23. ʀᴇᴘᴛɪʟɪᴀ

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"Por favor no me detengas si voy muy rápido

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"Por favor no me detengas si voy muy rápido. La espera ha terminado, ahora soy quien toma el control."

Ambos jóvenes permanecieron en silencio por algunos segundos sin dejar de mirarse. Era un sentimiento que solo ellos entendían, después de todo ¿Quién no estaría feliz de estar al lado de la persona que tanto ama?

—Entonces... ¿Cuál es nuestro destino?- Hizo esa pregunta al aire dejando, pensando a la joven. La palabra destino de cualquier manera que la usaran le causaban pensar en un futuro, en un lugar, en un momento en específico.

—Siempre he querido vivir en Indiana.- dijo la pecosa rompiendo el silencio. Para él no era una sorpresa que sugiriera aquel lugar, sabía que ahí había nacido su cantante favorito y no le negaría ese sueño.

—Entonces hay que dejar de perder tiempo e ir por nuestras cosas para irnos esta noche.- aquella respuesta llamó la atención de Isis sacándole una gran sonrisa

En cuestión de minutos ambos subieron al auto del muchacho y condujeron algunos kilómetros hasta llegar a la casa de la pecosa. Al entrar a su departamento todo lucía cálido, aunque estaba hecho un desastre ella solo corrió a su habitación y tomó todo aquello que consideraba importante. Corrió hacia su escritorio y tomó una pluma y papel para escribir sus últimas palabras en aquel trozo. Suspiro y escribió las palabras que ella consideraba perfectas.

"Hola, por favor no me busquen, les aseguro que estoy bien. Los quiero tanto, espero que entiendan esto, pero estoy segura de que he encontrado mi propia felicidad. Ojalá algún día nos volvamos a ver.

Con amor: Isis Elizabeth Cuomo"

Dejó la pluma a un lado y colocó la mochila sobre su hombro. Al salir de su habitación bajó con velocidad todos los escalones y se adentró en el coche. No podía quitar su tonta sonrisa a pesar de que quizá estaba cometiendo el error más grande de su vida. Jotaro tomó la ruta hacia su departamento, estaba bastante nervioso por dentro, pero hizo un buen trabajo al ocultarlo y parecer tranquilo.

—¿En qué estás pensando?-le preguntó. Jotaro permaneció en silencio por un momento, sin dejar de mirar el camino. Mordió su labio levemente y soltó un suspiro.

—La luna está alta esta noche; te enmarca bien hace un rato.- La mejillas de la contraria tomaron color y sonrió aún más al escuchar esas palabras. ¿Cómo un hombre como Jotaro podía ponerla así?

—Gracias.- Se acerco al rostro del muchacho y dejo un beso sobre su mejilla.

Tras unos minutos de viaje y algunas cuantas palabras ambos llegaron al departamento. Jotaro la invitó a pasar con la excusa de que necesitaba ayuda con todo lo que llevaría, pero la boca de Kujo se encontró con la de Isis tan pronto como ambos entraron. Fue un agarre posesivo que hizo sobre la cintura de ella para sentir más cerca su cuerpo.

Isis sintió esa erección presionando su muslo haciendo que se sonrojara. Jotaro se inclinó y la besó, lleno de pasión y calor, con las manos sobre su cuerpo. Era como si quisiera memorizar y recordar cada detalle de su cuerpo a lo largo de toda su piel. El beso se convirtió en más: lenguas que se hospedaban en la boca del otro, y un par de manos que se alzaban para pasar por su cabello oscuro. Con su gran cuerpo, la tenía contra la pared. Aquellos brazos fuertes y musculosos llevaban su pequeño cuerpo por los muslos. Su espalda se enrojeció contra la superficie plana mientras su ancho pecho presionaba más sin dejar de comer esos labios delgados.

Él dejó caer el cuerpo de la contraria sobre su cama, y ​​antes de que pudiera pensar en algo, se había arrastrado hacia ella. Jotaro se acomodó entre sus piernas, manteniéndose abiertas con sus caderas y manteniéndote en su lugar con su torso tonificado. Siguió aquel apasionado beso y bajó hacia su cuello dejando unas cuantas marcas sobre su piel, la contraria sólo se limitaba a jadear. Alzó levemente su espalda y bajó el cierre de su vestido dejando ver aquel sostén rojo con encaje. La admiro por algunos instantes y con una sola mano quito el sostén a lo igual que el vestido completo. Isis se acercó al muchacho sin dejar de pasar una de sus manos por la entrepiernas haciendo notar esa dura erección. Le quito los botones de la camisa y dejo besos húmedos sobre sus pectorales. Lo empujó hacia atrás y quitó ambos cinturones. Bajo los pantalones lo suficiente y colocó su boca sobre su miembro. Sus manos se tejieron sobre el cabello de Cuomo e hizo que su miembro tocara la garganta de la chica haciendo que esta diera una arcada.

—Eres tan buena en esto, cariño, pero yo te demostrare que deje de ser aquel niño que adorabas dominar.- sus palabras fueron lentas, bruscas y profundas de una manera que envía escalofríos por todo su cuerpo.

Su mano áspera la empujó y atacó los labios. Con un estratégico movimiento hizo que ambos se acercaran a la mesa de noche para poder sacar un condón. La recostó sobre la cama y quitó sus bragas con algo de desesperación. Colocó las piernas de Isis sobre sus hombros y comenzó a saborear su feminidad. Un gemido salió al sentir su lengua húmeda. Los movimientos eran precisos haciendo que hiciera un puño las sábanas.

—Jo... Jotaro.- jadeó fuertemente al sentir los dedos del muchacho entrar.

Él se levantó cuando sintió más húmeda a su compañera. Rompió el empaque del condón con los dientes lascivamente. Se colocó el preservativo y entró en un rápido movimiento. La cabeza de Cuomo golpeó la almohada con dureza, dejando escapar un jadeo de sorpresa. Empujo su cadera hacia adelante y pellizcaba suavemente los pezones. Gemía sin palabras a su alrededor, su tamaño es demasiado grande para que cualquiera de las palabras sea comprensible. Uno de sus dedos viajó sobre su feminidad hasta que encontró el clítoris. Isis se llenaba de éxtasis mientras escuchaba leves gemidos del moreno, era como ir al paraíso con aquella ronca voz.

Hubo un cambio de posiciones y ella se colocó en cuatro. La acción se repitió, a excepción de que Jotaro jalo de su cabello para provocar que ella lo mirara mientras la penetraba. Su mano se colocó en el cuello apretando un poco este. Sus embestidas fueron más rudas, pero igual de intensas. El orgasmo de la chica llegó y aquello se sorprendió bastante ya que no volvió a tocar esa zona.

Momentos más tarde al tenerla debajo de él de nuevo, Jotaro soltó un grito ahogado, agarrando sus piernas y arrojándolas sobre sus hombros. Sus manos la inmovilizaron en la cama, y ​​se retiró casi por completo antes de volver a golpear dentro, haciendo que la espalda de Isis se arqueara.

Ambos se acostaron sobre la cama matrimonial sin dejar de verse. Sus ojos están entrecerrados, azul oscuro: sus labios perfectos se curvaron al más mínimo grado mientras pasaba una de sus manos acariciando su espalda.

—Te amo, y no quiero dejarte ir de nuevo.-

DIRTYHARRYY

➸Hidden Place •●• Jotaro KujoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora