-Alex-
Di un paso más preguntándome por qué había aceptado hacer esto.
—¿Te duele? —preguntó Sam por quinta vez.
—No —mentí—. Ya deja de preguntarme, si me duele te diré así que quédate tranquilo.
Con esa afirmación volvió la cabeza hacia el frente y siguió subiendo la calle, yo lo seguí con dificultad.
Ahora podría estar acostado...
Suspiré internamente. Lo único que me mantenía en pie ahora mismo era la mano de Sam, la cual me guiaba hacia quién sabe dónde. Ni si quiera sabía dónde estaba ahora mismo, mi mente estaba únicamente centrada en cada paso que daba, los cuales necesitaban toda mi energía. Todo el tiempo había estado mirando el suelo, pensando que si no llegábamos pronto me iba a enojar.
Después de haber sido dado de alta Sam me pidió que fuéramos a un lugar. Dudé en ir, ya que tenía permiso de no ir a clases durante una semana quería aprovecharlo durmiendo. Pero al final le dije que sí.
Y así es como llegue a esta situación.
De por sí moverme causaba cierto nivel de dolor, así que caminar obviamente no era muy agradable, por lo que cada paso era una tortura que no estaba dispuesto a soportar por más tiempo. Debería estar acostado, durmiendo y soñando.
—Ya estamos llegando —dijo Sam, un toque de alegría se escuchaba en su voz.
Me pregunté a donde íbamos, hasta ahora sólo me había centrado en sobrevivir mientras caminaba por lo que dejé de lado esa información, pero al escuchar su voz una gran curiosidad dominó mis pensamientos. Sonaba muy emocionado.
Pensé en lugares que lo podrían hacer sentir así, pero nada me vino a la mente.
De pronto se detuvo.
Le solté la mano y la apoyé cerca de la herida, me prometí que no volvería a caminar hasta que no doliera en absoluto.
—¿Estás bien?
—La verdad es que no, pero es soportable.
Levanté finalmente la mirada. Sam estaba frente a mí, con su cuerpo tapaba el paisaje detrás. Después de mirarme por unos segundos se apartó. Allí había un parque, uno muy viejo y aparentemente abandonado. Los juegos estaban medio oxidados y las bancas con un poco de polvo. Claramente no mucha gente venía a este lugar.
Pero para mí era mucho más que un simple parque abandonado. Al momento en que lo vi lo reconocí al instante, este parque era el lugar en el que veníamos a jugar de niños. Era un lugar que se encontraba bastante aislado y a un poco de altura, debido a esto uno se tardaba un poco en llegar, recuerdo que solíamos venir haciendo carreras, compitiendo a ver quién llegaría primero.
Solté una carcajada al ver el parque. ¿Cómo no me di cuenta que veníamos aquí? La subida era una pista clara.
—Esto es muy cursi —reí.
Avellanita solo soltó una risa, tomó mi mano y nos dirigió a una banca. Ya no sentía tanto dolor como antes. Sacudió un poco el polvo y luego nos sentamos, me sentí aliviado, por fin podía descansar.
Aproveché de mirar el parque más detenidamente, estaba exactamente igual, solo un poco más deteriorado. Encontré pequeños los juegos y los castillos ya no se veían tan impresionantes. Pero el encanto seguía ahí.
—¿Por qué este lugar está tan abandonado? Recuerdo que muchos niños venían aquí —pregunté.
—Construyeron otro parque con más juegos y más cercano hace unos años, así que ya nadie viene a este.
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NO HOMO BRO
RandomSam y Alex son mejores amigos de la infancia, siempre se los ve juntos y jamás nadie a podido interferir entre ellos. Su relación es tan estrecha que algunas personas suelen confundir su amistad con algo más allá, pero ¿qué pasaría si en realidad no...