Capitulo 1

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Los musulmanes solían decir que lo único que nace grande es la desgracia, lo demás nace pequeño y con el tiempo se transforma, Shah Rukh Khan lo sabia mejor que nadie, para su desdicha personal, el lo había vivido en carne propia.

24 de mayo del 2000

Era de madrugada, alrededor de las cinco de la mañana con ansiedad la tía Neeru tocaba desesperadamente la puerta de la mansión de Shah Rukh Khan, sin embargo nadie abría, la lluvia había empezado a mojarle el sari, pero ni eso pudo detener su cometido de encontrar a quien todavía no sabía si podía llamar hijo.

Con gritos y golpes termino partiendo el cristal de la puerta cortándose la muñeca, gimió de dolor tomando su mano la apretó contra su sari manchándolo de su propia sangre, con lagrimas en los ojos y la ropa mojada, metió la mano en la abertura del cristal abriendo la puerta.

-¡Shah, hijo! ¡Shah, corazón!-grito cerrando la puerta teniendo cuidado de no cortarse los pies con los pedazos de vidrio regados por el caro piso de caoba.

-¡Shah Rukn Khan! ¡¿Dónde estás?!-grito empezando a sentir un mal presagio tan fuerte que sintió que el estomago se le revolvía.

En la oscuridad de la madrugada, con el sonido de los truenos se armo de valor para subir las escaleras con cuidado de no caerse, francamente ella ya no estaba para andar en esos trotes.

-¡Hijo!-grito con fuerza abriendo cada puerta sintiendo cada vez más miedo.

-"Por favor Shah no me hagas esto"-pensó sintiendo que el dolor de su mano desaparecía por los nervios, pero las lagrimas empezaron a salir.

Cuando con un travieso reflejo de luz que se escapaba de una de las cortinas pudo ver la habitación de Shah corrió tropezándose cayendo con un sonido sordo en el piso, cerrando los ojos, se tomo unos segundos antes de poder ponerse de pie.

-¡KHAN!-grito a la par que abría la puerta, cayendo sobre sus rodillas se dio cuenta de que la cama estaba vacía, se llevo las manos a la cabeza, cerrando los ojos llorando.

-¿Dónde estás?-pensó en su angustiante desesperación.

Pero ella ya sabía la temida respuesta, donde mas podría estar en un día tan espantoso para el sino en la tumba de su difunta esposa, con fuerza se puso de pie, con la esperanza de que su yerno no hubiese cometido ninguna locura, bajo con rapidez entre la oscuridad encendió las luces del patio el auto no estaba.

-¡Maldita sea, no me hagas esto tu también!-dijo en voz alta corriendo hacia la puerta principal, evitando los vidrios logro abrir la puerta.

La llovizna era ahora una torrencial lluvia, levantando su ya de por si mojado y sangriento sari corrió a lo largo del patio mojándose los pies en los charcos de agua, con dolor en sus rodillas, se detuvo al sentir que su cabello como un látigo le golpeaba el rostro, su moño se había deshecho, con rapidez siguió corriendo como pudo, la vejez le estaba pisando los talones por ello lo que para ella era correr perfectamente para otro seria un suave trote.

-¡HEEEY!-grito al ver las luces de la garita donde estaban los vigilantes.

-¿Señora Neeru?-pregunto uno alumbrándola con su linterna.

-Si soy yo-grito a varios metros de distancia.

-Hey, muchachos, vengan a ayudar a la Señora Neeru-grito el guardia a unos cinco vigilantes mas.

-Señora Neeru ¿Qué le paso?-pregunto uno viendo las marcas de sangre en su vestido.

-Por favor entre a la garita-dijo uno de ellos poniéndole su saco en la cabeza tratando de que no se mojara.

Mía-SRKajolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora