Capitulo 3

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Luego de que Kajol se fue me quede con una sensación cálida en el pecho aun en su ausencia, era como cuando te tomas un chocolate caliente en un día frio, sentía un extraño calor en el estomago, pero se sentía muy rico, me sentía liviano, fue como si el peso de todas las desgracias que me habían pasado en el sin lugar a dudas peor año de mi vida desaparecían mágicamente.

Fui a la habitación de la Tía Neeru, con cuidado de no hacer ruido la vi profundamente dormida con Aryan en brazos, en la cuna reposaba mi pequeña Suhana en un profundo sueño, se veía tan hermosa, que sentía mi corazón derretirse de la más sincera ternura. Con cuidado la cargue, saliendo por la puerta dejándola abierta, la lleve a mi habitación y la acosté sobre mi pecho desnudo, se despertó para mi sorpresa no lloro, estaba escuchando los latidos de mi corazón, con esos inocentes ojos color avellana viendo algún punto incierto, bañados en inocencia.

-¿Cómo pude pensar en dejarte?-susurre pasando la yema de mis dedos en sus cabellos castaño claro, su llanto comenzó de forma escandalosa asustándome.

-¿Qué querrá? Shhh, no llores mas-pedí con voz suave, el solo escuchar el llanto de mi hija me arruga el corazón.

-¿Tendrá hambre?- pienso, colocando mi meñique en la comisura de sus labios mi hija solo lo muerde.

-Ya te voy a dar comida, princesa-susurre cargándola con cuidado, sintiendo sus lagrimas mojarme el pecho, camine el largo trayecto hacia la cocina como por 5 minutos.

Abriendo la alacena la vi repleta de comida, para mi suerte habían incontables frascos de vidrio de compota, mi hija no paraba de chillar con cuidado la deje en una canasta vacía, mientras abría la compota de manzana y buscaba una cucharita de plástico.

-¡A comer mi princesita!-dije tomándola en un brazo y en la compota otro, entrando a la sala me senté en el inmenso sofá de cuero negro, con mi hija en el regazo.

-¡Ahí va el avioncito!-susurre viendo como abría sus labios, tragándola con sus inmensos cachetes blancos como los de su madre, ella hizo un gesto afirmativo, haciendo que me conmoviera hasta las lagrimas, el inexplicable amor de un padre.

-Sabes tú ahora no lo entenderías pero quiero pedirte disculpas mi niña, por pensar intentar acabar con mi vida, no me perdonaría nunca haberme perdido este momentos y los que vienen. Te juro por el nombre de tu madre que siempre estaré contigo para amarte y protegerte. Hasta el último día de mi vida-susurre en su oído dándole un besito en el cachete, viendo como luego de comer se quedaba profundamente dormida.

Subí las amplias escaleras, la puerta del cuarto de mi Tía seguía abierta, con cuidado la deje en la cuna le di un último beso en la frente, esperando que Allah la bendijera entre al baño, tome una toalla y seque mi pecho de las lagrimas de mi amada hija.

Al acostarme en la cama, ese calor en lo más profundo de mi estomago volvió con fuerza, haciéndome suspirar, cerré los ojos tomando una de las almohadas me di cuenta que olía a almendras ese es el olor de Kajol. Para mi sorpresa me encontraba enterrando la cabeza en la almohada aspirando locamente ese olor, su olor, deseando tenerla aquí entre mis brazos.

Aquí conmigo, solo conmigo.

En la oscuridad de mi habitación, en el calor de mi estomago, me di cuenta de que en lo profundo de mi ser que uno de esos focos de la esperanza se había encendido de nuevo como una antorcha en una cueva, que todo cobraba sentido de nuevo, pero un sentido distinto y cautivador.

-Gauri te amo, siempre te amare pero es momento de que te deje ir, de que la vida continúe para mí, es momento de que escriba un nuevo capítulo siempre teniéndote en mis pensamientos. Pero de ahora en adelante te voy a recordar como mi eterno primer amor, como la persona que me llevo a donde estoy hoy en día. Te prometo que seré bueno con nuestros hijos-pensé abrazando la almohada.

Mía-SRKajolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora