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Agente Cora Geller, conocida en el Laboratorio como Doctora Annika Rhodhart. Dentro de todo no es mentira, dado que antes de entrar al FBI obtuvo un PhD en Bioquímica y Farmacia en la Universidad Johns Hopkins. Cuenta con 38 años, los suficientes como para transformarse en una figura respetada dentro del Bureau y como para representar una doctora creíble en su misión encubierto.
Cora nació en Estados Unidos, en Pennsylvania, la segunda hija de una pareja de norteamericanos de clase media. Su hermano mayor, Harvey, tenía cinco años más que ella, y aunque la relación entre los dos no siempre fue perfecta, se llevaban bien y se amaban mucho, indudablemente. Cuando Cora tenía quince años, su hermano volvió de la Universidad donde estaba estudiando leyes porque llevaba un buen tiempo sintiéndose extraño y le había salido una masa en el cuello. Fue al médico con sus padres, y le descubrieron un cáncer linfático relativamente avanzado y bastante poco común. Fue un golpe duro para toda la familia, pero rápidamente empezó la quimioterapia y el pronóstico era optimista. Cora por su parte era una muy buena alumna en la escuela, obtenía casi solo 10s y era de las mejores de su año, estudiosa y responsable. No era una genio porque debía esforzarse para obtener buenas calificaciones, pero le iba muy muy bien. Sin embargo, incluso teniendo todas las opciones del mundo, no sabía qué quería estudiar ni a qué universidad quería ir.
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Fue durante los siguientes tres años de su vida, años marcados por el miedo y el sufrimiento de ver a Harvey tan débil y tan enfermo, que decidió que quería dedicarse a la biología; al estudio de la vida, con la esperanza de poder ayudar a personas como su hermano a futuro. No tenía las suficientes habilidades blandas ni el suficiente dinero como para invertirlo en una carrera de más de diez años como era la Medicina, pero la biotecnología la podía llevar por ese mismo camino. Quería ayudar a desarrollar las terapias del cáncer, para que otras familias no sufrieran como la suya lo había hecho. Pero a pesar de todo, siempre tuvieron la esperanza de que Harvey vencería al cáncer, incluso cuando luego de vencerlo, volvía a enfermarse.
A los dieciocho, a principio de su último año escolar, Harvey falleció. Hasta el día de hoy los padres de Cora no pueden explicarse cómo fue que la muchacha no bajó su desempeño académico, sino que por el contrario, lo perfeccionó. Casi como si la muerte de su hermano la hubiese motivado a concretar su sueño de estudiar una carrera tan difícil como la Bioquímica. Claro que hubo un costo emocional igual, que lo asumió su vida social. La pena la encerró en su habitación con sus libros y con su estudio, sin ganas de hablar con nadie ni de salir a ninguna parte. Estudiaba día y noche, con las cortinas de su pieza cerradas, con luz artificial y con los audífonos a máximo volumen. Sus interacciones con sus padres también disminuyeron, hasta que parecía un ente.
