Continuó acariciándola con una mano mientras con la otra se quitaba el pijama. Muy pronto, las dos estuvieron desnudas la una frente a la otra. Kara apartó los dedos y la miró a los ojos.
—Soy tu esposa, Lena. No debes sentirte avergonzada.
Lo más sorprendente de todo fue que ella no lo estaba. De hecho, sentía que un extraño poder se adueñaba de ella. Algo tímidamente, se permitió mirar el cuerpo de Kara, darse un festín con sus fuertes y bronceados músculos, su torso y mucho más abajo…
—Ahora, quiero que me toques a mí como yo te he tocado a ti—dijo Kara.
Volvió a tomarla entre sus brazos. Con mucha suavidad, le colocó las manos sobre su entrepierna. Kara Sentía un profundo placer al saber que aquélla era la primera vez que Lena estaba con una mujer como ella, que Kara sería la primera en enseñarle. Otra oleada de posesión se apoderó de Lena y, entonces, algo mucho más fuerte, lo que le llenó de una profunda sorpresa. Esperaba que Kara fuera también la última.
Aquel pensamiento la dejó emocionalmente más tocada de lo que nunca hubiera creído posible. La rodeó con sus brazos una vez más y la volvió a tumbar en la cama, tratando de razonar, de mantener el control. Sin embargo, no pudo hacerlo. Sólo pudo pensar en besarla con una nueva pasión que erradicó todo resto de duda. El deseo que experimentó fue tan ardiente que casi le resultó desconocido.Lena contuvo el aliento y dejó que sus sentimientos se hicieran cargo. El corazón le latía con tanta fuerza que estaba segura de que Kara podía escucharla con facilidad. Sintió que se despertaba en ella un anhelo que tenía que perseguir cuando su esposa comenzó a recorrerle deliciosamente el cuerpo, empezando con ligeros besos en la garganta que fueron descendiendo cada vez más, torturando los erectos pezones y bajando más y más hasta llegar al centro de su feminidad.
Lena gimió de placer cuando la lengua de Kara le tocó suavemente el pequeño montículo de carne del que había desconocido su existencia hasta aquel instante.
—¡Kara! —gritó, antes de estallar de nuevo en una mirada de sensaciones.
Terminó acurrucada contra kara, dejando que su esposa le susurrara dulces palabras al oído y que la acariciara suavemente mientras los pulsos de su cuerpo latían sin control. Y aún había mucho más…Justo cuando Lena estaba empezando a recuperarse. Kara le introdujo una vez más los dedos entre las piernas para asegurarse de que ella estaba lista para lo que iba a ocurrir a continuación.
—Lena, mi amor —susurró—. Voy a hacerte mía, completamente mía —añadió, mientras se colocaba entre las piernas. Ella sintió que el cuerpo se le tensaba—. No tengas miedo, querida mía. Haré todo lo que pueda para no hacerte daño.
—Yo nunca he…
—Lo sé, corazón, deja que yo me haga cargo de todo…
Le dio un largo beso y, al mismo tiempo, se deslizó suavemente dentro de ella. Lena experimentó un momento de tensión al notarle en su cuerpo, al principio sólo un poco, como si Kara quisiera que ella se acostumbrara a la sensación.De repente, la penetró más profundamente. Ella experimentó una ligera sensación de dolor y le clavó las uñas en los hombros.
—Tranquila, amor mío —murmuró, mientras la besaba casi con reverencia.
Lena vio en los ojos de Kara un brillo que no reconoció. El dolor se vio rápidamente reemplazado por el deseo. Con cada nuevo movimiento, ella se erguía involuntariamente hacia kara, moviendo las caderas con una maravillosa y nueva cadencia. De repente, todo se nubló ante ella y comprendió que kara estaba experimentando exactamente las mismas sensaciones. Juntas comenzaron a cabalgar sobre una poderosa ola de pasión tan fuerte que, cuando alcanzaron el clímax, gritaron juntas y luego cayeron agotadas sobre las arrugadas sábanas, demasiado exhaustas como para hacer otra cosa que no fuera escuchar el latido de sus corazones.—¿Señora Danvers?
Después de que alguien llamara repetidamente a la puerta, Kara se despertó y se dio cuenta de que Otis, su criado, que las había acompañado en la luna de miel, estaba al otro lado de la puerta, llamándola con urgencia.
Se levantó rápidamente de la cama, se puso los pantalones del pijama y se mezo el cabello. Vio que Lena seguía dormida, acurrucada como una gatita bajo las sábanas, y sonrió antes de dirigirse a la puerta. Tras abrirla con mucho cuidado para no despertarla, salió al pasillo.
—¿Qué ocurre, Otis?
—Se trata del Señor Luthor, señora. Su madre doña Eliza ha llamado para avisarle de que la salud del anciano ha empeorado. El señor Jeremías y ella creen que ustedes deberían regresar a Gotham inmediatamente.
—Dios mío —susurró ella, mientras pensaba cómo le iba a dar a Lena la noticia—. Muy bien. Encárgate de que el helicóptero esté aquí dentro de una hora y dile al piloto que tenga el avión listo para despegar. Llegaremos en breve al aeropuerto de Atenas.
Con eso, se dio la vuelta y se dispuso a enfrentarse al mal trago de decirle a su esposa que la luna de miel que acababan de empezar estaba a punto de terminar. Kara entró en el dormitorio y vio que Lena seguía dormida.
Se sentó en el borde de la cama y, con mucho cuidado, comenzó a apartarle el cabello que le cubría el rostro. A continuación, depositó un beso sobre los párpados y luego sobre los labios de la joven.
—Lena —susurró—. Tienes que despertarte, cariño.
Lenta, muy lentamente, Lena emergió de un delicioso sueño. Al principio, mantuvo los ojos cerrados e, inmediatamente, comenzó a estirarse. Notó un ligero dolor y, poco a poco, fue recordando los acontecimientos de la noche anterior. Abrió los ojos y contempló el rostro de Kara.
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CAMAS SEPARADAS
FanficElla esperaba que Lena se rindiera a sus encantos... Kara Danvers era guapa y rica y las mujeres hacían cola para calentarle la cama. ¿Por qué entonces podía querer una mujer así un matrimonio de conveniencia? Lena Luthor era una heredera de buena...