VII. Halloween (II)

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Apoyé las manos sobre el lavabo del baño y me miré al espejo. ¿Qué diablos me pasaba? Sólo era Malfoy. Con alguna chica pegada a él, como siempre. Por Merlín, Hermione, tienes que serenarte.

Me di la vuelta cuando oí a alguien entrando en el baño.

—¿Qué ha sido eso?—me preguntó extrañada.

¿Se había dado cuenta de lo que había pasado? No. No podía ser.

—No sé a qué te refieres, Ginny—disimulé. —Sólo he venido a retocarme el maquillaje—bajé la mirada. Si la miraba a los ojos se daría cuenta de que algo no iba bien.

Ginny se acercó a mí. Me agarró la mandíbula con su pequeña mano, aplastándome las mejillas y me obligó a mirarla.

—¿Vas a decirme de una vez qué está pasando con Malfoy? Sabes que no voy a juzgarte—dijo sin soltarme.

En ese momento una gruesa lágrima se desprendió por mi mejilla. Ya no podía más con esa tensión. Ginny me soltó la cara y me abrazó fuertemente con los dos brazos, apoyando su mejilla en mi hombro. No necesitaba decírselo con palabras, lo comprendió en ese instante. Era mi mejor amiga y sabía lo que me pasaba.

—Si no llego a salir de allí creo que hubiera arrastrado a Pansy de los pelos por toda la pista— sollocé. —No sé qué me está pasando, Ginny. A veces es un capullo arrogante, y otras veces parece que cuando me mira está viendo un pastel que desea comerse. Y yo... No sé, no puedo parar de pensar en él, y eso me está volviendo loca.

—Ya, me he dado cuenta. La tensión sexual que hay entre los dos se ve a la legua, y es asfixiante—repuso.—Pero... ¿Le quieres?—me preguntó con cautela.

—Claro que no—respondí. —Sólo... Sólo es eso que has dicho tú. Atracción sexual.

No quería que la idea de enamorarme de Malfoy apareciera siquiera por mi mente.

Ginny asintió.

—Entonces—dijo,—quizás deberías liberarte. No pasa nada.

—¡NO!— me horroricé. —Sí pasa, Ginny. Pasa que es Draco Malfoy—rebatí.—Y también pasa que seguramente ahora esté disfrutando bailando con Pansy, o con cualquiera de las cientos de chicas que pululan a su alrededor.

Ginny me abrazó de nuevo. Hermione, es un tío, que está muy bueno, por cierto, y que parece que últimamente está cambiado. No para de comerte con la mirada. Y ahora mismo, estaba buscándote por toda la fiesta. Le ha dicho a Pansy, literalmente, "que lo dejara en paz de una maldita vez y que se apartara de su vista".

—¿En serio?— murmuré frotándome las lágrimas.

—Te lo prometo—sentenció Ginny.

—Ginny, no puedes decirle esto a nadie. Que me gusta Malfoy.—me estremecí al oírme decir eso.

—¿Por quién me tomas?—sonrió ella. —Vamos a disfrutar de la fiesta—dijo agarrándome del brazo y sacándome de allí.

Seguí bailando con mis amigos, pensando la confesión que le había hecho a Ginny. Pero no podía ser. Tenía que olvidarme de Malfoy. Además de por ser Malfoy, porque tenía una relación con Viktor, o algo parecido. Pero tenía que guardarle respeto. No había rastro de Malfoy por el Gran Comedor. Mejor, pensé. Tenía que alejarme de él.

Cuando me despedí de mis amigos y llegué a casa las luces estaban apagadas. Busqué las llaves para abrir la puerta. Seguro que Malfoy estaría tirándose a alguna chica, por eso no había llegado aún. Me hirvió la sangre. No, Hermione, para, me dije. Me da igual.

Hielo y CaobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora