5. ʏᴏᴜ ᴄᴀɴ'ᴛ ʀᴇꜱɪꜱᴛ ʜᴇʀ

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"Podrás caminar hacia ella e invitarla a bailar

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"Podrás caminar hacia ella e invitarla a bailar. Te dirá 'Hey cariño, solo quiero una oportunidad' y tú dirás 'sería fabuloso' pero flotas en el aire y no hay forma de que esto pase."

Luego de la exquisita cena, Isis agradeció y tomó su chaqueta dispuesta a irse. Joseph y Holly se habían ido a sus respectivas habitaciones, o al menos eso fingieron hacer ya que no dejaban de mirar a los menores desde una esquina.

—Te llevo a casa.- dijo el más alto.

Holly quería gritar desde la habitación. Su niño había sido por primera vez en mucho tiempo amable con una chica, y era algo que la ponía de lo más feliz. Por otro lado, Jotaro tomó a la más chica del hombro y la sacó de casa. Se sumergieron en la oscuridad de aquella noche dispuestos a llegar al departamento de la invitada de su abuelo. Tokio era tranquilo cuando la luz del sol caía. El viento soplaba provocando un dulce sonido para ambos.

Durante todo el camino a casa de la Joven, no dejaban de hablar sobre cosas aleatorias. Jotaro se sintió tranquilo después de mucho tiempo, ella era interesante para él en todo el sentido de la palabra, no era como las otras chicas que se desvivían por él. Tenía una mirada oscura que le causaba curiosidad, se sentía extraño.

De vez en cuando Isis lanzaba chistes sin sentido que hacían reír a Jotaro. Era divertida y tenía cierto nivel de locura. Cuando le contaba historias le hacía entrar en el contexto causándole emociones que ni él mismo conocía. A pesar de que hablaba mucho al joven le encantaba ya que no había ningún silencio entre ellos.

Llegaron a su destino. Subieron unos cuantos pisos hasta que llegaron al departamento de la joven Cuomo. Ella insistió durante un corto lapso en que debería de conocer a su no tan pequeño gato. Y claro, Jotaro aceptó.

—Estoy segura de que te va a agradar, es un buen gato, muy cariñoso, puedo decir que se parece mucho a mí en tantos aspectos.- colocó la llave en el cerrojo y dio una vuelta para terminar con un empujón con el cual abrió la puerta.—Espero que tu madre no se moleste porque me trajiste a casa, no sabes que tan agradecida estoy con eso, para ser honesta no me gusta caminar de noche sola. Me pongo un poco paranoica.

—Dudo que se moleste.- apenas dijo el Joven. Sus manos sudaban, él no creía lo nervioso que se sentía al estar en casa de una chica. De hecho, nunca había estado a solas con ninguna sola, pues siempre fue demasiado tímido como para hablar a pesar de tu aspecto estoico y seguro de sí.

El pequeño gato rubio apareció y se acercó a su dueña. Se movió varias veces entre sus pies e Isis lo tomó entre sus manos para mostrárselo a Jotaro. Pasó una de sus manos en el pelaje del minino y aquel comenzó a ronronear.

—Vaya, le agradas, es una buena señal.- la mayor miro el reloj de su pared y después dirigió su mirada a Jotaro.—Es un poco tarde, quizás debes volver a casa, no quiero que te pase algo en el camino.

—No pasa nada, quiero quedarme un rato más.- tomó al minino entre sus manos y siguió acariciándolo.

Se dio una bofetada mental al analizar lo que había dicho. Muchos pensamientos llegaron a su cabeza entre ellos es que la mayor había notado que tenía un leve interés en ella. Por otro lado, la joven pensaba en lo que haría en la mañana siguiente mientras acomodaba sus compras, pasando por alto lo que había dicho su tutorado.

2 semanas después.

"Señorita Cuomo, ¿Cuál es su aspiración en la vida?"

"¿Mi aspiración de vida?"

4:45 pm

Isis se encontraba en la universidad desde hace algunas horas, apenas pudo dormir la noche anterior, ya que le habían dado un tiempo límite para entregar un extenso sobre sus investigaciones sobre cierta planta con propiedades antioxidantes. En sus manos tenía varias libretas con avances de la planta que había hecho en la universidad de Nottingham, y todos los datos que había obtenido los estaba ordenando en hojas de cálculo.

Era común encontrarse con la joven pecosa con su típica bata blanca de laboratorio, cabello despeinado y lentes de pasta media. Jotaro logró identificarla a pesar de tener una horda de chicas a su alrededor tratando de llamar su atención. Isis escuchaba varios gritos, haciendo que saliera de sus pensamientos. Levantó su vista y observó cómo una chica rubia rodeaba con ambos brazos al menor haciendo que el contrario mostrará una mueca de desagrado. Jotaro por otra parte se daba cuenta que, aunque no lo quisiera la pecosa llenaba sus pensamientos. No podía evitar imaginar escenas desde invitarla a un café hasta estar embistiéndola en su salón de clases, y cualquier de los dos pensamientos eran algo nuevo para él. Nunca había tenido ningún tipo de interés amoroso por alguna chica, pero extrañamente, con Isis era diferente.

—Cierren la maldita boca.- gritó. Por un momento pensó que las chicas romperían el llanto y se alejaron, pero al parecer todas gritaron de emoción.

Volvió su vista a las hojas de cálculo y decidió pasarlo por alto la escena que había presenciado. Sentía lástima por la manera en que él vivía. Un jaloneo la sacó de sus pensamientos. Por alguna razón Jotaro estaba muy cerca de su rostro. Un sonrojo se presentó y puso a pensar a la joven; nunca había visto la profundidad de aquellos ojos azules, eran un verdadero poema.

Pero ¿Cómo demonios había llegado tan rápido a su lado si hace tan solo segundos se encontraba muy lejos de ella?

Tomó asiento a su lado y acomodó el desastre de papeles que tenía en la mesa.

—¿Sucede algo, Kujo? ¿Tienes dudas sobre tus clases?¿Quieres hablar?-

—No, solo pensé que querías un poco de compañía.- un leve sonrojo apareció en las mejillas de la chica. Jotaro no supo qué más decir, estaba en blanco y quería hacerle platica a la chica. Fue entonces cuando una idea brillante llegó a su cabeza. —Me habías comentado que no conocías mucho Tokio, y tal vez... ¿Te gustaría ir a algún templo?

La castaña lo pensó por unos instantes, estaba a punto de terminar aquel reporte, y tal vez en dos horas estaría disponible, pero no quería hacerlo esperar tanto tiempo, así que declinaría la oferta.

—Tengo que entregar un trabajo para hoy y ...-

—Cuando termines podemos irnos, no tengo prisa.-

—¿En serio?- pregunta con leve emoción. El moreno asintió. Era la primera vez que alguien no la presionaba por hacer algo en conjunto. — Entonces deberías comer el pastel de cerezas en lo que termino.- señaló el pequeño pastel que estaba en la mesa.

Pasaron el rato conversando mientras comían aquel pastel. Las miradas se posaban en ellos por las risas que había en aquella cafetería. Llamaban mucho la atención juntos. Una hora pasó y por fin había terminado el tan ansiado trabajo. Se tira de espaldas en la silla y dio un profundo suspiro.

—Maldita sea, pensé que nunca terminaría.-escucho el ruido de las cadenas y levantó su vista. Jotaro se encontraba guardando las cosas en la mochila de la pecosa sin pena alguna.

—Oye, aún tengo que ir a entregarlo con mi asesor de Investigación.-

—Pues no hay que perder más tiempo.-

Se colocó su mochila en su espalda y salieron de la cafetería. Isis le quitó aquella gorra que solía traer todos los días y se la puso para seguir caminando a su destino. No se mostró molesto por la actitud de la chica. Ella se adelantó y se perdió un instante al ver mover su caderas con tanta elegancia mientras se dirigía a los laboratorios de facultad. Una chica cómo Isis solo podía existir en su sueños.

DirtyHarryy

➸Hidden Place •●• Jotaro KujoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora