11. Ese sentimiento

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-Alex-

Me removí incómodo entre las sábanas. Me sentía atrapado, sin mucho espacio para moverme, y eso ya me estaba desesperando. Con el ceño fruncido abrí un poco los ojos, estaba totalmente oscuro. Aún así miré de un lado a otro, hasta que recordé que estaba en la casa de Sam.

El ambiente era cálido y reconfortante, y el olor de Sam impregnaba todo el lugar.

Al pensar un poco más sobre el cómo llegué aquí y lo que habíamos hecho antes de dormir, recordé algo horrible. Ahogué un grito y mis ojos se abrieron a más no poder.

Díganme que no besé a Sam en la nariz.

Ay no no no.

Al recordar la escena mi cara tomó inmediatamente un color rojizo.

Espera ¿no habrá sido solo un sueño?

Pensé y traté de convencerme de que así era, aunque en el fondo sabía que en realidad si pasó.

Con un impulso creciente de salir corriendo de allí traté de cambiar de posición una vez más, sin embargo algo me lo impidió. Unos brazos amarrados en mi cintura en un firme abrazo. Me quedé mirando a la pared recordando cómo se respiraba.

Sam me estaba abrazando por detrás. Esto no era nada nuevo, es más, a este tipo por más que lo niegue le encantaba abrazarme. Pero ahora la situación era algo diferente, ya que esta muestra de cariño, por alguna razón, no me causaba un sentimiento de amistad. Si no algo diferente.

Y ese "algo" sabía que era peligroso, sabía que no terminaría bien.

Suspiré despacio, antes de decirme las siguientes palabras que desatarían un sentimiento inevitable.

Creo (solo un poco), que tal vez me guste Sam, solo tal vez.

La idea mientras más la pensaba más real se hacía. Razón por la cual la había estado evitando todo este tiempo.

No quería arruinar nuestra amistad, y no quería salir lastimado. Pero el sentimiento seguía allí, seguía siendo real e imborrable.

Me encogí en el lugar, disfrutando en silencio el contacto. La sensación de sus brazos rodeandome, su respiración en mi nuca, nuestras piernas entrecruzadas, y el simple hecho de estar juntos.

Mierda, en verdad me gusta.

Ahora que finalmente lo acepté, sentí como me liberaba de un peso de encima, un peso que hasta entonces no sabía que estaba ahí.

♡♡♡

Desperté nuevamente por el sonido de una alarma.

Unos pitidos agudos se repetían sin parar, y debido al alto volumen de estos sentía como penetraban en mis oídos. Me cubrí con las mantas, en un intento de apaciguar el sonido, sin embargo la diferencia no fue mucha y el horrible sonido continuó.

—Sam, apaga esa maldita cosa —dije mientras lo sacudía para que despertara. No puedo creer que con semejante sonido siga durmiendo.

Después de un par de intentos fallidos, le hice cosquillas en el cuello, con lo cual finalmente despertó.

—¿Qué es ese sonido? —preguntó.

Le quedé mirando sin saber si responder o no.

—Es tu alarma ¿no?

NO HOMO BRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora