La Barbie.

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-A los doce, cuando todavía vivíamos en Italia, yo iba a investigar cuevas y cosas por el estilo, un día me encontré una, tuve un "sueño" parecido al tuyo, y luego de unos días, una pelea con mi papá, en la que casi hago volar la casa. Pasaron los meses, yo simplemente seguía creyendo que lo que pasó era un sueño, pero mi papá no me hablaba y mi mamá parecía tenerme miedo; mi hermana era la única con quien podía hablar normalmente, sin miradas raras ni tratos diferentes. Para entonces nos habíamos mudado aquí.

-Guau. –fue lo único que salió de mi boca, estaba impresionada, pero había algo que quería saber.

-Pero espera, aun no termino. Un año después, el día del cumpleaños diez de mi hermana, salimos a recorrer sus lugares favoritos de la ciudad, casi al final del día vinimos aquí, y ella dibujó ese cartel de ahí. –señaló con el dedo uno de los múltiples dibujos en la pared, en el que se mostraba una niña que tenía algo parecido a una cola y unas alas de dragón tomada de la mano con un chico más alto que ella el cual tenía una corona y sacaba fuego por la mano con la que no agarraba a la niña. Y tenía escrito en la parte alta de la hoja "El castillo secreto del príncipe Ale y la dragona Sia"

Era bastante tierno, con el dibujo me imaginé como era la hermana de Axel, pelo castaño largo, ojos verdes, y bueno, es lo único que pude sacar aparte de que es casi idéntica a Axel.

-Ella era mi mejor amiga, éramos como tú y Anthony, no tenía amigos aquí tampoco, entonces ella era todo lo que tenía. Un día, fui del colegio a mi casa, Sia ya debía estar ahí, pero cuando llegué y fui hasta su habitación para saludarla, como lo hacía siempre, no estaba, la busqué por toda la casa, fui a preguntar por el barrio, nadie la había visto, más tarde llegaron mis padres y Sia seguía sin aparecer, les dije que cuando yo llegué ella no estaba, y lo mucho que la había buscado, estaba desesperado, casi llorando, mi hermanita estaba desaparecida. Mi mamá llamó a los padres de sus amigos para preguntarles si no estaba con ellos, ninguno le dio la respuesta esperada. En ese momento, fuimos a la comisaría y dimos sus datos, y todos los días la buscábamos, hasta que mi papá se rindió luego de un año sin resultados y mi mamá lo siguió unos meses después. Yo sigo buscándola, porque no creo que ella haya muerto.

-Guau, lo siento mucho, en serio, si quieres puedo ayudarte a buscarla. –no sabía que decirle, de mi boca solo salía "guau" a cada rato y es que me sorprendía con cada palabra que decía, yo obviamente intentaría ayudarlo con todo lo que tengo, si así él lo quería.

-Descuida, puedo yo solo, pero bueno, me imagino que quieres saber cómo aprendí a controlar mis poderes, por así llamarlos.

Asentí, y lo abracé, para darle a entender que lo apoyaría siempre que necesite.

-Está bien, unos días después de que mi hermana desaparezca, volvieron los maestros, o dioses, o lo que sea que sean, y me explicaron que pasaba conmigo, luego de varios meses vinieron a decirme que todo lo que yo creía que era un sueño, si había pasado, y que ellos de a poco me enseñarían a controlar lo que me habían entregado. Y así, luego de buscar a mi hermana en la tarde, venía aquí a practicar, y ahora ya controlo lo que hago con ellos. Te puedo ayudar, si quieres.

-¿Lo harías? –asintió–Eres el mejor.

-Gracias, oye, creo que deberíamos volver. –dijo viendo la hora en mi reloj.

-Claro, pero, ¿puedes contarme como era tu hermana? –dije con un pucherito.

-Está bien, pero vas a tener que comprarme un helado.

-Retiro lo dicho, eres el peor. –empezó a reír y luego de eso fuimos al auto, terminé comprándole un cono de helado de chocolate, pues quería saber cómo es la niña.

Aurora Boreal ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora