Capitulo 23

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Tal vez de haber sucedido las cosas de forma diferente me hubiese dicho a mí misma, que era arriesgado confiar casi ciegamente en esas palabras, que lo más lógico era basarme en hechos y no en palabras. Pero cuando veo la sinceridad de su mirada o escucho su sensual voz capaz de adormecer mis sentidos, me es imposible no creerle.

Sé que es como lanzarse al vacío.

Un vacio profundo y desconocido, donde no hay más que caída, pero la verdad ya no me interesa nada ni nadie, solo me interesa embriagarme y entregarme a este equilibrio casi perfecto que ambos hemos creado. Y del que francamente, no me interesa salir. Mi zona de confort favorita. A final de cuentas ya me da lo mismo ganar o perder, pero contigo Shah, solo contigo.

Nunca he sido fanática de las supersticiones pero el día que me quitaron el vendaje de las piernas para probar si podía volver a caminar, me di cuenta de que muchas no son tan descabelladas, que los presentimientos humanos a veces, en contadas ocasiones, pueden ser mucho más valiosos que la verdad.

-De pie, arriba-me animo una enfermera tomando mi mano mientras yo apoyaba gritando las palmas desnudas de mis pies en el frio piso de la habitación. En ese segundo, el dolor estallo haciéndome gritar mareada, estaba casi segura que me caería en el piso estrellando mi inflamado rostro contra el duro piso, hasta que sentí un brazo sosteniéndome.

Por supuesto sabía quién era.

Ese aroma.

-No pasa nada, estoy aquí contigo-dijo en voz baja serio, tomando mi cintura sosteniéndome, sus palabras hicieron eco en mis oídos y mi llanto ceso de golpe.

-Tú siempre te levantas, tú siempre lo logras. Siempre-dijo serio mientras yo me quedaba viendo sus profundos ojos y sintiendo sus cálidas manos contra mi piel. Quemándome.

No me pude concentrar ni en los pasos ni prestarle atención al dolor, sus palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza, en ese momento no sabría ni siquiera como explicarlo pero tuve el presagio de que lo nuestro, no era tan solo un romance, era algo probablemente incalculable. Y aunque en ese instante no lo dije, ni él me lo confirmo me convencí de que esta era mi última historia, que moriría a su lado.

Sé que no es más que una superstición personal, pero en lo profundo de mi alma al cerrar los ojos y suspirar, todo el aire que entra por mis pulmones me convence que esa superstición, esa sensación, presagio o como lo quieran llamar, es lo más real que nunca jamás he vivido.

Lo más autentico.

Casi incuestionable.

Por eso en estas semanas de lucha interna constante, desde ese momento en que sintiendo sus cálidas manos contra mi piel ayudándome a caminar se volvió a despertar esa llama del deseo hacia él, como si nunca hubiese sido violada por eso cuando se quedaba dormido en la silla, me era casi imposible no dirigir mi vista a su entrepierna.

No soñar despierta con esa manera que tiene de tocarme, con sus carnosos labios besando mi cuerpo, su caliente saliva secándose sobre mi piel, su cara de placer cuando entre mis piernas succiona con fuerza, su voz entrecortada gimiendo mi nombre, la fuerza y pasión de sus penetraciones que me hacen ver un cielo terrenal, casi irreal. La sensación de sus manos acariciando mis senos, jalando mi cabello, ver sus músculos tensarse sudados encima de mi o la caliente sensación de su miembro en mi boca que me hace delirar en vida.

De haber podido moverme, de no estar con una vía ultra venosa ni tan malherida hubiese cerrado las cortinas y la puerta con seguro, lo hubiese levantado, me hubiese arrancado la ropa y lo hubiese besado con una clara invitación a tocarnos a manosearnos sin ningún tipo de pudor ni moral, a ir en busca de ese devastador orgasmo que tanto disfrutamos.

Mía-SRKajolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora