XII. Muérdago

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La habitación solamente estaba iluminada por los potentes rayos de luna llena que asomaban por la ventana. Tenía la cabeza echada sobre el pecho de Draco, que respiraba muy lentamente. Estaba relajado. Me moví un poco para acomodarme en la cama y Draco presionó más contra mi el brazo me agarraba la espalda.

—¿No irás a escabullirte otra vez en mitad de la noche, verdad?—dijo alzando una ceja.

—Cállate—dije riendo

—No, en serio, quédate conmigo esta noche—me pidió.

Asentí con la cabeza mientras lo abrazaba con fuerza. Notaba a Draco un poco inquieto.

—¿Vas a contarme lo que te sucede?—pregunté.

—No—respondió escuetamente.

—Entonces, me marcho—dije haciendo un ademán de levantarme.

Draco me abrazó más fuerte.

—No te vas a ir a ningún lado, Hermione Granger— replicó.

—¿Quién te crees que eres para darme órdenes?— bromeé.

—Draco Malfoy— contestó con una sonrisa burlona, guiñándome un ojo.

Puse los ojos en blanco.

—Draco, si es por lo de Viktor... No pasó nada entre los dos. Yo tampoco... Tampoco pude hacerlo—dije mientras me ruborizaba.

Draco se quedó callado unos segundos, mirándome fijamente, parecía aliviado, como si le hubiera cogido un gran peso que estaba cargando sobre los hombros.

—Me alegro—sentenció. —Pero no es por Krum...—dijo escupiendo el nombre.—Es por esto—dijo mientras alzaba el brazo donde llevaba la marca tenebrosa.

Acercó su antebrazo al mío, colocándolos uno al lado del otro.

—¿Ves? Tú eres pura, Hermione. Demasiado buena para mí. Por mucho que intente cambiar, siempre será así. No tendría que haberte arrastrado al agujero negro que es mi vida...

—Draco, esto—dije agarrándole el antebrazo— no es lo que eres. Esto sí—quité la mano de la marca tenebrosa y la posé en su pecho izquierdo, encima del corazón.

—¿Estás segura?—preguntó vacilante.

—Nunca había estado tan segura del algo—respondí recostándome de nuevo en su pecho y cerrando los ojos.

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Cuando salimos de clase de Encantamientos, me dirigí con Harry, Ron y Ginny a las Tres Escobas. Nos sentamos en una mesa apartada para poder hablar. Con todo lo que había estado pasando en mi vida en los últimos meses, me parecía que hacía una eternidad que no hablaba con ellos. Era el último día de clases antes de las vacaciones de Navidad, y quería ponerme al día con ellos, que se irían a pasar la Navidad a la Madriguera juntos.

—Menos mal que van a empezar las vacaciones. Como oiga una vez más a Pansy quejándose de que Malfoy no le hace caso...—se lamentó Harry.

—Ahora parece que está con Greengrass—soltó Ron.—Vas a tener que aguantarla mucho más—dijo riéndose de Harry.

Empecé a notar cómo se me sonrosaban las mejillas. Quería cambiar de tema. Mentir no se me daba nada bien, y seguro que me notarían algo raro.

Ginny estaba mirándome acusadoramente, cuando noté una fría mano sobre mi hombro.

—Hablando del Rey de Roma—dijo Ginny mirando por encima de mi cabeza.

—Granger, ¿Recuerdas que tenemos que terminar el trabajo antes de irnos, verdad?—dijo Draco mirándome con una sonrisa de suficiencia en la cara.

Hielo y CaobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora