Capítulo 18
—No voy a matar a nadie —dijo el tailandés asustado—, no lo haría por nadie.
—¿Ni siquiera por tu madre? —Taeyong se apartó de Ten.
—Mi madre esta...
—¿Dormida? —preguntó el coreano riendo—. ¿Enserio?
Chittaphon se alejó del coreano y se vistió lo más rápido que pudo, el mayor imitó su acción y miró al tailandés juguetón.
Esa mirada... no era la misma, cambio, irradiaba compasión y bondad, pero el menor sabía que todo en Taeyong era falso. Lo usaba solo para complacerse, Ten era solo un juguete para el criminal.
—¿M-mi madre? —los ojos del menor se llenaron de lágrimas mientras miraba con odio al mayor— ¿fuiste tu?
—No yo...
—Tu cómplice —asumió el tailandés, alejándose de Lee, con temor.
—Te sorprenderás al saber quien es MI cómplice —sonrío acercándose nuevamente al chico.
Chittaphon tragó con dificultad mientras veía al mayor acercarse.
—¿Quien es? —preguntó el secuestrado.
—Tu madre —contestó Taeyong sonriendo—, tú madre y...
No acabo la oración, pues un golpe cayó en su mejilla derecha. Lo único que Ten se preguntaba en ese momento era: ¿Cómo podía mentirle de esta forma? Su madre nunca sería capaz de hacer daño a alguien. El mayor sonrió, el golpe le había parecido la cosa mas tierna que Chittaphon había hecho.
—N-no me mientas —los ojos del menor temblaban y se llenaban de lágrimas.
—¿Por qué te mentiría? —Taeyong estaba cada vez mas sonriente.
—Yo no voy a matar a nadie —repitió Ten.
Ambos se miraron un momento, en silencio. Se sentía cierta tensión en el ambiente y eso al coreano... no le gustaba.
—Mira Ten —el mayor tomó las manos del joven, haciendo que se estremeciera ante el tacto—, no me gusta mentirte. Mi 'cómplice' no es tan cercano a ti, y es mujer... pasa casi todo el tiempo con tu... madre.
Esas palabras helaron el corazón de Ten.
—¿La vas a matar? —preguntó asustado.
—No, no a menos que haga falta —una sonrisa se dibujo en el rostro del mayor—... Así que... dime Ten, ¿matarás a esa persona?
Chittaphon Leechaiyapornkul se encontraba llorando, no había nada que pudiera hacer, si no ayudaba al coreano su madre jamas tendría la oportunidad de despertar. No le quedaba opción, el tailandés sabía que su madre le diría que no lo hiciera... pero él quería que su pariente más cercana volviera a abrir los ojos.
—¿Matarás a esa persona? —volvio a preguntar el mayor.
—Sí, lo haré.