Capitulo 6

1.1K 63 16
                                    

Narrado por Kajol

Me quedo observando las rosas que hace unos días me regalo Shah, ahora marchitas con sus pétalos a punto de caerse, sin embargo a pesar de perder totalmente su belleza no puedo dejar de mirarlas. Siento una conexión profunda con esas ahora, espantosas flores.

Es como verme a mí misma.

Los calientes brazos de Ajay me abrazan a él, pero aun sintiendo su tan conocida respiración sobre mi nuca, me siento ajena a esta casa, ajena a esta vida e indiferente a quien sostiene entre sus dedos uno de mis pechos. Suspirando cierro los ojos tratando de desparecer, tratando de eliminar aunque sea por un momento mi esencia y conciencia.

-Esta no es mi vida, yo no soy Kajol-pensaba suspirando tratando de contener unas lágrimas, desesperada me escapo de la cama con cuidado de no despertar a mi marido. El sigue respirando suavemente, sin alterarse ni mucho menos despertarse, suspiro aliviada.

Camino hacia el otro lado del apartamento temblando tomo una toalla para tapar mi desnudez, al entrar al baño de recepción enciendo muy lentamente la ducha con agua caliente me limpio el rostro, me lavo el cabello y la piel. Pero ni con casi gastarme todo el frasco de shampoo de almendras puedo quitarme esa sensación de suciedad, esa sensación que tanto me perturba al sentir que me han robado algo que es mi, no sabría describir exactamente qué, pero solo puedo sentir una profunda desesperación y como cada vez pierdo el enfoque de mi propia vida.

Al salir del baño, camino lentamente a nuestra habitación pero para mi sorpresa Ajay ya no está acostado.

-¿Dónde estabas?-pregunto con su tono autoritario, haciendo que se me tensaran las piernas y lentamente me daba la vuelta para encarar su severo rostro.

-En el otro baño bañándome-tartamudeé nerviosa viendo ese brillo que nunca me ha terminado de convencer en sus ojos.

-Tú nunca te bañas alla-dijo con malicia acercándose cada vez hacia mi hasta hacerme caer sobre la cama.

-Ajay no empieces con tus ridículos celos-dije poniéndome de pie, tomando un largo suéter gris y unos jeans negros, dejando la toalla a un lado, buscando mi ropa interior.

-¿Te parecen ridículos?-chillo furioso jalándome del brazo.

-¡Ya Ajay, suéltame me duele, me estas lastimando!-chille sintiendo como mis muñecas ardían con fuerza.

-¿A dónde crees que vas?-dijo pegándome contra la pared furioso.

-¡Ajay ¿Qué te pasa? Voy a visitar a mi madre! ¡Acaso ahora te tengo que pedir permiso para poder ver a mi propia madre!-grito furiosa.

-¡No pero como ahora tu casa es la calle y tus responsabilidades son como todos menos con tu marido! Es lógico que me ponga asi, pero bueno al final de cuentas tu padre fue muy desconsiderado, se le olvido mencionarme que su hija siempre ha sido una buena para nada-dijo soltándome sus palabras fueron tan afiladas que sentí mi ira correr por mi torrente sanguíneo.

-¡A mi padre ni te atrevas a mencionarlo, imbécil!-grite furioso viendo como el se detenía en seco, volteando lentamente.

-¿Cómo me llamaste?-susurro entrecerrando los ojos.

-Imbécil-dije al mismo tiempo que sentía mi cabeza pegarse contra la pared, mientras sus manos sostenían con fuerza mi garganta.

-Yo soy tu marido estúpida, a mi me vas respetando le vas bajando a esa insolencia tuya si no quieres que te castigue. Aterriza, entiende que el mundo gira en torno de su propia orbita no alrededor de ti, ridícula-susurro apretando mi cuello, impidiéndome respirar.

-No te creas más de lo que eres, ¿Quién eres tú sin el apellido y el reconocimiento de tus padres? Dejaste los estudios votados, tu carrera de cine es un fiasco en comparación a la de otras actrices, solo taquilla ningún premio ni reconocimiento. Es cierto eso que dicen que lo fácil vende, todo ese éxito que tuviste simplemente fue porque estas buena-dijo mientras yo no me podía sentir más indignada, con el rostro hinchado en sangre, quería golpearle.

-Aunque no te lo niego, la verdad es que si estas muy rica con esos ojos, ese pelo, esa cara, esos pezones, esas nalgas, pero sabes te verías mejor si te limitaras a eso a estar buena porque es para eso que es lo único que sirves. Si te callaras más seguido porque aunque estés divina-dijo mientras yo sentía mis ojos cerrarse sin poder por la falta de aire.

-Siempre que hablas dejas en evidencia tu ausencia de cerebro-susurro mientras acercaba su también cuerpo desnudo al mío, mis ojos se cerraban por si solos, mis sentidos se adormecían sintiendo sus manos manosear con rudeza mis senos, hasta que estrello mi cabeza contra la pared soltándome.

Arrodillada sentí mi cuerpo caer en el piso de mi habitación, todo se veía borroso, un grito ahogado salió de mi garganta mientras sentía mis cuerdas vocales desgarrarse, escuchaba sus pasos, pero gateando desnuda como lo hace un perro herido fui al baño y escupí algunos catarros de sangre. Cerrando los ojos tirada en el frio piso del baño sentía mi cuerpo quemarse, el aire entrar dificultosamente a mis pulmones y el sonido sordo de la puerta del apartamento cerrarse mientras Ajay se marchaba.

Pero yo fui incapaz de levantarme del piso lo que quedo de mañana.

Me sentía tan poca cosa, tan insignificante, sentía que mi vida era un tumulto de malas acciones tomadas con una ridícula inconsciencia de mi parte, por eso con aun tirada en piso me quede viendo de nuevo esas flores marchitándose, yo sin lugar a dudas era una de ellas.

Una flor marchita, con sus ilusiones mutiladas.

El sonido del teléfono me hizo reaccionar, no paraba de sonar supongo que debe ser mi madre, caminando lentamente por la sala sintiendo un fuerte dolor tome el teléfono.

-Buenas-dije a la par que se me escapo un grito junto con un poco de sangre, mi garganta quemaba y mis ojos se cerraban por si solos.

-¡KAJOL!-grito preocupado Shah, su tan excitante voz fue capaz de mitigar una pequeña parte de mi dolor.

-¡¿ESTAS BIEN?!-grito preocupado al otro lado de la línea-NECESITAS AYUDA, ¿QUIERES QUE TE BUSQUE?-siguió mientras escuchaba su voz ansiosa.

-No...Estoy...bien...Mi garganta-susurre sintiendo de nuevo ese dolor y la sangre caliente sobre mi mano izquierda.

-Búscame-susurre cansada empezando a sentirme mareada.

-¡No hables mi niña! ¡Ya voy para alla, estoy en menos de 20 minutos!-dijo colgándome.

Mientras me vestía con la ropa que había sacado, no podía dejar de escuchar su voz llamarme mi niña, su niña, suya. Ese pensamiento me hizo sonreír en medio del dolor, por eso cuando bajo por el ascensor me siento en la residencia como una niña esperando obedientemente a su papi.

A su dueño.

Reconocí las luces de su caro carro estacionarse y el salir corriendo hacia mí con esa sensualidad de la cual era, vestía de traje al llegar a mi me extiende la mano para que me pare tomándome mi rostro examinándolo con esos hermosos ojos.

-Kajol tienes el rostro hinchado ¿Qué te ha pasado?-susurro preocupado-Te voy a llevar a una clínica ¿Desayunaste? Traje un poco de miel para que la tomes en camino-susurro esperando una respuesta.

Sin embargo yo no respondí solo lo abrace, su cuerpo se tenso abrazándome cerré los ojos y me deje sumergir en el delicioso olor de su loción. 

Mía-SRKajolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora