-Capítulo 16-
Taeyong lo cogió con fuerza, estampándolo contra la pared con fuerza.
Su mirada cambio, Ten lo notó, sus ojos, ahora embarrados en lujuría recorrían el asustado rostro de Chittaphon.
—No te voy a besar los labios muñeco —sonrió Yong—, será todo lo contrario.
Y dejó de ver su rostro, se deciso de la camisa del menor y beso su estómago mientras lentamente bajaba por sus caderas.
El tailandés se aferró a la pared para contener los enormes gritos que quería soltar.
Pronto, solamente quedó en ropa interior, unos boxers, que marcaban bien su trasero y todo lo que tenía que ofrecer.
Los dedos de Taeyong lo tocaron desprevenido, metiendolos en el espacio entre su piel y sus finos boxers. Los dientes de Lee mordieron ligeramente la ropa interior de Ten por el costado, bajándola.
El tailandés se preguntó si estaba correcto lo que se iba a dejar hacer, mientras pensaba ya tenía la ropa interior a la rodilla.
—¡Ah! —un pequeño gemido salió de la boca de Chittaphon, un gemido que le permitiría soltar el resto.
—Grita todo lo que quieras —sonrió Taeyong desde abajo—, nadie nos escuchará.
El mayor se colocó de rodillas, se mojó los labios, la imágen era perfecta, con solo ver a Ten aferrado en la pared y a punto de gritar, se estremecía, con muchas más ganas de hacerselo ahora.
Le abrió las piernas al tailandés, el chico ya no ponía resistencia, hasta meneó las caderas, entregandole más a Taeyong. Mordió uno de los muslos del menor, percibía un buen olor ahí abajo. Se acercó a su agujero, entre su trasero, le satisfacía tanto ver eso... sus labios besaron delicadamente el agujero de Chittaphon.
—Mmm —susurró el menor.
Taeyong lo besó con más intensidad.
—Te gustará más cuando pase mi lengua por ahí.
Ten soltó un pequeño gemido ahogado. El mayor había introducido su lengua en él, en todo su esplendor, una oleada de placer inundo todo el cuerpo de Chittaphon.
—¡Ahh! —gritó el tailandés, llenó de placer.
Taeyong volvió a bombearlo con la lengua. Tan intenso como podía.
—¿Te gusta? —preguntó el mayor desde abajo—, dime que te gusta.
—¡Oh! Me encanta.
La cabeza del coreano no dejaba de moverse, al compas de su lengua y acoplándose con los intensos gemidos del menor. Maldita sea. Si se lo comía una vez más, eyacularía sin siquiera haber terminado. Sus pantalones reventarían, necesitaba follar al chico. Follarlo, era más que un simple deseo, era algo que su propio cuerpo le obligaba a hacer.
—Tengo que —subió hasta quedar frente a Chittaphon nuevamente— follarte, necesito follarte.
Se miraron, Ten no dijo nada, por lo que Taeyong cargó al chico hacia la cama, lo recostó.
Chittaphon lo miró desde abajo, sus ojos fueron a parar en la erección del asesino y criminal que tenía en frente.
Taeyong ya estaba completamente desnudo, frente al tailandés, que no podía negar que quería más de ese hombre que tanto lo ponía.
Ten necesitaba a Taeyong dentro de él, moviéndose en su cuerpo, llenándolo con ese enorme pene.
—Fóllame duro Taeyong, duro —dijo sin pensarlo.
El nombrado se inclinó sobre su cuerpo, se sostuvo de los codos para no aplastar al delicado tailandés que tenía en frente. Las palabras de Chittaphon tenían su miembro más erecto que nunca. Solo bastaba un solo contacto y derramaría todo su líquido sobre sus piernas.
—Eso haré Ten —afirmó Taeyong.
Se levantó para observar el desnudo y perfecto cuerpo del menor frente a él, se relamió los labios.
Volvió a inclinarse para besarle los pezones, abriendo su boca y comiéndose ese delicioso caramelo, para luego morderlos con delicadeza.
—Ah —gimió Chittaphon. Se estremeció por completo—Mmm... Si, sigue...
—Abre las piernas —ordenó Taeyong, alejándose un poco—... Por el amor de... te voy a follar precioso, te la voy a meter tanto, tan dentro que vas a gritar —estaba hipnotizado con el cuerpo de Chittaphon—, y vas a pedirme más y más, hasta que te acostumbres a mí... a mí y a lo que te voy a dar...
El coreano tomó impulso, su miembro entró con fuerza en Ten, este entreabrió los labios y soltó un suspiro.