4. ᴛʜᴇ ᴡᴀʏ ɪᴛ ɪꜱ

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"Me gustaría que no fuera cierto, pero es así

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"Me gustaría que no fuera cierto, pero es así."

No era sorpresa que la Joven Isis Cuomo sufriera una ataque de ansiedad en ese momento de su vida. Llevaba años tratando con aquel problema que desarrolló cuando era muy joven a raíz de la muerte de aquel tío favorito que fue asesinado a sangre fría, y tirado en un lago de su ciudad. Para ella era duro tener que medicarse con tal de no presentar aquellos síntomas de paranoia tan característicos de una persona ansiosa. Pero desde hace algunos meses trataba de dejar aquel medicamento que suele sedarla, no quería depender de ello. Ya no era de todos los días, pero había noches en el que ella se llenaba de miedo, a gran punto de no querer abrir los ojos por el temor de que alguien estuviera mirándola desde cualquier punto de su habitación.

Pero volviendo al presente, Jotaro actuó rápido y evitó que tocara el frío piso con Star Platinum. El moreno se tambaleo por la puerta con los dientes incrustados en su labio inferior tratando de analizar la situación. Estaba preocupado y era algo evidente. No era una chica que conociera, pero para él había sido un gran detalle que la joven Isis Cuomo notara su pasión por el mar con tan solo verlo una sola vez. La tomó entre sus brazos y el viejo Joestar no pudo evitar sentir una extraña electricidad cuando vio aquella escena. Su nieto se había vuelto más frío desde la muerte de sus amigos en Egipto, sabía que se sentía culpable por lo que pasó en aquel caluroso lugar, y se arrepentía de no haberlos salvado de lo que era inevitable. Por eso se encontraba en Japón los últimos meses. No podía dejar que decayera por algo que ninguno pudo controlar.

—Creo que será mejor que la lleves a tu habitación, tu madre irá en unos minutos para tratarla, por lo mientras cuida de ella, en cualquier momento puede despertar.-

—No le digas a nadie más sobre esto.- Caminó hasta su habitación sin dificultad alguna. La recostó por un momento y arregló su cama para la chica que se encontraba inconsciente en uno de los sillones.

Isis estaba rodeada de sábanas arrugadas y edredones que el mismo Jotaro Kujo había puesto para que la mayor descansara. Esperaba que ella abriera los ojos y pudiera volver a la normalidad, ni siquiera debería importarle, pero ahí estaba en la esquina de la habitación mirándola desde lejos. Jotaro estaba lleno de curiosidad por la chica que estaba a unos metros. Su cabeza se llenaba de ideas de lo diferente que ella lo trato, sin tratar de llamar su atención como otras chicas en su escuela lo hacían. Pensó que quizás se debía a que ella era un poco más madura, no le preocupaba el hecho de llamar la atención de un chico que acaba de conocer, y eso era algo que a él le agradaba, lo había tratado como si fuera cualquier otra persona.

Dio unos cuantos pasos hasta que quedo enfrente de ella. Tocó su mejilla y un escalofrío recorrió su espina dorsal. Era extraño: la expresión de la joven la hacía ver muy feliz por dentro. Por alguna razón Kujo no quito su mirada por un buen rato hasta que la pecosa comenzó a moverse. Isis abrió los ojos, pero su vista no se había recuperado por completo, ya que no podía ver a la persona que se encontraba ayudándola, pero sin importar ello le regaló una sonrisa.

—Perdón por aquella escena, me siento muy apenada, no sé porque me dio un ataque de pánico cuando no había razones.- cubrió su rostro con ambas manos y dio un suspiro hondo. Mentía, sabía porque había perdido el aire y el control de sus acciones en ese momento, y tenía nombre y apellido; Jotaro Kujo. Para ella era tonto, porque nunca se había puesto de esa manera por un chico y menos por uno que acababa de conocer.

—¿Te sientes mejor?- Su voz erizo su piel y tallo sus ojos con la intensión de poder ver al de cabellos negros.

—No logro recuperar la vista por completo.- la pecosa comenzó a reír y miró a un punto fijo. Estaba segura de que sus mejillas se encontraban totalmente rojas.

Su vista se recuperó después de unos minutos y a lo lejos en una fotografía vio un rostro reconocido. No podía creerlo, en ese instante se llenó de felicidad y se paró ignorando a Jotaro. Tomó la fotografía con sus manos y observó a cinco hombres en medio del desierto junto con un pequeño Boston Terrier.

—¿Conoces a Noriaki Kakyoin?- el moreno asintió.— yo... yo lo conocí hace años cuando su familia fue a visitar a mi abuela en verano, es un agradable chico, es mi mejor amigo. Hace unos meses quedamos con vernos cuando llegara a Japón, pero he estado tan ocupada que no le he llamado.- Recordando a su amigo Pelirrojo con nostalgia. Kakyoin había sido importante en una parte de ella, y llegó a sentirse enamorada de él, pero no era correspondido a pesar de lo bien que se llevaban.

Jotaro sintió pena por la chica, al parecer ella no sabía que su mejor amigo había muerto a manos de DIO. Vio la manera en que su mirada se ilumino al ver a aquella fotografía, ahora tenía claro que Isis era la chica que el pelirrojo tanto hablaba, pues durante esos cincuenta días le hablaba de la única amiga que había tenido, y el cual Jotaro sospechaba que tenía un profundo enamoramiento.

—¿Te encuentras bien, Jotaro?- dejo la fotografía en la mesa de noche y se acercó al moreno. Su aura cambió completamente, ahora estaba tan triste que varias ideas llegaron a su cabeza, de las cuales todas negó.

Su rostro mostró señales de cansancio y debilidad al recordar a Kakyoin, pudo salvarlo, pero lo dejó morir en las calles de Egipto.

—¿Dije algo malo?- pregunto preocupada por la expresión de su rostro.

—No, tranquila.- Posó una media sonrisa forzada. —Respecto a Kakyoin...-

El sentimiento de culpa la invadió, pero sabía que aquel sentimiento no era de ella. Miró extrañamente a Kujo y observó como aquel se mordía el labio tratando de reprimir todo aquello.

—¿Paso algo con Noriaki?- preguntó insegura. Aquel asintió y fue suficiente para que la joven se dejará caer sobre la cama atónica. —Él está bien ¿Cierto?

—Noriaki está perdido.- dijo recordando todo aquello que le había pasado en Egipto. Era una pena que no pudiera hacer un comentario al respecto sobre el verdadero motivo. —Nadie sabe nada sobre su paradero.

—Dios, tendré que visitar a su madre.-

El silencio permaneció y su cara de angustia seguía sobre ella. Miro a Jotaro y él bajó la mirada. No podía procesar lo que acababa de escuchar, pero tampoco quería llenarlo de preguntas. Las lágrimas comenzaron a caer sobre sus mejillas negándolo todo. Jotaro no juzga su dolor, ni tampoco su llanto, simplemente escucho y respeto su forma de desahogarse. Inesperadamente el moreno la rodeó con sus brazos y limpio sus mejillas húmedas. Joseph y Holly vieron aquella escena de los jóvenes y decidieron no intervenir. Nunca habían visto a Jotaro tan afectivo o sintiendo pena por alguien, pero ahí estaba él, abrazando a una chica que perdió a aquel que podía entenderla.

DirtyHarryy

➸Hidden Place •●• Jotaro KujoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora