabeza sobre qué hacer a continuación, o qué decir y hacer.

Con esto en mente me sentí más seguro, ya que no estaba totalmente indefenso. Si no que, aunque sea poco, tenía alguna forma de afrontar la situación.

Así pasó el tiempo, no sé exactamente cuánto, si horas o minutos. No podía saber si era de día o de noche, y en todo este tiempo nadie vino. Estaba comenzando a creer que me habían dejado abandonado en algún lugar.

Tenía hambre, lo último que comí fue el desayuno, y no sabía cuanto tiempo había pasado desde aquello.

De la nada sentí un ruido, me asusté e hice el inconsciente. Sonaba como si estuvieran corriendo un pesado portón de metal, seguido de eso el sonido de pasos ligeros fue acercándose lentamente. Mientras más cercano el sonido, mi corazón latía más violentamente, alguien venía hacia mí y no sabía que pensaba hacer conmigo.

NO HOMO BRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora